Capítulo 52 - El verdadero padre (3)

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Henrick se encogió de hombros y dio otro largo trago a la botella-Soy un idiota. No querrá volver a verme en su vida.

-Lo jodiste, aprende a vivir con ello y enfréntalo como hombre -declaró el soberano del imperio.

El Duque asintió sintiéndose sin sentirse mejor, sus lamentos se resumen a una única pregunta, ¿Por qué tuvo que perder los estribos tan estúpidamente?

-Supongo que esa amenaza por fin se cumplió -mencionó recordando la advertencia del Emperador y la afirmación de que estaba viviendo una vida prestada-. En el fondo, sabía que ella me terminaría abandonando, ya ni siquiera será necesario decirle lo que hizo Vladir, porque yo fui quien la alejó.

Dimitri sintió la necesidad de darle una fuerte bofetada a Henrick, sin embargo, se abstuvo; ya le había causado demasiado daño tanto físico como mental- Siempre creí que esto me haría feliz -confesó con pesar-. Imagine cientos de veces a Cat regresar a casa, odiándote más, por cada día que ella permanecía a tu lado. Nunca creí darte la mínima lástima, pero veme aquí, sentado al lado del hombre que juré odiar hasta el último día de mi vida, sintiendo empatía por él, y no lo digo simplemente porque ahora necesito de tí o de la protección que le puedas brindar a mi hija y nietos. Lo digo honestamente.

Henrick giró su rostro en dirección al despiadado Emperador, incrédulo. El hombre lo veía de una manera diferente, como si su resentimiento se hubiera disuelto.

-Debió ser difícil haberse tragado ese gran orgullo -pensó, no obstante, la embriaguez hizo que lo pronunciara en voz alta.

Dimitri rió levemente, fue un gran paso, pero se tenía que dar- Estuve mucho tiempo enojado y maldiciendo a la vida, a Dios... a mi existencia -dijo con tristeza -, que olvide que el dolor no sólo fue mío. Mis hijos también sufrieron, lloraron y se ahogaron en su tristeza. Algunos más que otros y yo, el hombre que juró velar por su felicidad, los perdió únicamente para saciar el vacío que dejó mi Eli con odio y rencor.

El pelirrojo observó al hombre arrepentimiento con la misma mirada que él le otorgaba, deseando decirle que no era su culpa, pero no se atrevió.

-Sabes Henrick -Dimitri observaba la entrada de la capilla, y pronunció las palabras que nunca imaginaría decir-. Me alegra que hayas sido tú y no otro.

Los ojos de Henrick se abrieron de sorpresa, lo mismo ocurrió con sus labios, jamás creyó que llegaría el día en el que Emperador lo aceptara, aunque no sabía, que ese hecho sucedió hace tiempo, cuando Henrick tomó el pequeño cuerpo del recién nacido y lloró de alegría pronunciando con amor y alegría 'Es mi hijo, mi Alexander', en ese momento Dimitri entendió que Henrick sería mejor padre de lo que él pudo llegar a ser, no obstante, el duro caparazón rodeando el corazón de Dimitri le impidió mostrarlo.

- ¿Es eso una disculpa?

-¿Por qué? ¿Quieres escuchar una? -preguntó arrebatadamente el soberano del imperio.

-No -Fue contundente.

- Ambos nos equivocamos. Yo soy el imbécil que se cegó por el odio en más de una ocasión, y tú, el idiota que siguió mi juego-continuó con la emotiva charla Dimitri.

-Salud, por eso -dijo el Duque levantando la botella y dando un gran sorbo.

-Veo que sigues siendo el mismo tonto -Los ojos irritados por las lágrimas se posaron nuevamente en Dimitri-. Al menos tú puedes arreglar tus errores, pero yo... -Dimitri le arrebató la botella y copió la acción de su yerno. El líquido ámbar pronto descendió por su garganta- sólo puedo imaginar lo que pudo ser si lo hubiera hecho.

¿Por qué se divorció Loretta?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora