Capitulo 11

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Canción Scary Love de The Neighbourhood

El director nos levantó a todos a las siete en punto, tuvimos un desayuno bastante completo en el gran comedor y nos dio una pequeña charla y despedida por el fin de semana. No era mucho tiempo, pero volver aunque sea dos días a mis raíces y ver a mis viejos amigos me ponía contenta. Para las nueve ya estábamos todos, o algunos, emprendiendo viaje.

-¡Los veo en unos días chicos! – gritó Olivia desde el auto y se marchó con su familia.

-Angie, ¿ya te vas? – me preguntó Ava mientras ponía sus maletas en el baúl de su auto.

-Sí, solo debo guardar un par de cosas más, mi madre aún no llegó y debo aprovechar. – Contesté apoyada en el costado de su auto.

-Genial. – Ambas nos despedimos con un abrazo – Buen viaje amiga.

Luego de abrazarnos, le regalé una cálida sonrisa y vi como mi última amiga se marchaba del campamento.

Esteban y Max se habían ido juntos luego del desayuno ya que sus pueblos estaban cerca y Max dejaría a Esteban de pasada.

Al llegar a mi cuarto, puse los últimos pares de ropa que me quedaban, e intenté cerrar la valija pero se me era imposible. Las bolsas con ropa sucia separadas por color me habían ocupado más espacio del que me esperaba y eso me estaba costando caro.

-¿Te ayudo? – Keiler tocó mi puerta y se acercó.

-Sí por favor.

Me senté sobre la valija y él me ayudó a cerrarla con fuerza. Mi madre me había avisado que estaba por entrar en el campamento y debía apresurarme.

-Si sabes que tienes que volver ¿no? – Me dijo con diversión.

-Sí, pero aprovecho la oportunidad para lavar algo de ropa y traer otra limpia. – Me levanté y tomé mi libro.

Keiler llevó mis maletas hasta el auto de mi madre.

-Soy Keiler, amigo de su hija Angelina. ¿Dónde dejo las maletas? – escuché que le decía a mi madre.

-Ponlas en el piso querido, yo las guardo. Muchas gracias.

-No hay de qué.

Keiler depositó todo en el suelo de piedras y se marchó saludándome con un simple "buen viaje". Nunca había visto que él sacara nada de su cuarto y me intrigaba saber si pasaría el fin de semana en el campamento o dónde iría. Pero traté de no divagar demasiado y ayudar a mi madre para poder marcharnos.

Emprendí mi viaje a casa y estaba muy emocionada de ver a mi mamá de nuevo. Me había contado que conoció a un tipo por una red social y que se lo había estado pasando de maravilla con él, por lo que mis ganas de conocerlo eran grandes. Ella no volvió a salir con nadie desde lo sucedido con mi papá y tener la oportunidad de verla feliz de nuevo, era algo que me emocionaba.

El clima colaboraba, estaba hermoso y con el viento justo y necesario como para sentirte fresca pero aun así disfrutar del calor de los rayos del sol. Luego de tres horas, frenamos en la puerta de mi casa. Bajé mis maletas y ella abrió la puerta de casa para que no me cansara. Al entrar tiré todo en el sillón del salón e imité el movimiento con mi cuerpo. Estaba agotada.

-Ven, almorcemos algo juntas en los de Danny. – Dijo apoyada en la pared.

Danny era un restaurante al que íbamos siempre de niña. Tenían la hamburguesa de queso más deliciosa que jamás había probado en mi vida y el dueño del local ya nos conocía tanto que no necesitábamos pedir.

Un verano de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora