Vacaciones

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Las primeras vacaciones que Gojo había tomado desde que ingresó al Instituto fueron tan agradables y relajantes que incluso olvidó que iba acompañado por varios maestros y no podía ligar a gusto.

Hacia mucho tiempo que no iba a la playa y estar frente al mar, con una soda bien fría y comiendo nachos... se sentía como en el cielo.

—Muchas gracias Ijichi –Gojo abrió los ojos y se encontró a la figura de su querida amiga Shoko siemdo perseguida por aquel extraño joven que siempre había babeado por la castaña —pero Gojo y yo ya teníamos planes de beber hasta vomitar en su habitación, quizás después podamos salir –le sonrió.

—No se preocupe Ieiri-san, todo esta bien –el hombrecito se había sonrojado y le hizo una reverencia a ambos jóvenes como despedida.

—¿A poco teníamos planes?

—Cállate y dame alcohol –se quejó la muchacha buscando lugar en su silla de playa, mientras le arrebataba el vaso —puta madre Satoru, es solo Coca Cola ¿quien toma solo una triste soda en un día de playa?

—Esta es mi decimotercer bebida, Ieiri –le dijo con falsa ofensa —¿Ijichi sigue intentando algo contigo?

—Argh, no es gracioso –ella le pego levemente en el brazo a su risueño amigo —él sigue intentando invitarme a salir, aun cuando le dije que no y hasta inventé que tenía novio.

—¿Tú? ¿Con novio? –Satoru lanzó la risa más hipócrita y escandalosa que pudo haber salido de sus pulmones —en cuanto se primero se congela el infierno querida.

Ambos rieron y recargaron la cabeza en la del otro.

Ijichi era buen chico, es solo que, después de su fiasco de relación con Suguru y que ahora era un fugitivo de la justicia, a Shoko no le interesaba nada más allá de la camaradería.
No había tenido sexo desde hacía mucho y francamente, no deseaba tener un vínculo así con otra persona... normalmente terminaba mal y no tenía ganas de volver a pasar por su "episodio"

Satoru tomó el plato con papas fritas y lo puso en sus piernas, trayendo a la chica de regreso a la tierra de los conscientes.

—... Deberías dejar de pensar tanto, hasta aquí huele como tu cerebro se quema de tantas ideas que pasan por esa brillante mente tuya –el albino bajo un poco, se quito los lentes y recargo su mejilla contra el pecho de ella —y deberías dejar los recuerdos del pasado atrás... no hacen más que lastimarte...

Shoko se quedó callada, tomó un par de papas a la francesa y se las llevó a su boca para disfrutar el sabor de la sal y la pimienta.

Después de un rato y varias margaritas después, Shoko por fin de dio cuenta que Satoru había quedado en coma etílico casi sobre el hombro de ella.
Shoko sentía como el sudor de su amigo la mojaba y su cabello e incluso este llegaba a gotear y caer en su pecho. Shoko hizo una cara de asco y y torció los ojos sintiendo aberración por su mejor amigo e intento por un buen rato zafarse del abrazo que inconscientemente le había dado él.

—Ay dios, Satoru incluso estas babeando –dijo con asco cuando vio un hilo de saliva surcar desde su boca hasta la mejilla y por último perderse en la parte de arriba del traje de baño de ella —muévete ya mierda –pidió cuando empezó a volver a empujar a Satoru, haciendo que él afianzara más su abrazo.

Frente a ella -y como caídos del cielo- pasaron Nanami y Yu, quienes los veían confundidos mientras ella les iba a pedir ayuda para que la sacaran de los brazos de Gojo.

—¡O-Oh! –dijo con sorpresa Yu —Ieiri-senpai y Gojo-senpai tiene ese tipo de relación...- ¡vámonos Nanami-san!

—Pero parece que Ieiri- –y sin dejar terminar la frase del rubio, el muchacho de primer año lo jalo y se lo llevo lejo de ahí.

—¡No es eso...! ¡Mierda! –les dijo.

—Oye ¿puedo confiarte a-algo –le preguntó Gojo acurrucándose más en ella mientras sonreía como felino —¿alguna vez te conté porque nunca voy a olvidar a Ieiri Shoko? Aun si yo muero o si ella de deja de- de hablar –le comento entre sueños. Shoko al principio lo ignoró, pero aquel último comentario le llamó la atención —porque cuando cierro los ojos, el recuerdo de sus ojos siempre me asalta. Porque siento que su olor empalagoso a vainilla nunca de va de mi ropa aun cuando la lavo mil veces –y Shoko pensó en cómo perfumar la ropa recién lavada de su amigo no había sido buena idea después de todo —porque cuando ella empieza a cantar más desafinado que un perro con parálisis y sin cuerdas vocales, Shoko me recuerdas a Celine Dion... como si los ángeles me estuvieran cantando al oído.

—E-Estas borracho.

—Bah, ¿sabes que dicen que los niños y los borrachos son siempre los más honestos? –abrió un momento sus hermosos ojos y la vio justo a los de ella —cuando estoy con Shoko, siento que estoy en la playa... que es un día de verano y todo esta tan claro como el agua; siento paz –se detuvo un segundo y con las mejillas sonrojadas y la mirada tan iluminada él siguió —me siento verdaderamente feliz de conocerla, de llamarla amiga, de abrazarla siempre y sentir su corazón palpitar- aunque no sienta lo mismo que yo, me voy a asegurar que su protección siempre sea primordial... ¡pero no le digas Shoko –la abrazo con los ojos cerrados y le tapo un ojo —cierra la boca y te daré uno de mis chocolates suizos y unas nueces con canela de México ¿si?

Ella asintió sonrojada, dejando que el borracho de su mejor amigo se volviera a hacer bolita para acostarse en la posición inicial.
Shoko pensó, que al final del día, él iba a cumplir lo que tenía pensado pues no había nadie más terco y testarudo que Gojo Satoru cuando quería algo.

oneshots satosho #2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora