Capitulo 32

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Canción Most girls de Hailee Steinfeld

-Bienvenidos de vuelta - Keiler cerró la puerta y yo ayudé a mi madre a entrar las valijas.

Habían pasado tres meses desde que comenzaron a recorrer el mundo por su luna de miel. Mi madre cumplió su sueño de ser mochilera y Julián de aprender todos los idiomas, desde que llegó no paraba de demostrarlo.

-Tenemos regalos - dijo mi madre y nos entregó una bolsa a los tres.

Los demás no sé, pero a mí me habían traído una postal de cada país visitado, unas bolas de nieve de cristal, peluches y una remera verde agua del mismísimo Hawái. Los abracé en agradecimiento y saqué el pastel de durazno de la heladera para cortar algunos trozos. Ellos se quedaron impactados al probarlo y Lucía se llevó la atención por hacerlo.

-Quería contarles algo – dije dejando mi plato a un lado. – He decidido inscribirme en la universidad de Hawái. – Todos se quedaron boquiabiertos – Tienen un plan económico para extranjeros.

-Estamos muy orgullosos – dijo Julián – Queremos lo mejor para los tres.

Le sonreí.

-Y con Luisana queríamos ofrecerle trabajo a Keiler.

-¿Qué? – dijo con algo de crema en su rostro.

-Trabajarás en mi empresa automotriz en ventas – anunció Julián.

-¿En serio? – Dijo Keiler sorprendido - ¡Muchas gracias! – se abrazaron.

Todo marchaba a la perfección, no podía estar más contenta. Cuando subimos a la habitación, le di la noticia a Keiler de que había conseguido una casa para vivir juntos en Hawái y su emoción se reflejó en su rostro al instante. La realidad es que no quería pasar un segundo sin él, además ambos podíamos trabajar para pagar todo.

Algunas querrán ser famosas o empresarias, pero yo quería una vida simple, feliz con los que amaba.

Por la noche llevamos a todos a mi restaurante favorito y cenamos, por primera vez, todos juntos como la "familia" disfuncional que éramos. Por primera vez, después de mucho, mi madre y yo nos miramos y supimos que ese era nuestro lugar en el mundo. Éramos felices de nuevo.

Al llegar a casa, cada uno regresó a su mundo y yo solo pensaba en el baile de mañana. Aún no tenía pareja y había que lavar mi vestido, el mismo de la boda de mi madre.

-¿Qué sucede? – Keiler me sujetó por la cintura y me miró.

-Estoy preocupada – mordí mis uñas.

-¿Por?

-Mañana es el baile de graduación y no tengo con quién ir y mi vestido aún no está lavado.

Keiler me soltó, cogió un papel, un fibrón y escribió algo que no veía. A continuación puso música lenta pero romántica y levantó el cartel.

"¿Quieres ir al baile conmigo?" es lo que decía "Sí un beso, no un guiño". Guiñé mi ojo izquierdo y cambió su rostro, pero luego le sonreí y corrí a besarlo.

-Por supuesto que si – dije

Nos besamos con dulzura.

-Mañana te lavo el vestido, no te preocupes.

-Gracias – lo besé y sonreí.

Un verano de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora