Hela Malfoy.
Después de haber estado literalmente desaparecidos de la faz de la tierra, Mattheo y yo decidimos que sería buena idea ir a cenar por mucho que tuviéramos que aguantar después de la escenita de ésta mañana con Astoria Greengass.
No había vuelto a pisar el Gran Comedor desde ese momento, pero tengo por seguro que no por ello se han calmado los ánimos y me van a dejar cenar tranquilamente.
—¡Hela! Por las mismísimas barbas de Merlín, ¿dónde se supone que has estado? Y, ¿por qué vienes con Mattheo?— Mi hermano comenzó a hablar a una velocidad alucinante, yo no pude contener una leve carcajada y mi hermano sonrió igual que yo.
—Mañana tenemos que hablar, a las nueve y media quiero que estemos tú, Pansy, Blaise, Theodore, Mattheo, Tom y yo en mi habitación, ¿vale?— Le respondí dejándole todavía más confuso. Creo que no solamente le confundió que añadiera a los Riddle a la reunión, sino que evadiera su pregunta sobre Mattheo.
—¿Mi hermano?— Me cuestionó Mattheo con su ceño algo fruncido.— Yo no dije nada de Tom— volvió a negarse y yo suspiré pesadamente.
—Cuantos más seamos mejor, y no podemos confiar en cualquiera— le respondí y mi hermano ya supo que no tenía mucho que hacer en esa conversación por lo que optó por irse a sentar.
Ahí fue cuando me fijé en Tom, la manera en la que estaba comiendo solo y no le importaba en absoluto. Le envidié por saber que a él le importaba la opinión de los demás una puta mierda y que siempre iba a llevar sus límites más allá de lo que el resto le permite.
No pude sentarme con Mattheo y Tom solamente sabiendo que eso solamente iba a alimentar a las malas lenguas para seguir inventando acerca de Tom y yo. Agarré al resto y nos sentamos todos juntos en una forma de no llamar tanto la atención, aunque creo que no funcionó para absolutamente nada.
—¿Por qué nos sentamos con los Riddle?— Me preguntó Pansy en un susurro, yo la miré ceñuda por unos segundos.
—Luego lo vas a entender mejor— la respondí en un suave murmullo. Ella simplemente asintió sin querer darle más vueltas al tema.
Mi hermano me miraba de vez en cuando con reproche, solo ahí supe que él se había enterado de algo que no se debía de haber enterado. Hasta ese momento lo único que hice fue dar algunas sonrisas silenciosas mientras el resto me hablaba y revolvía la comida en el plato.
—Vamos— la voz de mi hermano fue seca pero lo suficientemente expresiva como para saber que algo malo me iba a decir.
Salimos fuera del Gran Comedor, pero sus pasos no cesaron en ningún momento hasta que llegamos a su habitación. Supe que era un tema de suma importancia cuando me llevó hasta su dormitorio para hablarlo.
Cuando llegamos él cerró la puerta e hizo un hechizo para que no se pudiera escuchar nada al otro lado de la puerta. Me miró con severidad y suspiró con pesadez antes de tomar mi mano y hacerme sentar en la cama junto a él.
—¿Por qué no me lo dijiste? Joder, Hela, sabes que no ibas a poder hacerlo sola— me reprochó sin si quiera mirarme a los ojos, yo suspiré pesadamente sin encontrar un buen argumento en mi cabeza.
—Draco...— murmuré intentando salir al paso dándome cuenta de que todas las excusas que me había puesto estos días no valían para nada.
—Vamos, Hela— me animó él irónicamente, yo le miré a los ojos y sentí una frialdad tan dolorosa que me hizo saber que me estaba castigando en ese mismo momento.
Pero no me mostré débil, mostré esa fortaleza que usaba con los Riddle pero ahora con mi hermano para hacerle ver que no era tan débil como parecía y que podría con esto yo sola. O eso creo.
—Quería que tú llevaras éste año tranquilo y sin ninguna preocupación acerca de Voldemort, solo lo he hecho por ti— me defendí dejando salir ese lado malo de mí. Mis demonios consiguieron ganar la batalla y dejé que mi impulsividad ganara.
—Sabes que nunca he querido que cargues con nada y mucho menos con algo mío— me dijo con preocupación, su mirada ya no era dura, era más tranquila y compasiva.
—Draco, es nuestro último año en Hogwarts y el que más vas a disfrutar, yo ya he disfrutado todos estos años, ahora te toca a ti— las palabras iban saliendo casi sin darme cuenta realmente de lo que estaba diciendo.
Me sorprendió el cambio repentino que había tenido mi hermano durante unos pocos minutos durante la cena. Lo miré tanteando sus movimientos e intentando descifrar el verdadero motivo por el que se encontraba ahora de esa manera, y solo pude llegar a la conclusión de que se estaba culpabilizando por lo sucedido, cuando no era su culpa.
—Hela, tenemos que estar unidos, el uno con el otro como siempre hemos estado— me suspiró y yo subí mi mano hasta su rostro para acariciarlo con cariño, haciéndole sentir que todo estaba bien y yo estaba ahí sin echarle nada en cara.
—Lo haremos todos juntos a partir de ahora, ¿vale? Todo el grupo encontraremos la profecía antes del dos de octubre y estará todo bien— le susurré de a poco él se iba tumbando con su cabeza en mis piernas y cerraba sus ojos buscando calma.
—¿Puedes dormir hoy conmigo? Por favor— me pidió y yo sonreí divertida por lo infantil que era a veces, pero siendo sincera yo también lo necesitaba.
No le dije nada mas y solo me puse en pie para ir a su armario y sacarnos algo de ropa para dormir. Era mi hermano por lo que no tenía vergüenza alguna de ponerme algo que me quede mal o algo así.
Él se quedó en la habitación mientras yo me cambiaba y luego nos tumbamos juntos en la cama, nos tapamos y suspiramos a la vez mirando al techo.
—Es nuestro último año en Hogwarts— murmuró haciéndome sentir nostálgica por todos estos años en la escuela—, ¿no te sientes rara al saber que ya no vamos a volver a aquí?— Su pregunta casi que me tomó por sorpresa al conocer lo que odiaba mi hermano Hogwarts. Lo miré ceñuda, cuestionándome si realmente iba a echar en falta todo esto.
—Creo que lo voy a echar mucho de menos, pero estoy muy segura de que algún día volveremos de nuevo— le respondí hablando más con el corazón que con la cabeza, e incluso me sorprendí por hacerlo debido a que nunca creí que las palabras en algunas ocasiones podían salir realmente de los sentimientos.
Él giró su rostro para mirarme también antes de depositar un beso en mi mejilla y suspirar girando su cuerpo por completo a mí y cerrar sus ojos. Llevó sus manos debajo de la mejilla que apoyaba sobre la almohada y abrió sus ojos de nuevo para mirarme al menos unos pocos segundos antes de volver a cerrarlos. Y volvió a suspirar.
—Buenas noches, Hela— me susurró acomodándose de nuevo sobre la cama, al menos respetando mi hueco en la misma. Llevé una de mis manos a su muñeca y la tomé con un poco de fuerza como solía hacer a veces cuando dormíamos de pequeños, a Draco le encantaba.
Anhelé volver a estar en primer año y tener todavía esos seis años por delante para disfrutar de nuevo de Hogwarts desde el principio. Era gracioso cuando nos perdíamos a posta por el castillo para perder clase y así tener una buena excusa para no acudir. O sabernos todos los horarios de los profesores para poder liarla por ahí. Todo era maravilloso y no te dabas cuenta hasta que te tocaba despedirte de ello.