Capítulo 21

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*Maxwell*

Emma se había quedado dormida entre mis brazos, volver a tenerla a mi lado, en mi cama es como un sueño hecho realidad, aunque muy a mi pesar podría ser la última vez. Sé que me quiere, pero no sé cuan podría llegar a querer a Tyler, si su amor por él es más fuerte que todo lo que hemos vivido. Ante tanta frustración me levanté de la cama sin despertar a Emma, cogí el paquete de tabaco que tenía guardo en un cajón y salí al balcón para admirar la belleza de la ciudad. Me senté en una de las sillas que tenía y encendí el cigarrillo. Había cogido de costumbre fumar cuando me sentía irritado o cabreado, sentirme tan impotente de no poder hacer nada, me cabreaba. Me cabreaba no poder saber cuáles serán los siguientes movimientos de Emma, si a partir de ahora dejará a un lado nuestras diferencias y aceptará que está enamorada de mí o si solo he sido un flojeo, un sustituto por la ausencia de Tyler. Acostumbraba a tener todo cuando lo que deseaba sin que nadie pusiera ningún impedimento, pero con ella era distinto, podía hacerme hacer cosas que por nadie hubiera hecho jamás, bajaba la guardia cuando estaba a su lado y aun así no me importaba porque sabía con certeza que no me dañaría.

Mirando tras el cristal la silueta de su cuerpo desnudo podía confirmar que amaba a esa mujer, haría cualquier cosa por ella sin pensarlo un segundo. Parecía una bella y hermosa criatura indefensa, su cuerpo no estaba tenso y una leve sonrisa estaba dibujada en su hermoso rostro. Volví a mirar la ciudad nocturna durante un buen rato, no me importaba si hacía frío.

*Emma*

Creo que su ausencia en la cama hizo que me despertara, no sabía qué hora era ni cuanto había dormido, cuando abrí los ojos vi con claridad que estaba en el balcón. Estaba mirando el horizonte envuelto en sus pensamientos, me levanté de la cama para acercarme, pero me paré para apreciarle. Aunque le estuviera viendo tras el cristal podía notar que su cuerpo estaba relajado, no me había dado cuenta de lo fuerte y bueno que esta, me mordí el labio tras recordar lo que había pasado no hace mucho. Abrí la puerta para salir a su encuentro, se sorprendió por no decir que se asustó al verme ahí parada.

— Te has despertado —dice acercándome a él.

— No podía dormir —sonreí como una estúpida.

— Ven siéntate conmigo ¾me invita a sentarme encima de sus piernas.

No puedo explicar lo que siento ahora mismo, me mira tan extraño, como si fuera la última vez que me fuera a ver.

— No sabía que fumaras —le digo viendo el paquete de cigarrillos en la mesita.

— Últimamente, es lo único que me tranquiliza —mira a un lado.

— ¿Tranquilizar? Creo que es al contrario, eso excita.

— A mí me excita otra cosa —empezó a pincharme haciéndome reír.

La verdad es que no había dicho eso en ese sentido, está demostrado que el tabaco no relaja.

Nos quedamos en silencio, él me miraba fijamente y yo apreciaba sus tatuajes, lo recordaba todos, menos algunos nuevos.

— Me gusta este —señalé un corazón.

— ¿Te gusta? —asentí—. Me lo hice por ti.

— ¿Qué? —susurré.

— Sí, cuando te marchaste sentí que me faltaba el corazón. Me faltaba el aire a cada paso que daba —sentí un vuelco en el corazón.

— Pensé que con este corazón te tendría a mi lado de una manera u otra.

— ¿Y sirvió de algo? —pregunté en voz baja.

— No —con seriedad acaricia mi pelo—. Seguías haciéndome falta.

Al final del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora