Las semanas se pasaron volando y los días en la oficina cada día se volvían más intensas, nuevos clientes y muchas reuniones por asistir, Mijail desde que tomó la iniciativa de ser nuestro cliente ahora está más presente en la empresa, a Tyler no le da mucha confianza, pero no podemos perder a nadie ahora que nos está yendo tan bien. Ahora estoy bastante estresada porque en unos días se acerca la boda de Liam y Eva y aún tenemos que ayudarla con los últimos preparativos, hoy me he tomado la libertad de cogerme el día libre para poder verla con el vestido de novia que le ha hecho Tamy, lleva volcada en él desde que nos enteramos de que se iban a casar y en cierto modo entiendo que quisiera despejar su mente con ello. Dejando aparte todos los problemas que hemos tenido, ahora es un buen momento para celebrar algo tan bonito como una boda y la unión de dos personas que se aman es algo especial que todos deberíamos de presenciar. Ellos no lo saben, pero les he regalado la luna de miel a París porque sé que les hace mucha ilusión estar en una ciudad tan romántica y, además, no ha sido un gran gasto y tenemos la suerte de disponer tanto dinero como quisiéramos, aunque con ciertos límites. Hoy no he podido resistirme en ponerme unos de los trajes que me compré por primera vez cuando empecé a trabajar en la empresa de Max, me da nostalgia recordar cómo me veía, asustada, nerviosa... en fin últimamente estoy muy melancólica.
— ¿Estás segura de que le va a gustar el vestido? —le pregunte en voz baja a Tamy.
— Que poco te fías de mí, pues claro que sí —Eva estaba hablando por teléfono mientras nosotras esperábamos a que terminara—. Voy a buscarlo —se levanta del sofá y en lo que se va, Eva regresa.
— ¿Dónde ha ido?
— A por tu vestido —sonrío.
— Estoy muy nerviosa —sus piernas le temblaban.
— Eh tranquila —le doy mi mano—. Tamy conoce muy bien tus gustos, confía en ella, es una experta.
— Bueno, ¿qué? ¿Estáis listas? —salé sonriendo Tamy con un vestido que no podíamos ver porque estaba dentro de su bolsa.
— Venga, vamos —nos levantamos y fuimos a la parte dónde tiene los espejos.
— Verás cielo, como sé que tu estilo es algo bohemio, he tenido en cuenta los detalles —dice más nerviosa que Eva—. Pero si no te gusta puedes decírmelo y podemos ir a la primera tienda a por un vestido.
— Oh, venga, enséñalo —Tamy fue bajando la cremallera y no despegamos la vista.
Cuando lo sacó no podíamos creer que lo estábamos viendo, el vestido era precioso, no tenía algunos bordados, los justos y necesarios para no parecer un mantel, la espalda era abierta y tenía un largo perfecto, Tamy y yo nos quedamos mirando la cara de Eva, no sabíamos cómo interpretar su mirada, no sabíamos si le gustaba o lo odiaba.
— ¿Y bien? ¿Qué te parece?
— Yo... es —no podía hablar.
— Lo sabía, no te gusta —Tamy decepcionada se lleva las manos a la cara.
— No, espera, Tamy —Se levanta para ir a abrazarla—. Es precioso.
— ¿De verdad?
— Sí, es perfecto —comienza a llorar—. Sabía que hicieras el vestido que hicieras iba a ser perfecto.
— Oh, gracias —se vuelven a abrazar—. Venga, no voy a estar contenta del todo hasta que no te lo pruebes.
— Cierto.
Ayudamos a ponerle el vestido y cada centímetro de él le quedaba a la perfección y sin duda alguna me sentía orgullosa de todo el trabajo que ha hecho Tamy todo este tiempo en hacerlo, tiene un talento innato y lo sabe aprovechar al cien por cien.
— Solo te falta el velo o lo que te quieras poner —dice Tam.
— Bueno, he estado pensando que en vez de un velo quiero una corona o algo parecido, pero tengo que ir en busca y captura.
— Entonces no perdamos el tiempo y vayamos de compras antes de comer.
— Espera, deja que te saque una foto —dije ilusionada—. A demás, si quieres buscar una tiara tienes que tener una idea.
— Cierto —dijeron las dos.
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Al final del destino
RomanceNunca me hubiera imaginado estar en esta situación, hace dos años mi vida cambió de la noche a la mañana. Llegué a Nueva York con mi hijo y mi mejor amiga Tamara para poder empezar de cero, necesitaba encontrarme a mí misma y empezar a trabajar para...