Capítulo 8 - Infierno en vida

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* * *


En cuanto Loretta recibió los papeles de divorcio, tomó sus pertenencias y se dispuso a salir de la residencia Hubbart. Decirle adiós a 10 años de su vida fue el momento más difícil de su vida, ella creyó que Joyce sería su compañero de toda la vida. El hombre que amó con cada parte de su ser la había engañado de una forma que dolía tanto en el amor como en el orgullo. El esposo a quien siempre vio como perfecto, le hizo creer que era lo más importante para él, pero todo era mentira, y Loretta lo supo en el momento en que despertó en esa habitación al lado de su hermanastro recordando el rostro de la mujer con la que compartía a su marido.

El hermoso castillo de la felicidad se derrumbó en el instante en que una mujer le hizo entender como las palabras juradas en el altar no eran del todo ciertas y el 'hasta que la muerte nos separe' estaba sobrevalorado. A partir de ese momento todo lo que creyó pasó a ser una mentira, algo que debía reconocer.

No obstante, su amor era cegador que podría haber aceptado a todas las amantes que Joyce le hubiera llevado, ellas solo estarían de paso, entonces, no importaba su orgullo herido, si al final su matrimonio permanecía inquebrantable. Pero cómo soportar el hecho de que una joven de repente aparecía y se paseaba frente a ella con algo que le pertenecía. ¿Qué seguiría? ¿Su cama? ¿Su posición? Si ya no tenía el amor de su marido ¿Por qué debía luchar?

Loretta debía demostrarse que aún se ama lo suficiente para saber que lo mejor era dejar todo lo que más atesora y salir de pie mientras todavía tuviera esa opción.

Y si Joyce alguna vez reflexionaba sobre sus errores tal vez...

—Ya ha sido cargado el último vagón, Marquesa —le informó una doncella de largo cabello rizado y rostro esplendoroso como la pieza maestra de un artista famoso.

—Ya no soy más la Marquesa, Lucia —Le recordó con un poco de amargura, mientras veía cómo se movía el frondoso cabello ondulado de la joven al bajar la cabeza avergonzada. Era un cabello tan llamativo, algo que siempre le pareció encantador en comparación a su cabello liso sin encanto. Y sin pensarlo mucho, extendió la mano y le entregó los aretes de esmeraldas que acababa de quitarse.

La joven abrió mucho los ojos ante la inesperada acción. Y sus ojos se llenaron de lágrimas.

No era lástima lo que quería Loretta y sin embargo, la estaba recibiendo de la doncella, aunque no es algo posible de evitar.

—Resaltarán entre tu hermoso cabello rizado —le aseguró al entregarlos.

Después de eso, salió de la mansión sintiendo la mirada avergonzada de cada uno de los trabajadores. Observaban con pesar cómo su señora, la mujer a quien sirvieron por tantos años, dejaba la mansión luego de la primera pelea con su marido.

—Todo está listo Alteza, solo esperamos su confirmación para poder partir al Palacio Imperial —indicó el caballero a cargo de su seguridad, esperando la autorización.

—Gracias, sir Rodrine, pero no pienso ir al Palacio, tengo otro lugar en mente —Le hizo saber, a lo que el hombre asintió aceptando la orden, y al ser ordenado por el Emperador resguardar su seguridad hasta su llegada al Palacio Imperial se dispuso a hacer la pregunta más obvia.

—¿Entonces debería llevarla a la mansión de los Condes?

La Princesa le obsequió una leve sonrisa y negó nuevamente. El caballero frunció su entrecejo en confusión, preguntándose 'entonces ¿a dónde se debían dirigir?'

—Iremos al este, a la Finca Orinelli. Ya he enviado a alguien al Palacio para informar a Su Majestad sobre mi decisión, así que no habrá ningún problema.

¿Por qué se divorció Loretta?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora