Capítulo 9

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Canción abcdefu de Gayle

El día del castigo había llegado y el director nos esperaba a ambas a primera hora de la mañana en la puerta del gimnasio.

-Buenos días chicas. – Saludó.

-Serían buenos si no tuviéramos que estar aquí. – Dijo Lucía.

-Menos quejas y más limpieza.

El señor Sullivan nos dio las cubetas y el resto de los elementos de limpieza, para luego retirarse. A un modo casi veloz como flash, me coloqué los auriculares sobre mis oídos y le subí al máximo el volumen de la música. Sweater weather de The neighbourhood sonaba por los pequeños parlantes. Tomé la escoba y comencé por debajo de las gradas, las cuales estaban repletas de mugre y algún que otro preservativo.

Tener que estar limpiando un sábado por la mañana con el hermoso clima que había afuera, no era mi mejor plan pero debía hacer buena letra si no quería que me suspendieran o algo por el estilo. Bastante me había costado hacer amigos, no quería perderlos ahora, mucho menos este campamento que sin darme cuenta me estaba cambiando la vida.

-Qué asco. – Dije y al levantar la mirada observé que Lucía estaba sentada sin hacer nada. – Disculpa, pero podrías colaborar un poco ¿no crees?

-No, no lo creo.

-Si ayudas, esto terminará más rápido.

-Déjame pensar... No.

El sonido que hacía para masticar su chicle y el Boom que hizo al explotar el globo me estaba gastando la paciencia.

-Es de muy mala educación hacer ruido, pareces una vaca comiendo pasto.

Estaba algo cansada de barrer toda la mugre y me apoyé en el mango de la escoba para ver cuánto me quedaba y a mi suerte, faltaba más de la mitad del suelo de ese sector. A este paso terminaría a las nueve de la noche si Lucía no comenzaba a colaborar.

-Ten, te falto un pedazo. – Ella tiró el papel del chicle hacia mi dirección y eso fue la gota suficiente para colmar el vaso.

-Mira, ni tú ni yo queremos estar aquí – Di la vuelta para encontrarme cara a cara en las gradas -, pero si no colaboras un poco, no solo le diré a Sullivan, sino que prometo vengarme.

-¿Ah sí? ¿Tú y cuantos más?

-Yo sola puedo defenderme, detrás de esa fachada de niña ruda seguro se esconde una chica asustadiza.

Lucía bajó furiosa de las gradas y estuvimos a un milímetro de distancia.

-Deja de querer mostrarle al mundo que eres valiente, todos sabemos que no es así.

-Entonces deja de hacerme enojar y ponte a terminar de barrer aunque sea detrás de las gradas para ayudarme.

Le tiré la escoba y, en quejas constantes, logré que por lo menos barriera lo que quedaba mientras yo podía concentrarme en los baños.

Para las doce y media, me encontraba terminando de secar el piso de los vestidores. Había sido bastante rápida, pero eso trajo como consecuencia una sudoración asquerosa y excesiva que iba a tener que quitar con una buena ducha reparadora y probablemente unos masajes que convencería a Max de ello o alguna de las chicas. Al salir, observé que ella estaba con una chica, a los besos en la primera fila de las gradas.

-Ya me voy, les dejo la privacidad que necesitan.

-Que amarga eres.

-O tú eres una estúpida que no sabe buscarse un cuarto. – Susurré, pero por lo visto aún se encontraban cerca.

-¿Cómo me dijiste?

-Me oíste bien, no pienso repetirlo.

-Dani, te veo más tarde, tengo un asunto que resolver. – La chica se retiró sin saludar y el silencio entre nosotras volvió a aparecer.

-Mira, si todo esto es por Keiler, es todo tuyo, no tengo ganas de más lío solo por una persona.

-No te vas a salir con las tuyas princesita mimada.

-¿Salirme con las mías? – Reí sarcásticamente – Ya ni siquiera sé por qué peleamos, estoy cansada de esto. – Me di media vuelta pero ella volvió a hablar.

-Las niñas como tú siempre me han quitado todo en la vida, hasta a mi madre, y no voy a dejar que vos hagas lo mismo.

-¿Todo esto es por eso? ¡Pero sabes qué, haz lo que quieras, no pienso entrometerme más entre tú y tu jodida vida!

-¡Me tenés harta Angelina!

-Yo solo te tengo lástima. – Comencé a caminar hasta la puerta pero decidí descargar lo último contra ella - ¡Que te jodan a ti y a tus amigos! ¡Todos pueden irse a la mierda! – Y triunfante le mostré mis dedos del medio y me largué del gimnasio.

Mi cabeza dolía a más no poder, por lo que ya en la ducha me relajé lo mejor posible mientras el agua recorría cada centímetro de mi cuerpo. Una de las chicas gritó que no malgastara el agua y me di cuenta que estaba hace un buen rato ya. Cerré la canilla, me sequé, me cambié y me fui directo a almorzar porque mi estómago hacía ruidos de aliens.

-¿Dónde estabas? – preguntaron los chicos cuando me acerqué a su mesa con la comida.

-Cumpliendo el castigo.

-¿Ha colaborado algo? – Preguntó Max.

-Nada.

-Me lo esperaba.

-Sí yo también Max, lo que no me esperaba era éste dolor de cabeza luego de discutir con ella.

-¿Discutieron? ¿Sobre qué? – Preguntó Ava.

-Básicamente me dijo que me odia por ser yo y la mandé a la mierda. No pienso acercarme a ella ni a su grupo, incluido Keiler, ya estoy cansada de lidiar con esto. – Tomé mi pastilla para el dolor de cabeza y comí.

-Esa es mi amiga, ¡dame esos cinco! – Esteban alzó su mano en el aire y la choqué para no hacerlo quedar mal.

-¿Crees que deberías decirle a Keiler? Digo él no tiene la culpa de que Lucía sea así. – Preguntó Olivia.

-Keiler y yo no éramos más que conocidos. Sí, pasé buenos ratos pero no somos más que eso, no le debo explicaciones a nadie de mi decisión.

-Okey.

Los chicos comprendieron que mis ganas de seguir hablando eran nulas y cuando terminamos, cada uno se retiró a sus habitaciones. Yo les pedí a las chicas si podían hacerme algún tipo de masaje porque mi espalda me estaba matando y mis pies titilaban de tensión y dolor. Ava aceptó los pies y Olivia la espalda y debo decir que estas chicas tienen manos mágicas, lograron deshacerse del dolor en minutos y dejarme como nueva.

Un verano de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora