Hela Malfoy.
Para ser sincera la vuelta a Hogwarts siempre fue algo que me revolvía el estómago nerviosamente por volver a ver a mis amigos y someterme a esas pruebas mentales sobre mi estatus en la escuela. Mi hermano en cambio solo resoplaba todo el tiempo con amargura por tener que volver.
El uno de septiembre era tradición para el mundo mágico, solían preparar las calles adornadas con cosas de la escuela para dar bienvenida al nuevo curso pero ellos no tenían que sufrirlo. Volver de un verano repleto de fiestas y entrar de nuevo en la vida escolar es demasiado doloroso.
¿La buena noticia? Era el último año que pasaríamos ahí dentro antes de decidir qué hacer con nuestras vidas.
—Hela— repetidamente escuché mi nombre proveniente de la voz de mi hermano, pestañeé y centré mi vista en él—, ¿me estás haciendo caso?— Su pregunta me desconcertó cuando supe que no lo había hecho y en lo que se fijaban mis ojos.
Mattheo Riddle me sostenía la mirada, y por alguna extraña razón no me había dado cuenta de a quién pertenecían esos ojos obscuros que llevaba rato mirando despreocupadamente. Sentí un escalofrío al observar la macabra sonrisa que Mattheo puso mientras apartaba su mirada de mí y se daba la vuelta para ir tras su hermano Tom.
—Más o menos— respondí devolviendo la atención a mi hermano de nuevo, vi su rostro de disgusto y suspiré viendo el tren llegar.— Vamos, tenemos que coger asientos— le dije tirando de su manga.
Llevé a mi hermano casi que arrastras mientras íbamos hacia los compartimentos del fondo en la zona de Slytherin. El compartimento de la izquierda estaba ocupado por lo que ni si quiera me molesté en hacer el intento de entrar cuando vi de quiénes se trataban.
—Entra, qué más da— bufó mi hermano mientras yo trataba de hacerle entender que teníamos uno sin ocupar justo a sus espaldas.
—Son los Riddle, ¿no lo ves? No he hablado nunca con ellos y creo que me han declarado su enemiga natural— me defendí causando que la paciencia de mi hermano se agotara y abriera la puerta.
Tom y Mattheo ignoraron por completo la presencia de mi hermano, tan solo se centraron en la mía causando que quisiera desaparecer. Tragué en seco y mostré una seguridad falsa ante ellos, no me sentía incómoda como tal, solo nerviosa.
—¿Habéis visto a Blaise y Theodore?— Murmuró mi hermano sacando el polen para desmigarlo, yo simplemente le miré a esperas de que hiciera el porro para poder fumar.
—Creo que se han quedado donde Hufflepuff— respondió Mattheo imitando las acciones de mi hermano—, dicen que hay una chica nueva, hermana de Cedric Diggory— añadió haciendo que Draco asienta concentrado.
—Lo mismo de todos los años— suspiré y quise haberme callado la boca cuando la mirada de uno de los Riddle se posó en mí.
—Por lo que veo lo sabes muy bien— opinó Mattheo mirándome de arriba a abajo. Arrugué mi rostro con disgusto ante su mirada y su comentario, cosa que me metió en problemas, y no hicieron falta palabras para darme por enterada solo con su mirada bastó.
El resto del camino me lo pasé vagando por los pasillos y entablando conversaciones con algunos alumnos que me iba encontrando. No quise volver al vagón con mi hermano y los hermanos Riddle, porque sabía que Mattheo no me dejaría ni respirar tranquila después de ese gesto indolente que hice.
Al parecer, los Gryffindors tampoco eran personas tan desagradables si las tratabas de buena manera, pero siempre seguirían siendo la competencia. Para mí, es más el juego que trae el mal rollo entre casas que la pureza de la sangre y sus creencias.
[...]
La llegada a Hogwarts tampoco fue nada nuevo, entrar al castillo e ir directamente al Gran Comedor, después la ceremonia de selección el discurso anual de Dumbledore e irnos a las salas comunes a preparar la fiesta de inicio de año. Fue gracias a nosotros que conseguimos convencer a Dumbledore de que la segunda y la tercera noche de la primera semana de escuela no hubiera ni profesores ni prefectos rondando por los pasillos, que nos dejasen esas dos noches libres, y finalmente lo logramos.
Siendo sincera, siempre era muy constante con todo aquello que comenzaba dado que debía de acabar las cosas para que la gente confiara en mí, gracias a eso me supongo que me gané el puesto como prefecta. Aunque realmente fueron más las posibilidades de poder escabullirme por el castillo con alguien durante la noche sin que nadie sospeche las que me hicieron querer tomar ese cargo.
—¿Crees qué Pansy me vaya a perdonar?— El murmullo preocupado de mi hermano me hizo saber que por mucho que él lo negara la quería de verdad. Suspiré y acaricié su mejilla con calidez, pareció preocuparse por mis acciones, aunque más por la tardanza que me tomé para responder.
—Creo que ahora mismo el tema está muy reciente, la rechazaste de mala manera delante de sus padres y los nuestros, imagínate si padre estuvo enfadado contigo durante semanas y eso que la odia...— le respondí dejando que él asimilara poco a poco lo que había dicho—, pero sé que en el fondo ella te sigue queriendo y no va a poder estar enfadada contigo por el resto de su vida— añadí ganándome una sonrisa ladina de mi hermano.
Sus sonrisas y muestras de afecto eran escasas, tampoco es que yo las regalase pero comparada con él era algo cariñosa. Siempre valoré mucho esos pequeños momentos en los que mi hermano me cuidaba mientras estaba enferma o se quedaba conmigo hasta que me durmiera porque no podía y necesitaba su compañía, valoraba esos pequeños actos de mi hermano porque sabía que eran pocos.
Quisiera admitir que en ese momento nada jodió el encuentro entre hermanos, obviamente alguien lo hizo y no fue nada mas y nada menos que Mattheo Riddle de nuevo con su mirada intensa posada en mí y en mi hermano. No soportaba el peso de su mirada encima de nosotros dos porque era consciente de que si comenzaba a fijarse en nosotros era porque nos iba a hacer cómplices de sus maldades, y yo tenía un puesto de prefecta que conservar.
—¡Vamos, Malfoy!— La voz varonil de Blaise nos quitó de encima al Riddle que no paraba de mirarme ni un solo segundo. Agradecí por unos momentos lo inoportuno que solía ser Blaise siempre y me puse en pie antes de ir caminando a paso rápido hacia el barullo de Slytherins que iban hacia las mazmorras.
Tenía ganas de volver a entrar a la sala común otra vez y volver a tumbarme en los sofás centrales sin hacer absolutamente y criticar a los Gryffindors con Blaise mientras los demás hacen cosas. Esos eran los momentos que más disfrutaba, cuando hacía lluvia y se escuchaban las gotas impactar contra el lago, era maravillosa la sensación de calidez cuando estaba encendida la chimenea con su fuego verdoso, los alumnos reunidos en pequeños grupos por diferentes partes de la habitación y conversaciones triviales haciendo el tiempo pasar volando.
Al final eso era lo que quedaba aquí, recuerdos.