Capítulo 24 - No me dejes

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Desmond cabalgaba sin descanso. Su afligido corazón no le permitía tomar un respiro. Estaba buscando un pretexto para verla, y el contenido de la carta aumentó su ansiedad.

«¿En qué diablos estaba pensando?» Se preguntó tratando de entender el por qué de repente eligió ir a la presa, en especial en esta época del año. La temporada de lluvias había comenzado tarde y era imposible saber cuándo aparecería la primera tormenta en la zona.

Loretta nunca ha estado fuera de la capital por tanto tiempo, por lo cual, no conoce el clima ni las condiciones de las tierras por las que transita, y ni que mencionar del control que tiene el gremio Vrahos sobre el territorio este.

¿De qué sirve su gran conocimiento en el arte, literatura, economía, contabilidad, o hablar cuatro idiomas, si su vida estuviera en peligro? La conoce mejor de nadie y sabe que se paraliza cuando la invade el miedo. No importa las horas que dedique haciendo equitación o si tiene al mejor maestro del continente, sus habilidades cabalgando no mejorarán, además su sentido de la orientación es pésimo.

El Príncipe Heredero, forzó al caballo a ir más rápido. Estaba decidido a darle un sin fin de sermones hasta cansarse, una vez que la sacara de los peligros del bosque.

—¿Cuánto más falta? —preguntó Desmond por centésima vez.

No tenían una respuesta clara. Estaba oscuro y su mejor respuesta se basó en adivinar— Una hora o quizás dos.

Desmond maldijo tomando la delantera. Avanzaban rápidamente, pero no notaba la diferencia, al contrario, parecía como si el tiempo se ralentizara.

Transcurrieron cerca de cuarenta minutos hasta que pudieron apreciar algo a la distancia.

Varias fogatas fueron distribuidas aquí y allá entre árboles y matorrales.

Su primer pensamiento fue evitar toparse con ellos temiendo se tratara de bandidos, pero si lo pensaba detalladamente, era un grupo demasiado grande, y si ellos eran aquellos a quienes se refería Lucas en el mensaje, los guardias de Loretta no tendrían posibilidades de ganar.

Desmond no lo pensó más y se acercó, conforme la distancia se acortaba se dio cuenta que no eran bandidos, más bien, daba la impresión de que se trataba de familias que se establecen en medio del bosque.

—Investiga quiénes son —ordenó Desmond a uno de sus guardias.

El caballero se acercó a aquel que luchaba por arrancar una gruesa rama con un cuchillo. El soldado rió ante la torpeza. Después de ayudarlo intercambiaron un par de palabras antes de que la conversación terminara abruptamente, y este regresara corriendo.

—¡La presa! —gritó fuertemente— ¡La presa se rompió!

Las temibles palabras resonaron en la cabeza de los oyentes, Desmond casi cae del caballo, de no ser porque uno de caballeros lo sostuvo en el aire y evitó el impacto.

El Príncipe se derrumbó sobre el suelo lodoso e intentó correr en dirección al guardia, deseaba tomarlo por el cuello ante el descaro de decir la más cruel de las bromas.

—¿Qué mierda dices? —cuestionó el caballero de mayor rango. Nadie parecía creerle.

—Ayer por la tarde la presa se reventó. El hombre asegura que una mujer de aspecto noble los convenció de dejar sus tierras. La mayoría logró llegar hasta este punto, pero los últimos tres vagones en partir fueron arrastrados por el agua.

¿Por qué se divorció Loretta?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora