Capítulo 1

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Canción Eastside de Benny Blanco,

Halsey y Khalid

Mi madre preparaba la cena y yo me daba una ducha luego de haber estado pintando en el taller de arte. Amaba ese estudio, era simple y hermoso. Asistía desde que tengo uso de razón, debido a que mi padre me había introducido en el mundo del arte y me sentí atrapada al instante.

Mis padres se conocieron en la preparatoria y fue amor a primera vista. Mi madre, Luisana, tenía diecisiete años y era la nerd de la clase con un espíritu libre e independiente. Mi padre, en cambio, tenía diecinueve, había repetido el último año y era el hippie amante del arte. De su fruto de amor salí yo, Angelina Zozovic, una muchacha de 1.60 mts, cabello largo ondulado marrón, como mi padre, en conjunto con pecas y ojos verdes, heredados de mi mamá.

-¡Angelina, está la comida! – Oí que mi madre me llamaba. -¡Voy! – Me puse mi pijama y bajé.

En el trayecto de la escalera, el aroma de la comida casera llenaba mi nariz haciéndome delirar de placer. 

-Hoy trata de no desvelarte, mañana salimos a las ocho para llegar cerca del mediodía. – Dijo mi mamá mientras se sentaba en el comedor.

 -Okay. – Me senté en la mesa y llevé un bocado a mi boca. Cuando la comida tocó mi lengua, mis ojos se cerraron para saborear mejor el sabor – Mamá, estos macarrones están increíbles. 

-Supongo que es algo que extrañarás. – Dijo, y ambas nos sonreímos.

Mi mamá había insistido en que vaya al campamento de verano al que fue de adolescente: el campamento Lark. Se encontraba a tres horas de mi casa y, según ella, fue el lugar que cambió su vida y su verano. No suelo ir a ese tipo de lugares, en general paso las vacaciones en el taller o saliendo con mis amigos, pero supuse que después de la muerte de mi padre me haría bien cambiar un poco la rutina.

Mi padre murió cuando yo era una niña. Su partida dejó un gran vacío en mi corazón y nunca me recuperé completamente del suceso. Para mí él era mi todo, éramos muy cercanos y creo que eso hizo que me doliera más. A mi madre y a mí nos costó mucho retomar nuestra cotidianidad después de eso, pero juntas pudimos enfrentar las adversidades.

La alarma sonó a las siete en punto y como me había dormido temprano, no me costó levantarme. Me duché y terminé de preparar mi bolso con la ropa que me faltaba para luego bajar a desayunar mi bowl de cereales habitual. Estaba a punto de llevarme la cuchara a la boca cuando el timbre sonó.

 -Yo atiendo, mamá. – Dije, y al abrir la puerta me quedé pasmada. - ¿Qué están haciendo aquí? Mis amigos se encontraban con un cartel gigante que decía "Que tengas un gran verano" junto a un par de dibujos de flores y garabatos.

 -Te vamos a extrañar mucho, amiga. – Los cuatro me abrazaron y me dieron una bolsa color dorada. -Son los mejores. Abrí el regalo y era un cuaderno negro para dibujos y unos pinceles nuevos. Les devolví el abrazo y se ofrecieron a ayudarnos a llevar las cajas y bolsos al auto. A decir verdad no eran muchos, no era como si me mudara para siempre, pero aun así decidieron ayudarnos. Cuando cargué la última caja, cerré el baúl y suspiré.

 -Es hora. – Anunció mi madre. Por última vez me despedí y subí al auto. Cuando partimos, pude observar por el espejo a mi querido grupo saludando y riendo. A ellos los extrañaría más que a todos, pero sé que los veré a la vuelta. 

-¿Puedo poner música? – pregunté. 

-Claro. Mientras nos movíamos, sonaba mi disco favorito de The Neighbourhood. Mis ojos no dejaban de admirar el paisaje y tomé algunas fotos para subirlas a mis redes. Desde pequeña tenía el sueño de poder influir en las personas con mi contenido y, aunque no tenía muchos seguidores, seguía intentándolo.

Un verano de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora