Capítulo 30

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*Sofía*

Tyler me había partido el corazón, y era obvio que él está enamorado de esa chica tan misteriosa de la que no sé nada, había tenido muchos novios, pero ninguno me había hecho sentir así, como lo ha hecho Tyler. Quizás no le conozca tanto, pero quiero hacerlo, no me importa si tiene novia o no, pero a su lado me siento bien, puedo ser yo misma. Sé que él también está sintiendo cosas por mi así que no voy a perder esta oportunidad de conquistarlo.

Había recibido varios mensajes y llamadas por su parte, en los mensajes decían que se marchaba otra vez a Nueva York, pero no quería hablar con él y no después de lo de anoche. Estoy a punto de hacer una locura y espero no arrepentirme de ello. Mi padre me mando a llamar a su despacho, desde anoche no le había visto y seguro que anda bien encabronado.


— ¿Querías verme, Pa? —entré al despacho.

— Sí mija pásale —dijo extraño mirando unos papeles.

— ¿Qué pasó? —me senté. Él alzó la mirada y me miró con pena.

— Ay... hija —suelta los papeles—. Tengo que hablar contigo de algo serio.

— ¿Sobre qué?

— Es sobre ese muchacho, Tyler.

— Ya vas a empezar con lo mismo pa, de verás que es un buen chico y es mi amigo.

— No seas cínica, sé perfectamente que ese gringo te gusta —dice mirándome fijamente—. Mira, sé que desde la ruptura con Julián...

— Ay no, eso sí que no —me negué.

— ¡Escúchame carajo! —abre los ojos de par en par como si se le fueran a salir—. Ese joven tiene novia y no es cualquier chica —fruncí el ceño.

— ¿A qué te refieres?

— Su novia es hija de unos de los mejores mafiosos que he conocido en la vida —saca una carpeta y me la entrega, al abrirla veo documentos escritos, fotos y demás—. Ahora su hermano es quién se encarga del negocio familiar, no es una buena idea que te relaciones con esa gente. Si esa mujer se entera de que has estado con él.

— Me da igual, entre él y yo no ha pasado nada y me importa muy poco que sea la hija o hermana de quién sea. Tyler es mi amigo y no por eso me voy a alejar de él.

— Hija... escúchate, estás cegada por un hombre que ni te pela.

— ¿Y eso que importa? —dije con el pecho oprimido—. La gente puede cambiar, es obvio que esa chica no le quiere y, además, en cuanto a su familia... no le tengo miedo.

— Solo vas a salir dañada —niega con la cabeza triste—. Solo quiero intentarlo Pa.

— ¿Qué es lo que quieres demostrar? —me mira intentando descifrar mis pensamientos.

— Solo quiero que vea que siente algo por mí, sé que puedo cambiarle de opinión —suspiré—. Así que por esa razón... he decidido marcharme a New York, con él.

— ¿Qué estás diciendo Sofía? —se levanta de un brinco—. No hagas ninguna locura.

— Lo siento mucho Pa, pero ya está decidido, si no hago esto quizás me arrepienta en un futuro.

— ¿Y él lo sabe? —su voz suena más calmada, papa siempre me ha entendido.

— Voy a hablar con él ahora, solo quería hablar contigo antes —me acerco a él, sujeto su áspera mano con dulzura—. Si quieres para que estés más seguro tus hombres pueden acompañarme, pero sin que se hagan notar mucho.

Al final del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora