Mattheo Riddle.
Hela Malfoy era el prototipo de chica que siempre he soñado y ahora saber que iba a pasar mucho más tiempo con ella me hacía comprenderla mejor. Ver cómo se rompe ante mí y me deja verla así me hace querer cuidarla, tener un sentimiento que nunca creí capaz en mí.
Quería besarla. Quería follarla. Quería mandarla a la mierda. Quería olvidarla. Pero me enamoré.
Iba a ser muy difícil controlarme sabiendo que mi hermano también iba a compartir tiempo con ella, sé que mi hermano tampoco está muy centrado en Hela porque casi no la presta atención, pero si quería follársela lo iba a hacer pasando por encima de mí.
Hela era suave pero podía llegar a doler como el pinchazo de una rosa, era pura y obscura a la vez, era una mezcla ideal para esconder un gran poder en su interior. Nunca había visto algo parecido en nadie y eso era ella, una mezcla nunca vista, pero perfecta.
He visto la manera en la que se ha roto delante de mí, y notado la forma en la que sus ojos hacían sentir que había algo en ella que me iba a hacer cambiar todo en mí.
—Mattheo— la voz de mi hermano hizo eco en mis oídos mientras cerraba mis ojos sin querer verlo, él se sentó a mi lado en la sala común. Mi mente puesta solamente en el fuego verdoso de la chimenea.
—¿Qué?— Bufé cuando me di cuenta de que no iba a decir nada hasta que no le respondiera.
—¿No crees qué ayudar a Hela es boicotearnos a nosotros mismos?— Su pregunta me tomó por sorpresa, ¿a qué venía eso? Se suponía que teníamos que ayudarla en todo, ¿no?
—¿A nosotros mismos? No tenemos nada que ver con la profecía— le respondí confuso, él asintió en un suave suspiro.
—La profecía se perdió por nuestra culpa hace muchos años, pero padre nunca nos dijo nada por ello— me contó dejándome todavía más confuso. Quise preguntarle, pero sus palabras se adelantaron y obtuve la respuesta primero.— Fue una noche que padre tuvo que salir por algo de los carroñeros, tú ya estabas dormido pero yo no podía parar de pensar en la profecía, quería saber qué ponía ahí y no pude aguantarme. Bajé a la sala donde padre guarda todas las cosas de suma importancia y la vi, oí unos pasos acercarse y salí corriendo con la profecía en la mano, no sé qué pasó ni en qué momento pero desapareció de mis manos de repente, y desde aquel día está perdida— me relató dejándome boquiabierto, él mantuvo su expresión seria mientras que yo siquiera sabía cómo debía de actuar ni nada.
—Osea que estamos en problemas gracias a ti— fue lo único que pude expresar, con lo único que me había quedado de toda la historia. Mi hermano hizo una mueca de fastidio antes de asentir resignado.
Suspiré con frustración y supe que necesitaba relajarme, me levanté sin decirle nada a Tom y me fui a mi habitación en completo silencio. Mi mente iba medio nublada debido a que las cosas que iban sucediendo no tenían ni pies ni cabeza.