𝐓𝐑𝐀𝐃𝐄

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Hela Malfoy

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Hela Malfoy.

¿Cómo era despertar en Hogwarts el tercer día? Pues todo lleno de gente gritando mientras preparaban la pedazo de fiesta que se celebraría hoy por la noche. La última fiesta siempre era la mejor de todas, y he de admitir que éste año los que se encargaban se lo habían currado bastante.

Levantarte con resaca no era de lo mejor que podía tener aunque a veces era la excusa perfecta para no asistir a clases y fingir estar enferma. Ir al Gran Comedor con todo el mundo gritando y las luces tan fuertes que colgaban del techo hacía que la vida se viera como una carrera de obstáculos.

—Estás pálida— me dijo Blaise dándome golpecitos en la cara, lo fulminé con la mirada y seguí intentando alimentarme entre ese mar de gorilas.

—Ella es pálida de por sí, no te creas, eh— aportó mi hermano al que ni si quiera me molesté en mirar, me bastó con mover un poco mi pié y pisarlo con fuerza.— Pero aún así es preciosa— añadió y yo sonreí victoriosa por saber que le había dolido.

A unos pocos metros de nosotros se encontraban los Riddle desayunando con sus expresiones serias de siempre. Nunca se les veía en las horas de comer con ninguno de sus amigos, realmente sus amigos eran mi hermano y el grupo entero sin incluirme a mí. Nunca comprendí muy bien su forma de ser y creo que tampoco era algo que me convendría saber.

  —Tengo que ir al baño— murmuré luego de hacerle una seña a Tom para que viniera conmigo.

  Me levanté y supe de alguna manera que Tom venía detrás de mí, a medida que iba llegando al baño oía sus pasos tras de mí. Llegamos casi que a la vez y su mirada no emanaba nada más que curiosidad.

  —Hoy por la noche no quiero que haya ningún tipo de escándalo, que nadie vea ni a los mortífagos ni a tu padre ni quiero que haya heridos— le advertí sacando esa parte valiente de alguna parte. Él estaba en silencio analizando mis palabras y tanteando cada uno de mis movimientos.

  —Es cierto que mi padre está acostumbrado a pisar fuerte allá donde va, pero aquí en Hogwarts no se va a arriesgar a hacer nada— sus palabras fueron sinceras, o eso parecía.— Recuerda bien todo lo que te diga y sobretodo no te niegues a nada— esas últimas palabras me hicieron sentir algo extraño en mi interior, la manera en la que me miró me hizo comprender que su manera de preocuparse por la gente era a base de advertencias.

  ¿Tom Riddle se preocupaba por mí? Puede que sea por algún tipo de interés personal que tenga porque no creo que alguien como él se vaya a preocupar por alguien como yo.

  —Hagamos un trato— le propuse y él arqueó una ceja apoyándose en la pared—, yo hago todo lo que tu padre me pida sin pedirte ayuda y tú me ayudas en una cosa— le dije y suspiró.

  —¿Qué cosa?— Preguntó antes de decir nada, pensé bien las palabras que iba a utilizar y cogí aire dispuesta a hablar.

  —Que alejes a tu hermano de mí— le respondí y supe que iba a aceptar cuando elevó levemente su cabeza para mirarme con intensidad y seriedad.

  —Está bien— asintió dispuesto a irse, pero se frenó en el umbral de la puerta—, hubiera aceptado incluso sin ofrecerme tu parte— agregó antes de irse, dejándome con una curiosidad nueva.

[...]

  Llegó el momento en el que mis pies iban en dirección a la torre de astronomía, el momento en el que iba a descubrir lo que Voldemort tenía pensado para mí y para mi hermano.

  ¿Tenía miedo? Parecía que no, no al menos durante el camino, luego quizás sí.

  —¿Dónde vas?— La voz de Theodore me hizo frenar en seco y darme la vuelta para mirarlo, relamí mis labios y pensé rápido.

  —A la torre de astronomía buscar una cosa que se me quedó ayer— mentí intentando ocultar el nerviosismo que sentía por ser descubierta y que se lo dijera a mi hermano. Por su expresión supuse que se lo había tragado, pero le conocía muy bien y algo me decía que sospechaba.

—Cuando acabes ven a las mazmorras, ésta noche nos quedamos en nuestra sala— me respondió con plena normalidad lo que hizo que respirara con tranquilidad. Sonreí y asentí.

Continué lo poco de camino que me quedaba hasta llegar a las escaleras que me conducirían a la torre, relamí mis labios mirando las mismas y con mis pies indecisos comencé a subir los escalones.

A medida que iba subiendo me permitía oír varias voces varoniles, una que era desgarradora e inconfundible me hizo comenzar a temblar, ahí sí comencé a sentir miedo de verdad.

Llegué hasta el final de las escaleras e hice frente a mis responsabilidades entrando a la torre y viendo a los hombres más conocidos como mortífagos cubiertos por los trajes negros de siempre, a Tom junto a su padre y finalmente a Voldemort.

—Hela Malfoy— murmuró haciendo que sienta un leve escalofrío, alcé mi mirada hacia él y controlé mi respiración.— Creí que la ausente serías tú, pero parece que me he equivocado— comentó dando pasos lentos hacia a mí. Mi mente estaba bloqueada y ni si quiera podía emitir ni un solo ruido por mucho que me esforzara.— Supongo que tengas que volver a la fiesta antes de que nadie sospeche así que te diré rápido lo que tienes que hacer, ¿bien?— Oía sus palabras como un zumbido de una mosca. Miré a Tom por un momento e hizo que volviera a la realidad de nuevo, pestañeé unas tres veces y volví a mirar a Voldemort.— Llevo años intentando conseguir una profecía que de la nada ha desaparecido y quiero que tu hermano y tú la busquéis— me dijo ocasionando que las ganas de replicarle las cientos de maneras que tiene él para poder acceder a toda la información que quiera y los pocos recursos que tenemos Draco y yo.

—¿Hasta cuándo tenemos?— Pregunté y para mi sorpresa mi voz no tembló, salió fuerte y segura.

Vi una pequeña sonrisa por parte de Voldemort, fue espeluznante tenerle mirándome de esa manera.

—Hasta dentro de treinta días— me respondió haciendo que me pare a pensar durante unos pocos segundos y me dé cuenta de la fecha.

Dos de octubre.

Puede que solamente fuera una mera coincidencia pero Mattheo sabía cosas que necesitaba unir y encajar para entender absolutamente todo. Las palabras de Tom y los juegos de Mattheo son una especie de gincana que al final me harán llegar a un lugar del que jamás podré salir.

Por lo pronto sabía que tenía que volver junto con mi hermano y el resto, le pedí a Tom que me dejara su libro para disimular y él pareció no importarle mucho. Me lo dio y casi que salí corriendo, no porque llegaría tarde a alguna parte, sino porque la situación era muy incómoda, el aura era muy espeso y Lord Voldemort me ponía los pelos de punta.

  Llegué a las mazmorras y vi a mi hermano a lo lejos, ya tenía la ropa para la fiesta puesta así que no tenía que pasar por mi habitación para nada. Me acerqué al grupo y me tumbé en el sofá junto con mi hermano, Pansy estaba hablando con Theodore y Adrián mientras que Blaise contaba chistes malos a unas compañeras del año pasado.

  —¿Dónde estabas?— Me preguntó mi hermano con su ceño fruncido, alcé el libro en mi mano y él miró la portada confuso.— ¿Artes oscuras?— Volvió a preguntar y maldije a Tom por pasearse con ese libro por la escuela.

  —¿Qué? Éste año quiero aprobar con muy buenas notas— mentí saliendo al paso sin problema. Mi hermano se limitó a asentir y me ofreció de su bebida.

  Di un largo trago con mi mirada fijada en los ojos de Mattheo, llevaba rato mirándome debido a que era difícil ignorar una mirada como la suya. Le pedí ayuda a Tom para que lo aleje de mí, pero si él quería jugar íbamos a jugar.







  *En el tablón de anuncios en mi perfil tenéis una sorpresita relacionada con la historia.

𝐄𝐔𝐏𝐇𝐎𝐑𝐈𝐀- 𝐌𝐀𝐓𝐓𝐇𝐄𝐎 𝐑𝐈𝐃𝐃𝐋𝐄.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora