𝐇𝐄

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Hela Malfoy

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Hela Malfoy.

  Nuevo día. Nuevas metas. Nuevos líos.

  Ahora me tocaba rebuscar todo lo que Voldemort quería, una profecía perdida sabrá Merlín dónde. O puede que incluso alguien la tenga oculta en alguna parte para que nadie pueda acceder a ella por miedo a lo que pueda ser descubierto.

Me levanté y miré hacia mi alrededor viendo lo solitaria que se veía la habitación y lo bien que estaba de esa forma, puede que éste año pida mi habitación de prefecta y pueda estar sola.

—¿Hela?— La voz de mi hermano resonó por detrás de la puerta, sonreí levemente y fui a abrirle, viendo su rostro adormilado con una suave sonrisa. Lo abracé con más fuerza que nunca, con más miedo que nunca, y él no se quejó.— Pansy no se quiere levantar así que vamos yendo nosotros al Gran Comedor— me dijo con serenidad. Asentí y le hice pasar a la habitación.

—Me voy a duchar, espérame aquí— le dije mientras me dirigía al baño.

Me desnudé por completo y me miré suspirando, viendo mi torso desnudo, viendo mi piel descubierta y todo mi ser natural. Me metí a la ducha e intenté tardar lo menos posible para no dejar a mi hermano solo durante mucho tiempo.

Acabé y me envolví en una toalla reconfortándome en el calor que ésta me dio, sabiendo que ese calor era uno de los más placenteros que tenía en mi vida.

Salí y mi hermano estaba entretenido leyendo un libro que tenía por la habitación de Pansy, ni si quiera me miró cuando volví a entrar al baño de nuevo para cambiarme y ponerme el uniforme, el cual luego tendría que cambiarme para ir al ministerio de magia e intentar descubrir algo.

Me cepillé el pelo pensando en que quizás debía de recogerlo, pero preferí no hacerlo porque luego sino se me levanta dolor de cabeza. Observé el tono de mi pelo y me fijé en que era mucho mas obscuro que el de mi hermano y mi padre, puede que de alguna manera yo sea la diferente en la familia en muchos sentidos.

—¿Vamos?— Le dije cuando ya salí del baño, él me miró aprobando que todo estaba correcto y asintió.

Salimos directos hacia el Gran Comedor al ver que el resto no nos habían esperado, y tampoco les culpo dado que tardé lo mío en prepararme. Mientras íbamos caminando las miradas y murmullos de muchos alumnos se enfocaban en nosotros, mi hermano tampoco se molestó en buscarle alguna explicación pero yo supe porqué era.

Temí ver a Tom esa mañana después de que el principal tema de conversaciones de casi todos los alumnos de la escuela sea que anoche nos vieron pasear por los jardines cogidos de la mano. Aunque realmente solamente había ido al lago negro y lo encontré ahí. Quise pensar en que puede que él no le haya dado importancia alguna debido a que solamente eran habladurías de la gente, pero a mí me preocupaba que se enterara mi hermano.

—¡Hombre! Ojos que te ven— Adrián Pucey se puso en pié para abrazarme, fruncí el ceño confusa pensando en que seguramente lo haya visto alguna de las primeras tres noches en las fiestas. No negué su abrazo, aunque estuve a punto de hacerlo cuando sentí esa mirada clavarse en mi espalda.

𝐄𝐔𝐏𝐇𝐎𝐑𝐈𝐀- 𝐌𝐀𝐓𝐓𝐇𝐄𝐎 𝐑𝐈𝐃𝐃𝐋𝐄.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora