siete

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— ¡yoon-chan! — sintió como el sofá donde estaba sentado rebotaba cuando alguien más se sentó a su lado. no necesitó abrir los ojos para saber de quién se trataba; ese apodo que sólo usaba en él su madre junto con aquella vocecita sólo podía significar una cosa.

— ¿qué quieres, yeonjun? — no lo veía, pero sentía como su mentón reposaba sobre uno de sus hombros.

— ¿qué haces aquí solo? — se removió sobre el sofá, buscando alejarse sin recordar que se había sentado en una esquina.

— descanso. — le contestó con normalidad. — estoy dormido justo ahora, de hecho.

una risita de su parte fue todo lo que recibió por un momento.

— ¿no te despertarías por mí, hm? — no hizo ni dijo absolutamente nada. — por favor.

finalmente, abrió sus ojos fijando su mirada en el techo y suspiró.

— son como... niños consentidos. — negó antes de volverse hacia él. no había escatimado en que el espacio que yeonjun había dejado entre ellos era mínimo. — ¿qué quieres, yeonjun?

abultó sus labios en un puchero.

— podrías ser más amable conmigo, en primer lugar. — el menor sonrió. — a soobin le dices conejito todo el tiempo.

— no puedes decir que no te consiento también. — frunció los labios.

— sí, lo haces... pero siempre pareces ser tan frío conmigo.

— es porque contigo es diferente. — murmuró, sintiendo como el mayor reposaba una de sus piernas sobre su regazo.

— ¿en serio? ¿diferente cómo? — se acercó otro poco. yoon podía sentir como el fleco largo del castaño le hacía cosquillas en la frente y como el aroma suave de su colonia parecía hipnotizarle.

— ¿en qué estás pensando, yeonjun? — él sonrió, ciertamente tenía algo en mente que quizás yoon habría descubierto ya.

— en la única cosa que pienso todo el tiempo. — no pudo decir nada más cuando el mayor hizo del espacio que aún los separaba algo completamente imperceptible.

era la primera vez que se veía en una situación como tal, siendo aprisionado por los labios del castaño que envolvían los suyos en un beso algo descuidado, como si hubiera estado esperando por una oportunidad así por meses... y quizás lo había estado esperando.

tal vez en un momento distinto, yoon se lo habría quitado de encima, bromeando con que debía dejar de ser tan coqueto o alguna otra cosa que se le pasara por la cabeza al momento; pero justo ahora no se veía capaz ni siquiera de pensar, mucho menos cuando el mayor buscó intensificar aquel beso introduciendo con desespero su lengua en el interior de su boca.

el pelinegro sentía la cabeza tan nublada en placer que apenas pudo darse cuenta de lo que estaba haciendo cuando el sonido de la puerta de la habitación donde estaban le prendió todas las luces a ambos, quienes se separaron de golpe.

— yoonie, ¿has visto a...? — beomgyu se detuvo justo al abrir la puerta, encontrándose con un ambiente extraño que parecía demasiado fácil de leer. — ¿interrumpo algo?

ambos negaron de inmediato.

» bueno... jun, es tu turno de grabar. — el castaño simplemente asintió con la cabeza antes de marcharse lo antes posible de allí. yoon se sentía incapaz de cruzar miradas con el menor, cosa que él definitivamente notó. — ¿todo bien?

— sí... sí... ¿por qué? — él no dijo nada, todo lo que se abstuvo a hacer fue a encogerse de hombros.

— por nada... ¿me acompañas a buscar algo de tomar? — inmediatamente el mayor accedió, y ambos comenzaron a alejarse de la habitación.

por la cabeza de ninguno cruzaba la mínima posibilidad de que beomgyu los hubiera visto. era imposible, ¿cierto?

pero lo había hecho. entró justo en el momento preciso.

𝘀𝘁𝗮𝗳𝗳'𝘀 𝗽𝗿𝗲𝘁𝘁𝘆 𝗯𝗼𝘆. txt + male ocDonde viven las historias. Descúbrelo ahora