Capitulo 10

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Canción Habits de Tove Lo

Me dolía un poco el castigo de frialdad, pero sentí que era lo correcto y necesario para evadir cierto tipo de situaciones o conversaciones. Como todos compartíamos clases, Keiler intentaba acercarse todo el tiempo y cada vez que me hablaba, mis respuestas eran simples, claras y concisas, tales como <<Sí>> <<No>> <<Ajá>> <<Claro>> entre muchas más. Por supuesto que podía ver en su cara la preocupación y la necesidad de saber qué me sucedía, pero insisto, para mí era la mejor manera de lidiar con el asunto.

Cuando salimos de nuestra última actividad, Lucía estaba en la puerta esperando a Keiler, supongo, y cuando me vio salir me clavó la mirada más fría de este planeta que le fue respondida con indiferencia. A veces ser así con las personas te da más nivel que nunca. Como me lo imaginaba, ella y Keiler se reunieron y por lo que pude escuchar, él le preguntaba que había hecho que yo estaba así de distante pero no quería entrometerme y además los chicos me habían agarrado y casi que me arrastraron a sumarme a ellos en el sector de la fogata.

KEILER Y LUCÍA

-Al fin sales. – Espetó Lucía, algo amargada.

-¿Me podes explicar por qué Angelina está tan distante conmigo?

Keiler enfurecido tomó a Lucía de la mano y la llevó a su habitación para estar más tranquilos. Ella se sentó en el borde de su cama y él apoyó sus manos en el escritorio, quedando ambos frente a frente con una tensión en el aire que se cortaba sola.

-Te escucho. – Dijo él.

-Yo no le hice nada, y tampoco comprendo por qué estás tan sacado por el asunto.

-¿Sacado? Já.

-Deja de ser sarcástico, sé que te molesta que te sean indiferente. Te recuerdo que los últimos días lo has hecho conmigo.

-Yo no te fui indiferente, pero tu maldita manía por querer cuidarme y controlarme todo el tiempo hace que te pongas así. – Keiler la señaló con sus manos abiertas.

-¡Pues lo siento si fui la única en tu vida cuando todo fue un mierda!

-No empieces con el pasado, te lo pido por favor.

-¡¿Qué no empiece!? – Ella se levantó y comenzó a caminar de forma intranquila. – Llevamos siendo amigos desde que tenemos diez años Keiler, no pretendas que no actúe sobreprotectora.

-¡Eso no justifica nada! – Dijo enojado.

-Sí, para mí sí, porque fui la única que te tendió la mano y te acompañó en todos tus procesos cuando los demás se burlaban de ti.

-Pues yo no te pedí que lo hicieras Lucía.

Ella se frenó en seco, abrió sus ojos y su ira explotó en su máxima totalidad.

-¡Eres un maldito hijo de puta desagradecido! ¡Mi padre te dio todo para que salieras mejor que tu puta familia! ¿Y así me lo agradeces? – Ella arrojó un lapicero al piso y Keiler se asustó un poco al verla así.

-No quise decir eso, sabes que siempre estaré agradecido.

-No, no me vas a convencer ésta vez. No otra vez.

-Lucía ya estoy cansado de discutir contigo, ¿podemos por favor seguir nuestro día en paz? – Él se frotó los ojos en señal de cansancio.

-No, no podemos. Y por mucho que Angelina me caiga mal, debes cambiar tus actitudes si pretendes que esa chica te dé un gramo de su atención.

Un verano de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora