Capítulo 44 - Un hombre despiadado

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Henrick salió del lugar donde resguardaban al Emperador cuando la noche daba cobijo. Sus piernas no tenían fuerza, el claro ruido de sus pies al ser arrastrados era comparado al de un hombre caminando hacia la guillotina.

Tonto, tonto, tonto Duque, su fama de un hombre despiadado, 'el perro asesino del Emperador tirano' se había derrumbado.Bastó escuchar un nombre y todo se fue a la mierda.

¿Por qué no lo notó ? Si se hubiera percatado de su error.

No, nada cambiaría. Henrick era el siguiente en la línea a exterminar, en especial ahora que poseerá el puesto más alto, Vrahos siempre lo tuvo en la mira, planeaba destrozarlo mentalmente, hacerlo enloquecer y lo estaba consiguiendo.

Con rostro pálido llegó hasta su alcoba, Catherine dormía plácidamente, su rostro encantador perforó su conciencia.

—Perdóname —susurró en una voz tan baja apenas entendible—. Perdóname, amor mío. No merezco tu amor. Soy un mentiroso y un cobarde. Me aterra ganar tu odio tanto como perder tu amor. —siguió con el tono cerca de lo inaudible mientras Catherine continuó con su profunda respiración—. Sé que debo decírtelo, pero no me atrevo, dime ¿Cómo te puedo confesar que mi padre conspiró en la muerte de tu madre?

El cuerpo de Catherine se movió, dio media vuelta, estiró su mano en busca de algo o alguien y luego se colocó boca abajo abrazando la almohada antes de continuar durmiendo.

El corazón de Henrick se aceleró temeroso al creer que su esposa lo había escuchado, afortunadamente, ella permaneció en la misma posición.

Dando un respiro de alivio, el hombre en agonía enderezó su cuerpo, no podía quedarse sin hacer nada. La urgente necesidad de atrapar al líder de Vrahos lo poseyó. Debía encontrar algo un pequeño indicio, sabía por seguro que se trataba de un noble de la capital, uno malditamente tan bueno escondiendo su rastro. Cada vez que se acercaban un paso, él desaparecía dejando como único rastro un puñado de cenizas. Nada quedaba de las bodegas donde traficaron alguna vez; ni un solo trozo de información o un hueso intacto. Todo quedaba destruido, parecía como si siempre estuviera dos pasos adelante.

Henrick comenzó a sospechar de cuatro personas lo suficientemente inteligentes y con gran poder para considerarlas, comenzando por el Marqués Holter, el Conde Evalon, el Conde Arteaga y el despreciable Marqués Hubbart.

Tanto Henrick como Desmond deseaban desesperadamente encontrar una pequeña hebra que los lleve hacia Joyce, desgraciadamente por más que ha buscado el Príncipe en todos estos años no ha podido encontrar nada, ni siquiera el espía que introdujo, el Vizconde Ottelo lo único que ha dado en los últimos tres años, fue revelar a ex amante de Joyce, Lucia.

Henrick observó la silueta de Catherine una vez más y tomó la decisión— Encontraré al maldito líder de Vrahos —dijo apretando su puño—, así tenga que acabar con toda nobleza de la capita, nadie tocará nuevamente a mi familial —Con esa declaración salió de la habitación, llego hasta la alcoba al final del pasillo y cambio sus finas ropas por un traje negro.

Vistiendo una capucha y colocando un paño oscuro para cubrir su rostro se abrió paso entre la oscuridad. Hoy rodarán cabezas y las calles se vestirán de rojo, Henrick estaba dispuesto a todo para mostrarle al líder de Vrahos que jugar con el Duque Epps se convertirá en su gran error.

—Informa a Edryan que el perro anda suelto —ordenó al caballero y pronto organizó un grupo de soldados de la Legión de Caballeros Negros.


¿Por qué se divorció Loretta?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora