Capitulo 36

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Canción Im in here de Sia

Luego de que lo declararon muerto y nos entregaron el certificado de su muerte, llamamos a la funeraria y nos dirigimos hacia allí con los familiares y amigos a quienes avisamos. Al llegar, saludé con pocas ganas a cada uno y me senté un rato cerca de él pero sin verlo porque me daba algo de impresión. Sé que puede sonar egoísta, pero dudo que alguien desee ver al amor de su vida en un cajón de funeraria.

En un momento tuve que salir para despejar mi mente y Lucía me acompañó.

-¿Cómo estás? – preguntó.

-Intento sobrellevarlo lo mejor que puedo.

-Sabes que cuidará de ti hasta en otra dimensión.

-Lo sé, pero me parece injusto.

-La vida lo es. – agregó, me abrazó y se fue.

Empezó a soplar el viento y a nublarse, asi que entré y me serví algo de beber. Volví a sentarme pero esta vez lejos de él. ¿Vieron las etapas de Homero Simpson al enterarse en un capítulo de su enfermedad? Bueno yo estaba en la etapa de negación. Ya había llorado lo suficiente y ahora negaba la realidad que vivía.

Al cabo de unas horas, nos fuimos al cementerio a enterrarlo. Fue una hermosa ceremonia, pero sucedió todo muy rápido desde mi perspectiva. Por momentos creo que disocié de la realidad a modo de mecanismo de defensa, pero opté quedarme un poco más en el cementerio mientras todos se retiraban . Lloré, simplemente lloré y descargué mi furia maldiciendo al cielo.

Lo que más me dolió al regresar fue ver los dos boletos de avión para mañana.

-¿Tienes todo listo? – preguntó mi madre al llegar.

-Si.

-Sé que duele, pero te prometo que con el tiempo la herida sana.

-Lo sé.

Ella me sonrió y yo me fui directo a mi habitación, me coloqué el pijama y me acosté junto a una camiseta de él que olí hasta el cansancio.

-Angie, es hora.

La voz de mi madre me despertó, y con los ojos aún cerrados me metí en la ducha. Hoy salía el vuelo a Hawái.

Desayuné lo justo y necesario y partimos al aeropuerto.

Para evitar aburrirlos, voy a obviar la parte del check-in que hice con muy pocas ganas. Pasemos directo a cuando comenzó el viaje. Me la pasé durmiendo y comiendo. Además cada tanto miraba alguna serie o película para distraerme. Obvio fue un vuelo largo pero tranquilo, y al llegar, un asesor de la universidad me recogió y me llevó hasta mi casa.

Cabe destacar que cambié mi estadía a una residencia porque era muy doloroso vivir donde habíamos dicho con Keiler, y como estaba sola, una residencia era la mejor opción. Me informaron que compartía el cuarto con una chica de tercer año, lo que estaba bien para mí, y que cualquier cosa a necesitar les avisara.

-Gracias – le dije al chico y comencé a vaciar mis valijas.

(Lo sé, ocurrió todo muy rápido mi querido lector, pero créeme cuando te digo que no voy a aburrirte con mis penas, traté de obviarles el paso a paso burocrático que a nadie le gusta leer).

Un verano de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora