Capitulo 30

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Canción Wish you were sober de Conan Gray

Después de llevar a mi madre y Julián al aeropuerto, compramos pizza y nos fuimos a casa.

-¿Yo los vasos y tú los platos? – Pregunté.

-Sí.

Nos sentamos con el silencio de fondo y devoramos nuestra comida.

El silencio no era incómodo pero por alguna razón estaba nerviosa. Keiler lo había notado porque me miraba cada cinco minutos con ganas de decir algo, pero al final se retractaba.

-Creo que iré a dormir un rato. –Dijo al terminar. Recogió sus cubiertos, los lavó y se marchó.

¿Qué haría? Tenía que buscar algo con que matar el tiempo. Mis ojos pasearon por toda la casa y vieron cosas desordenadas o sucias. Muy bien, limpiar será mi pasatiempo ahora. Me coloqué los auriculares, tomé la escoba y comencé a bailar y barrer a la vez.

Mi pieza fue el único sector que no pude limpiar porque Keiler dormía, pero el resto había quedado impecable. Si mirabas con atención, veías los destellos como en las propagandas. Dejé los platos para el final y sequé mis manos al terminar.

-Iré a tomar un baño. – Pensé en voz alta.

Entré en silencio, tomé ropa y me sumergí en el agua con sales de baño de lavanda y una mascarilla. Hacía mucho que no me tomaba tiempo para mí y después de esto lo implementaría más seguido. Cerré mis ojos y me relajé.

-¿Angelina? – Abrí los ojos y escuché a Keiler que me llamaba desde el otro lado de la puerta.

-¿Si?

-¿Estás bien? Llevas un rato allí dentro.

-Sí, ya salgo.

Al ver la hora en mi celular, observé que me había dormido media hora. Me enjuagué y comencé a secarme antes de arrugarme por el agua.

-¡Está viva! – Gritó desde la cama.

-Creo que me relajé demasiado – Sequé mi pelo - ¿Y esa caja?

Arriba de mi cama había una caja no muy grande color marrón.

-Es para ti.

-¿Cómo sabes?

-Porque te la envié yo luego de escaparme. Creí que no volvería y eran cosas que quería que tuvieras.

Colgué la toalla en la silla y me acerqué a abrirla. Dentro había un disco de vinilo de The neighbourdhood, una camiseta de ellos, caramelos y una carta.

-Me gustaría poder leértela. – Me dijo cuando vio que la agarraba.

Se la di y me senté frente a él a escucharlo.

-Te voy a contar una historia de un chico y una chica – Comenzó – Es algo corta pero es mi favorita. Ellos solo tenían dieciocho años y no sabían nada del amor.

Mis ojos lo observaban con suma atención.

- Por eso nunca creyeron que en el otro hallarían una amistad para siempre. Un amor incondicional que los elevaría hasta el cielo. Sin límites. Ésta historia es la nuestra y me has salvado en formas incomprensibles. Tú me mostraste lo que era bueno cuando me sonreíste por primera vez.

Mis ojos se llenaron de lágrimas y sequé cada una que caía. A Keiler le temblaban las manos y sonreía en cada palabra.

-Gracias. Eres lo más hermoso que me pasó y perdona mis estupideces. Prometo cambiar, por nosotros, no quiero perderte. Con cariño, Keiler. – levantó su vista y cerró la carta.

Me abalancé sobre él y lo abracé con todas mis fuerzas. Él respondió de igual forma y besé su mejilla.

-Jamás te abandonaré. – Dije a su oído.

-Gracias. – Respondió llorando.

Ambos nos separamos y no pude resistirme más. Lo besé. Cuando sus labios rozaron los míos, mi cuerpo se relajó. Su boca era suave y sabía a menta. Al principio el contacto fue suave, pero luego me tomó por la cintura y me sentó sobre él. Se aferró más a mi como si estuviera esperando este momento como yo. Sus labios son cálidos y suaves, y su pelo me acaricia el rostro. Trato de aferrarme a su cuello, pero me derrito en cada detalle. Sus manos se deslizan a mi cuello y luego a mi rostro. Presionó más sus labios y luego nos separamos.

Nos miramos con una intensidad que rompería cualquier cosa. Suspiramos y nos sonreímos.

-Te quiero. – Dijimos al unísono y nos reímos.

-Quiero preguntarte algo. – Dijo.

Asentí. Él estaba nervioso.

-¿Habrá chance de...llevar...mm...de que nosotros?

-Sí. – Dije. Sabía a qué se refería y yo quería lo mismo.

Me abrazó y me sujetó el rostro para besarme.

-Prometo cuidarte y amarte cada segundo. – Dijo y volvimos a besarnos.

Un verano de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora