Capítulo 27 - La Princesa Heredera (1)

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El Vizconde Walter y el Conde Meyer discutían sobre el lugar donde deberían hospedar a la Princesa de Randoll. No podían hacerla esperar más tiempo. El largo viaje fue agotador y sería grosero por su parte retrasar su descanso.

—El Palacio Norte es el lugar más apropiado para la Princesa —mencionó el Vizconde considerándolo oportuno.

—La Princesa fue traída específicamente a petición de Su Alteza ¿no es obvia la razón? —replicó el Conde, sacando sus propias conjeturas.

—Se requiere un procedimiento para anunciar a la Princesa Heredera. Además, si bien recuerdo, Su Alteza mencionó que era una invitada, por lo que, lo más prudente es no sacar esas suposiciones —argumentó el Vizconde.

—Su Alteza, no se había involucrado de esta manera con ninguna dama antes,—susurró en voz baja el Conde—. Y ya que tu memoria es tan buena, debes recordar que Su Alteza cambió el castigo de la primera Princesa Randoll luego de que se reuniera con la Princesa Rubika. Él nunca dejaría pasar algo así —Su rostro se llenó de una gran excitación—. Si no lo hizo por la Princesa, entonces, ¿por qué lo haría? —preguntó seguro de que el futuro Emperador se había enamorado a primera vista.

El Vizconde suspiró por la frustración, desde que se decidió que la tercera Princesa vendría al Imperio no concordaban en nada. Principalmente por sus diferentes puntos de vista, el Conde Meyer estaba convencido que el Príncipe Heredero se enamoró perdidamente de la hermosa pelirroja a diferencia del Vizconde, que cree que la repentina visita al Imperio de la Princesa se debe a un plan del que son ajenos.

—Enamorado o no. Sería problemático si termina siendo falsa esa deducción —subrayó dejando por un momento en duda a su compañero.

—Muy bien, pero —El Conde decidió acceder a lo dicho por el Vizconde— ¿Estás dispuesto a tomar la responsabilidad por esta decisión a su regreso? —cuestionó al hombre, que no parecía perturbado por la pregunta, y antes de que diera su respuesta la voz de una mujer los interrumpió.

—¿Dónde está mi hermano?

Los hombres se sobresaltaron al ver aparecer a Catherine a tan temprana hora de la mañana.

—Saludos, Alteza —Ambos hombres hicieron una reverencia y se miraron entre ellos con nerviosismo.

Por su parte, Rubika, que estaba deleitada con la conversación de los secretarios del Príncipe Heredero, especialmente por los comentarios del Conde, se levantó de su asiento para tener una mejor vista de la famosa hermana de Desmond.

—Saludos, Alteza —se inclinó dignamente Rubika para mostrar sus respetos, al igual que la doncella que la acompañaba.

La pelirroja miró curiosa a la Princesa Imperial, Catherine vestía un traje de equitación bastante revelador para su gusto, aunque era más correcto decir que se debía a sus proporciones. Era claro que la mujer reflejada en sus ojos no cumplía con el estereotipo de una mujer noble.

Rubika tuvo que matarse de hambre durante dos semanas para poder entrar en el vestido que usó en el banquete del aniversario de la fundación de su reino. Le fue impuesto un apretado corsé desde la llegada de su primer periodo para que se moldeara su pecho y cintura, con la intención de lograr una figura delgada, porque según las normas aristócratas, el cuerpo de una dama debe ser delgado y conservador, una mujer con senos grandes es considerada vulgar.

Por esa razón, Rubika se escandalizó internamente al ver la silueta de Catherine, pechos enormes, caderas prominentes y un par de piernas anchas, era un cuerpo totalmente provocativo y fuera de lo convencional para una noble. Si cualquier mujer en el reino de Randoll la viera la destrozaría a sus espaldas.

¿Por qué se divorció Loretta?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora