Capítulo 18 - Las expectativas del Rey Eroan

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Hoy es el cuarto día en el que Rubika se encontraría con Desmond. Compartirán otro desayuno y Daphne, la cuarta Princesa ayudaba a Rubika a arreglarse.

—El collar de perlas irá bien con el vestido —aseguró Daphne acercando el estuche.

—Pero... quiero usar el zircón —protestó Rubika con un puchero, deseaba usar algo semejante al color de ojos de Desmond.

—Lo sé, pero no va con el estilo de este atuendo —le explicó Daphne, con una sonrisa, contemplando el hermoso vestido color crema que resaltaba fabulosamente su cabellera rojiza —¡Dios! ¡Te ves hermosa! —expresó emocionada la cuarta Princesa.

Rubika se sonrojo ante el repentino halago, no estaba acostumbrada a este tipo de atención, pero le gustaba, a pesar de que era consciente de lo momentáneo que era y de como tristemente todo esto se iría una vez que su adorado Príncipe parta al Imperio.

Rubika no deseaba ver el sueño terminar. En poco tiempo se acostumbró a ser tratada acorde a su estatus, aunque, lo que realmente importaba era el hecho de estar cerca de Desmond.

Emocionada por volverlo a ver, salió apresuradamente de su alcoba, únicamente para toparse con la primera Princesa. Rubika levantó el rostro con arrogancia, era gracioso ver cómo se invirtieron las posiciones. La tercera Princesa ahora era tratada mejor de lo que alguna vez fue Estelia, mientras que ella no sólo era ignorada sino también se preparaba para su partida a las desoladas tierras del sur, a donde son enviados todos los desterrados. Y eso era lo mejor de todo, ya no tendría que sufrir de sus constantes abusos ni preocuparse por ver su cara.

Hace un par de días, Estelia invitó a Desmond a compartir el té, ahí fue donde ocurrió su tragedia. Ese fatídico día, una de las doncellas de Estelia (ordenada por el Rey Eroan) colocó un fuerte afrodisíaco en la taza del Príncipe Heredero con la esperanza de que la droga tuviera efecto suficiente como para lograr que durmiera con su hija, entonces, lo haría responsable por la deshonra, sin embargo, eso no sucedió, el escolta personal del Desmond se dio cuenta del claro cambio en su comportamiento y actuó mejor de lo que previo el Rey Eroan. Ante tal acontecimiento la joven Princesa llevó la culpa absoluta. Y en consecuencia fue desterrada a la zona desértica del sur acusada de drogar al futuro Emperador, ganándose el odio de Rubika, quien enfureció al enterarse. La pelirroja sintió como si Estelia quisiera quitarle la única felicidad que tenía.

Rubika era la más complacida al ver como Estelia, la arrogante Princesa, había perdido todo por sus ridículas acciones, ignorando al igual que todos, que fue obra de su padre.

La Princesa Estelia pronto se volvería un desagradable recuerdo. En sus últimos días en la capital era despreciada por los sirvientes mientras que la tercera Princesa se llevaba la atención de todos. El favoritismo de su padre siempre cambiaba según su conveniencia, lo entendió tarde Estelia y era el turno de Rubika para darse cuenta, aunque si se lo dijeran, no le importaría, porque estaba feliz de ver la caída de la Primera Princesa desde las alturas.

La puerta se abrió anunciando su entrada, Rubika dibujó una sonrisa al ver la mesa colocada junto a la ventana. Fue una lástima que la lluvia apareciera un par de días atrás y no diera señales de parar, de lo contrario sus encuentros serían al aire libre donde Rubika podría presumir abiertamente el favoritismo de Desmond hacia ella.

—Bienvenida, Alteza —saludó un hombre de la edad de su padre, era el Conde Meyer, quien actualmente se encargaba de entregar los obsequios que Desmond le envía—Su Alteza, el Príncipe Heredero vendrá enseguida.

¿Por qué se divorció Loretta?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora