Hela Malfoy.
Para mí la primera fiesta del curso era la más importante al menos si acababas de empezar a entrar en los estatus de la escuela. Yo ya tenía más que ganado mi puesto como princesa Slytherin junto con mi hermano por lo que ya no tenía la necesidad de volver a sentir de nuevo esa presión por encajar.
La primera noche era más como de gala por así decirlo, en ésta noche nos vestíamos de maneras elegantes y mostrábamos el lado Slytherin, esas apariencias de la realeza. Idioteces.
—¿Y éste?— De nuevo la indecisa voz de Pansy me interrumpió mi maquillaje, la miré a través del espejo antes de girarme por completo para verla directamente. Abrí mi boca sin darme cuenta y ella frunció el ceño.— ¿Hela?— Murmuró buscando mi opinión acerca del vestido.
—Estás preciosa— tartamudeé perpleja por lo que estaba viendo. Un vestido verde con piedras brillantes y algo más obscuras que los tonos del vestido, una cola no muy larga y tampoco despegada a su cuerpo. Perfecta.
—¿Crees qué le guste a tu hermano?— Murmuró yendo hacia el espejo apoyado en la pared, yo sonreí casi que por inercia al ver como ambos dejaban que su orgullo ganara la batalla e impedían ir hacia el otro y besarlo.
—Creo que le va a encantar— me sinceré tanto como pude, estuve algunos segundos más mirándola y luego volví a mirarme al espejo para finalizar con el highliter y poder ir a calzarme.
Mientras ella tarareaba alguna melodía que incluso a mí se me hizo familiar, yo recogía un poco el dormitorio debido a que sacarlo todo de la maleta y no colocarlo en el armario fue muy mala idea. Pansy siempre era quien me ayudaba a colocarlo todo, y ella siempre lo sabía hacer sola.
No me consideraba una niña malcriada pero la manera en la que vivo en la mansión y la que vivo en Hogwarts me hace tener que sentirme algo rara en algunas ocasiones. Veo al resto de alumnos convivir como si nada, guardándose dentro las ganas de ir donde Dumbledore y exigir armarios más grandes o al menos más lugares donde poder guardarlo todo.
No me podía quejar, al menos los prefectos teníamos habitaciones para nosotros solos si lo queríamos, pero preferí quedarme con Pansy en la habitación conociendo lo poco que la gustaba quedarse sola en el dormitorio, más conociendo a los chicos que pululan por los pasillos.
—Venga, vamos— la animé haciendo que ella se mire de nuevo al espejo indecisa por su vestido, apreté momentáneamente su mano haciéndola saber lo bien que se veía.
Salimos de la habitación y fuimos directas hacia la sala común que ya se encontraba alborotada de gente, yo no quise esperar a los chicos por lo que accedimos con sencillez a la barra donde pedimos un par de copas.
—Deberías de hablar con Draco, está que se muere por conseguir que lo perdones— la confesé mientras removía la pajita por las orillas de la copa. Mi mirada posada en Pansy con intensidad para hacerla creer que era lo mejor que podía hacer.