Capítulo 8

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Canción Weak de AJR

Anoche, después del partido y de festejar, con los chicos fuimos directo a la fogata y tomamos toda la noche. Mi organismo no estaba tan acostumbrado al alcohol, y eso provocó que cayera en un profundo sueño que acaba de terminar recién.

-Ugh, mi cabeza. – Masajeé mi sien intentando calmar el dolor.

-¿Cómo amaneciste dormilona? – Ava estaba ordenando su ropa y pertenencias.

-Mi cabeza duele y la habitación sigue dándome vueltas.

-Anoche estabas alocada. – Ava se rio a carcajadas.

-Shh, ya cállate, tu risa me da más dolor. – Le tiré una almohada que ella logró esquivar.

-¿Por qué no pruebas ir a comer y tomar algo? – Colgó una campera en el perchero – No te vendría mal un poco de agua para evitar deshidratarte.

Su propuesta no era mala. De hecho la consideré como apropiada cuando mi estómago comenzó a rugir.

Me levante, me cambié y, antes de ir al comedor, pasé por el baño para lavar mi cara.

-Dios, nunca lograré quitarme esas ojeras. – Cuando me vi al espejo no lo podía creer.

-Ten, – Una muchacha me alcanzó una crema de pepino y aloe vera – úsala una semana y luego me agradeces.

-Gracias. – Dije tomando el frasco. – Prometo devolverla.

-Tranquila, tengo otra, es toda tuya.

La chica se retiró y esparcí sobre mi rostro la mayor cantidad de crema posible. Mi piel la absorbió al instante y me dejó una sensación refrescante que disfruté por un momento.

Al llegar al salón, el olor a carne y puré de papas ingresó por los orificios de mi nariz provocándome el mayor de los placeres. Tomé una bandeja roja y me dirigí al mostrador a por mí almuerzo.

-Hola – Saludé a la cocinera – el almuerzo del día por favor.

-¿Con qué bebida lo vas a acompañar?

-Una gaseosa de frambuesa por favor.

-Aquí tienes Angelina... ¿Algo más?

-Y... - Pensé por un momento – una ensalada de frutas para el postre.

-Excelente elección. – La mujer agarró un pote de plástico de la heladera y lo colocó en la bandeja. – Que lo disfrutes.

-Gracias, que tenga buen día. – Me di la vuelta y busqué una mesa donde sentarme.

Hoy el puré de papas estaba más rico, y la carne estaba bañada en una salsa dulce de cebolla que al tocar mi paladar, me invadió de una sensación de encanto y goce que jamás había experimentado en mi vida. Tendría que decirle a mi madre que preparara esta carne cuando nos veamos, no podía prohibirle de este manjar.

Esteban apareció por la puerta y le hice señas con mi mano izquierda para que se uniera.

-Buenos días – Dijo sentándose.

-Hola Esteban, ¿cómo estás?

-Muy bien, me siento un ganador hoy.

Ambos nos reímos.

-Lo eres, el partido de ayer estuvo espectacular.

-Gracias, Max sigue algo cansado por ello.

-Puedo notarlo – Tomé un sorbo de mi bebida – Aunque la fiesta que tuvimos en la fogata nos agotó a todos.

Un verano de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora