Cerro

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La cama de ella siempre estuvo abierta para todos. Todos; hombres, mujeres, ancianos ricos, viudas buenas, virgenes sin talento pero con bien asta, zorras que buscaban placer por una noche, y bueno, la lista sigue y sigue.

Pero jamás lo había tenido a Ieiri Shōto.

Lo conocía desde que iban en preparatoria pero nada más allá de abrazos y unos besos en la mejilla o frente en sus respectivos cumpleaños había pasado entre ambos.

Y es que no era que el doctor solo fuera carne para pasar las frías noches en las que a veces el insomnio la atacaba y no paraba.
Tampoco era que Gojo Sayuri jamás se le haya insinuado o que Shōto fuera tan despostado como para no hacerle caso a todas las veces qué pasó desnuda frente a él, sus miradas profundas, la manera en la que se relamía los labios y cuando cerraba "accidentalmente" la puerta de la habitación en su departamento y los dejaba a ambos atrapados, justo como lo había hecho hacia un par de minutos mientras acompaño al castaño por un cargador, su cajetilla de cigarros y el encendedor que había dejado en la maleta que había llevado al departamento de la albina.

—¿Ocurre algo? –le preguntó Shōto viendo como ella se acercaba por pasos lentos por la oscuridad de la habitación que solo era medianamente iluminada por la luna —¿Sayuri?

—¿Sabes algo Shō? –dijo ella al tenerlo frente a frente —si hay algo que me molesta, es que me ignoren.

—¿Ignorar? ¿Te refieres a cuando estuve con Len Len y Uryū? Mira, se que te gusta ser el centro de atención pero debía hablar con ellos sobre los próximos parcia-

—No te hagas estúpido –lo interrumpió, aventándolo a la cama para después aventarsele y sentarse justo en su pelvis —sabes a lo que me refiero. Tenemos 8 años conociéndonos y jamás me haz dado entrada, siempre te cierras aun cuando estoy casi desnuda y completamente mojada para ti, puta madre, ¿sabes lo desesperante que es cuando vienes a mi departamento? ¡Literalmente nunca me pongo bragas por si algún día te animas a tener sexo conmigo! ¿Pero sabes que es lo único qué haces? –le preguntó con furia agarrando el cuello de su camisa, viéndolo con ira —¡estudiar, ver películas y hasta te duermes!

—Escucha Sayuri-

—Si por mi fuera, yo te hubiera arrancado el puto pantalón después del festival de ciencias de primer año y te hubiera hecho metérmela tan fuerte que-

—¡SAYURI! –se levantó Shōto —¿me permites hablar? –le alzó una ceja mientras se sentaba aun con ella en sus piernas —¿recuerdas cuando hablamos sobre lo que nos gustaría tener de mayores?

—¿Qué?

Él suspiró y le sonrió de medio lado —en clase de Orientación Vocacional cuando íbamos en tercer semestre, la maestra nos preguntó sobre nuestro futuro ¿acaso recuerdas lo que dijiste?

—Shō, no recuerdo que hice anoche; pides demasiado –mas tranquila, la chica pasó sus brazos sobre los hombros y enredó sus dedos en el sedoso cabello castaño del joven.

—Bueno, yo si lo recuerdo perfectamente –se aclaró un poco la garganta y la vio a los ojos, pasando una mano a su trasero y la otra a la mejilla —"Quiero encontrar a alguien que sea merecedor de todo lo que soy. Alguien que sea un hombre de bien, trabajador, un tipo muy inteligente y que sepa lo que quiere, quiero que me haga feliz y quiero hacerlo feliz. Y si lo encuentro mientras estoy estudiando o mientras él está estudiando, quiero por sobre todas las cosas quiero que nuestra relación jamás sea un impedimento para terminar de ser lo que querramos" –ella se quedó fría al escuchar aquellas palabras del castaño, quien la veía a los ojos y le sonreía con una dulzura que era impropia de él pero que solo le mostraba a ella.

—Yo-

—Eres una perra sin sentimientos... –le dijo —pero eres la perra sin sentimientos que más he amado y con la que quiero pasar el resto de mis días –la atrajo lentamente y la beso, tan lento y tortuoso que a Sayuri le temblaron las piernas y comenzó a sentir como tu el aire le faltara.
Era un beso suave y tan tierno que el lívido que siempre tuvo por él, bajaba y era reemplazado por el obvio e intenso amor que sentía con aquel ojeroso hombre.

oneshots satosho #2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora