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Capítulo 4.

Debo reconocer que tiene una voz preciosa. Él está cantando So Long en el escenario del casino. Lo observo furtivamente mientras atiendo las mesas, porque esta noche me tocó trabajar aquí por indicaciones de Robert.
Creí que estaría en la sección que yo quería, la guardería. Y es que a pesar de que los niños son sumamente alocados, no me hubiera importado con tal de evitar a las personas clasistas que abundan en este lugar.

Es increíble como hablan de riquezas y en lo que son capaces de gastar el dinero sin que sean reales necesidades. Pero bueno, supongo que si hubiera vivido una vida similar estaría gastando también sin ser consciente de ello.
Dejo los dos cosmos en la mesa veintitrés y vuelvo a la barra donde Margaret está mirando embelesada al cantante Niall Horan. De hecho, todo el mundo está de la misma manera.

Mientras observo alguna mano levantada para ir y atender a los huéspedes del crucero, me encuentro con los ojos de Amelie Jones, la novia del famosisímo cantante que está deleitándonos ahora con Slow Hands. Ella me observa detenidamente, y no miento, me pongo nerviosa. Independientemente de saber que esta mujer super millonaria engaña a su novio también super millonario, no tengo el poder para ser intimidante. No cuando Podría fácilmente dejarme sin trabajo en menos de un segundo si lo quisiera y es que seamos honestos, el dinero mueve montañas y es lo que a ella le sobra.

-Canta tan bonito —Dice Margaret en mi oído, sacándome de mis pensamientos sobre Amelie.

-Sí, tiene mucho talento.

Niall Horan termina su presentación y todo el mundo —Nosotras incluidas —Aplaude. Él termina con unas palabras de agradecimiento y luego baja del escenario para unirse en la mesa dieciséis, donde está su novia y algunos otros acompañantes.
La música Jazz comienza a sonar de fondo y el casino se llena de voces hablando el mismo tiempo. Observo la hora en el reloj de pared que está detrás del mesón y sé que aún debo estar media hora más aquí.
Me duelen los pies, pero treinta minutos pasarán rápidamente.

-¿Diana? —Me llama Robert y giro inmediatamente hacia él —Ven conmigo un momento.

-Sí —Aferro mi bandeja en mis manos mientras lo sigo hasta un costado de la barra.

-Tengo buenas noticias para ti.

¡No puede ser!

-¿Habrá un puesto para mí en el crucero que irá a Asia? —Pregunto emocionada.

-No exactamente querida, es un trabajo como empleada de hogar. Me gustaría que al terminar el turno puedas ir a mi oficina, así conoces personalmente a quién desea contratarte —Me explica y aunque estoy muy agradecida por la oportunidad, me entristece saber que no seguiré viajando en cruceros.

-Por supuesto, estaré allí en treinta minutos, es cuando termina mi turno.

-Excelente. Ahora ve con los pasajeros, necesitan de tus buenos servicios.

-Muchísimas gracias señor Robert, no sabe lo mucho que necesitaba escuchar buenas noticias.

Él me sonríe.

-Gracias a ti por confiar en mí.

Vuelvo a darle las gracias y luego me uno a Margaret y al resto de la tripulación.
Durante la media hora siguiente me dedico a atender mis mesas asignadas y que gracias al cielo la número dieciséis no está dentro de ellas.

-Dos minutos y seré libre —Le digo a Margaret uniéndome una vez más en la barra con ella.

Ahora sí no puedo más, me duelen los pies horriblemente y estoy sudada debido al ajetreo entre las mesas. Capto mi reflejo en el espejo que está detrás de Marcus (El barman anciano amistoso y super simpático) y me doy cuenta que mis mejillas están muy sonrojadas y mi cabello atado en una coleta alta está muy desordenado ¡Ay no Diana, ¿Y la presentación personal?!

QUÉDATE ESTÁ NOCHE - BY NATH 🥀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora