𝐌𝐔𝐆𝐆𝐋𝐄 𝐖𝐎𝐑𝐋𝐃

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Mattheo Riddle

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Mattheo Riddle.

  Haberla oído decirme eso me ha dejado un mal sabor de boca, saber que ella se arrepiente de lo que siente por mí me hace sentir como una mierda. Ella era tan perfecta que sabía que tenía que aguantar bastante para poder llegar bien lejos a su lado.

Poderla ver despertar es algo simplemente maravilloso, ver cómo duerme y la manera en la que se retuerce de vez en cuando me encantó tanto que ahora me es imposible cerrar los ojos sin tenerla a mi lado y pegada a mí.

Era una tortura estar lejos de ella ahora que me había acostumbrado a su compañía, pero en éste viaje que tenemos estaré siempre junto a ella.

—Mattheo— la voz de mi hermano sonó al otro lado de la puerta, bufé porque me había cortado el momento de pensar en Hela. Me levanté de la cama y me dirigí hacia la puerta para abrirle.

—¿Qué quieres?— Le pregunté con un tono seco, él entró en mi habitación sin decir nada y yo suspiré cerrando la puerta. Me di la vuelta y lo vi apoyado en mi escritorio, ambos nos cruzamos de brazos.

—Tengo que ir pasado mañana al mundo muggle, padre me necesita dos días— me dijo, mi mirada se tornó oscura y oculté una sonrisa triunfal.

—Ésta noche saldremos Hela y yo, nos está esperando un coche en el mundo muggle así que no hay problema alguno, yo te iré a buscar cuando llegues— le respondí de manera reservada, aún siendo consciente de que por mucho que ocultara mi alegría él ya sabía de mi estado.

Mi hermano no dijo nada más y salió de mi dormitorio dejándome de nuevo con Hela en mi cabeza, pensé en ella en todo momento mientras hacía la maleta, y sobretodo en cómo decirla que mi hermano se retrasaría y emprenderíamos el viaje ella y yo solos. La conocía y sabía que eso la iba a asustar debido a todo lo que estaba sucediendo entre ella y yo, pero no pensaba cancelarlo, y ella sabía que no se podía por el simple hecho de que nos era necesario ir descartando opciones.

Salí de mi habitación directamente hacia la de Pansy y Hela para hablar con Parkinson, ella me iba a dar buenos consejos para estos días con Hela, me iba a enseñar a convivir con ella debido a que sé que no va a ser tarea fácil. Llegué a su dormitorio y toqué un par de veces antes de entrar, quise ser recibido por mi chica, pero fue Pansy quién lo hizo.

—Venga, entra— me dijo haciéndose a un lado para permitirme pasar. Una vez lo hice fui directo a su cama y me tumbé en ella boca abajo, aspirando su olor en la almohada.

—¿Hela es muy maniática? Odio la gente maniática— la pregunté para poder quedarme tranquilo de una buena vez.

—Pero si tu hermano lo es— me dijo sin responder a mi pregunta, yo exhalé con fuerza.

—Por eso— dije con obviedad escuchando una risa por su parte—, ¿sí o no?— Inquirí en el tema para poder recibir mi merecida respuesta.

—No, no lo es— me contestó permitiéndome estar tranquilo por ello, se sentó en la cama de Hela junto a mis rodillas y yo me puse de costado para poder verla.— No la fuerces, Mattheo— me dijo y yo fruncí el ceño confuso.

—¿Cómo que no la fuerce?— La pregunté disperso en el tema, ella relamió sus labios y frotó sus manos contra sus muslos buscando las palabras correctas.

—Tienes que entender que para Hela todo esto es algo inimaginable, el simple hecho de saber con quién se está viendo debe de destrozar todo tipo de principios en su mente, tú has roto todos sus esquemas y eso la ha gustado, ahora no la fuerces a que sienta por ti ni nada, deja que ella poco a poco vaya haciéndose a lo que siente— me explicó, yo la escuchaba con atención mientras mi mirada se perdía en algún punto de la habitación.— También tienes que saber que ella es más fuerte de lo que parece y odia que intenten protegerla, si ella te dice que está bien preocúpate bastante, no suele comer mucho y hay que estar encima de ella para que lo haga, y sobretodo sé tú mismo con ella porque eres el único que la hace sentir viva— concluyó dejando que me tome unos segundos para asimilar todo lo que me había dicho, sobretodo lo último.— Me voy a clase, tú sigue sin ir como todos los años y luego vas y suspendes— me dijo intentando convencerme para que asista a clases.

—Ya sabes, querida, que para mí el curso comienza en noviembre— la respondí haciendo que ella niegue divertida. Se fue de la habitación después de haber intentando por varios minutos que fuera a clase, me dejó ahí solo, tirado en la cama de Hela pudiendo tener a mi alcance cualquier cosa que quisiera, pero realmente solo quería estar ahí.

Era consciente del efecto que causaba en ella, pero ¿tan notorio era? No fue ninguna mentira saber que éste año Hela Malfoy era otra completamente diferente a la de otros cursos, ella ahora era una versión mejorada de lo que era antes.

  Supe que debía de hablar con ella cuanto antes, pero también supe que mi hermano usaría esa excusa para acercarse a ella. Me quité ese trabajo de encima dando por su puesto que Tom lo hiciera, de lo contrario tampoco pasaría nada.

[...]

  Llegó el momento de subirnos al coche en el mundo muggle, ella estaba asombrada por todo lo que sus ojos estaban conociendo en ese momento. Yo tenía un brazo rodeando su cintura mientras que un trabajador de la tienda en la que alquilé el coche me da la llave.

  —Que disfruten del coche, cuando hayan acabado solamente tienen que llamar a nuestra central y enviáremos una grúa, ahí les cobraremos por el tiempo en uso— nos dijo con una sonrisa amable, tanto Hela como yo dimos un leve asentimiento manteniendo nuestros rostros igual de serios e inexpresivos que siempre sin querer alargar mucho más la conversación.

  Hela se subió de copiloto mientras que yo conducía en dirección al motel que habíamos mirado mi hermano y yo. La miraba de vez en cuando y ella lo sabía perfectamente, el viento revolvía su pelo rubio haciéndola lucir más sexi que nunca.

  —Una foto dura más— comentó con sorna sin si quiera mirarme, sonreí con fastidio por saber que ahora era ella quién tomaba el mando en muchas situaciones, aunque tampoco me importaba.

  —No me provoques...— la advertí con una sonrisa, ahora ella sí que me miraba con diversión y lujuria.

  —Llevamos todo el camino aburridos, ¿no te apetece divertirte?— Sus palabras dieron paso a lo que me hizo despertar por completo luego de varias horas conduciendo.

  Deslizó su ropa interior por sus piernas y luego la dejó caer a la parte de atrás del coche, sus pupilas se dilataron cuando me vio relamer mis labios mirando sus piernas desnudas. El vestido azul que llevaba resaltaba su cuerpo a la perfección, pero poder ver su escote ya era otro tema a parte.

  Se movió en su asiento y apoyó su espalda contra la puerta, sacando su cabeza por la ventanilla y dejándome quedarme con una imagen ideal de ella. Sus piernas se abrieron ligeramente cuando su cabeza volvió a su lugar y sus ojos observaban que la hiciera caso a pesar de ir conduciendo.

Me iba a acabar volviendo loco.

𝐄𝐔𝐏𝐇𝐎𝐑𝐈𝐀- 𝐌𝐀𝐓𝐓𝐇𝐄𝐎 𝐑𝐈𝐃𝐃𝐋𝐄.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora