Capítulo 28 - Princesa Heredera (2)

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Rubika fue puesta en la habitación más lujosa, y pronto aparecieron varias criadas para servirle. Todas ellas estaban emocionadas de por fin conocer a la joven, que de la nada fue traída al Palacio de las Rosas, y no mucho después lo único que podía escucharse en el lugar eran las palabras 'Princesa Heredera'.

Antes del desayuno, el Conde Meyer llegó con varios vestidos y accesorios para la Princesa de Randoll, le presentó a dos guardias que la acompañaran a partir de ahora, al Mayordomo y a la ama de llaves del Palacio.

La hermosa pelirroja era tratada como nunca en su vida y ante tales acciones sus pensamientos volaron lo más alto posible. Rubika se consideraba a sí misma como la mujer más afortunada del mundo.

¿Y por qué no? Dejó el lugar donde fue ignorada, pudo ver la caída de su hermana mayor antes de partir al país más imponente, había capturado la atención del hombre de quien estaba enamorada, y ahora estaba segura que se convertiría en la mujer más importante de todo el continente. La joven, no podía con tanta alegría.

«Si tan solo Desmond estuviera aquí, todo sería perfecto.» pensó con una media sonrisa.

En un principio creyó que se había adelantado a la capital por un asunto importante, no habría posibilidad de que la dejara sola y desapareciera en medio de la noche. No fue hasta que escuchó un fragmento de la conversación que tuvieron los secretarios donde hablaban sobre un mensaje de un Comandante, y de una finca en el este. Rubika se sintió un poco decepcionada al escucharlo, no sabía que podría haber en ese lugar para que lo hiciera dejarla.

Ninguno de los secretarios dijo palabra alguna y su criada tampoco pudo descubrir nada, además el Vizconde Walter se mostraba reacio a reconocerla como Princesa Heredera. A Rubika no le agradaba mucho la actitud de ese hombre, no importaba lo mucho que la tratara con cortesía y respeto, si no estaba dispuesto a aceptar que se convertiría en amante del Príncipe Heredero o posiblemente la Emperatriz.

La indignada mujer, había dado por sentado que ese sería su rol, la mujer que cautivó el corazón del futuro Emperador. Y le haría pagar al Vizconde por despreciarla como lo hicieron en su país natal, desafortunadamente, en este momento, no tenía la influencia para hacer algo al respecto, lo único que estaba en sus manos era hablar con Desmond, sin embargo, tenía miedo de mostrarle una actitud egoísta o vengativa si lo hacía. No deseaba correr el riesgo de que el pensara que no es apta para el puesto o peor; se decepcione de ella.

—Es tan hermosa, Su Alteza —comentó una de las doncellas, en un claro acto desesperado por ganarse su favor.

Rubika detuvo sus pensamientos y posó su atención en ellas, dibujando una encantadora sonrisa en sus labios.

La fiesta de té organizada por la Princesa Catherine era el evento perfecto para ella. Si deja una buena impresión, podría ganarse el favor de los nobles, o mejor aún, el de su futura cuñada.

Complacida con el trabajo de las doncellas y su apariencia, pidió fuera guiada al jardín de la Eterna Primavera, en su camino sólo podía pensar en cómo hacerse notar o revelar su identidad como Princesa Heredera. Entonces, su mente entró en frenesí.

Un sendero lleno de macizos cubiertos con sus flores favoritas, la hicieron perderse por completo de la realidad.

Recordó que hace poco le confesó a Desmond lo mucho que le gustaban los tulipanes y no solo eso, había escuchado de una de las sirvientas que donde se realizaría la fiesta de té era el jardín donde Emperador dedica su amor a la Emperatriz ya que está ubicado en el corazón del Palacio Imperial.

¿Por qué se divorció Loretta?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora