Capítulo 31

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*Luan*

Ha sido uno de los mejores días que he tenido en mucho tiempo, he estado con Mijail dando un pequeño paseo por la ciudad discretamente, a su lado me siento una mujer nueva, me rejuvenece y me hace sentir especial. Solo debo escucharme, hablo y pienso como si fuera una adolescente ¿ridícula verdad? En fin, no hay ni un solo momento que desee acostarme con él. Ahora que le tengo en la palma de mi mano puedo hacer de las mías, tengo la intención de sorprenderle con una noche especial; el vino, las velas, los pétalos de rosa, todo tiene que ser perfecto para que caiga a mis pies.

Fabrizio lleva mucho tiempo ausente planeando emboscadas para ese par de hermanos inútiles, no veo el día en que pueda ver muerta a esa zorra y quedarme con su hija. Me habla poco de sus planes, pero lo poco que sé es muy valioso, me gustaría ver como se le quedará la cara de tonta al ver que la ex mujer de su hermano será asesinada.


— Querida ¿Estás preparada? —Fabrizio entra a mi cuarto sin tocar como de costumbre.

— Claro —digo amablemente.

— Como siempre —sonríe orgulloso—. Vamos, nos están esperando en la sala.

— Claro.

Hoy habían venido los Petrov para hablar de negocios, como siempre, tengo entendido que le van a robar mercancía a ese tal Miller, así que no me interesa ese tema. Solo quiero ver a Mijail e ir al jardín para devorarle, aunque debo admitir que no me está dando ese gusto, me está haciendo esperar y no me gusta ser paciente.

— Buenas noches —Mijail se acerca a mí para besar mi mano.

— Buenas noches, es un placer volver a verle señor Petrov —digo educadamente delante de todos.

— Vayamos al despacho, tenemos muchas cosas de las que hablar —dice Fabrizio a Petrov.

— Desde luego.

Mijail y yo nos quedamos solos en la sala, ese traje que lleva le hace lucir muy elegante y sexy.


— Ven, vayamos a dar un paseo —dijo él sorprendiéndome por su iniciativa.

— No me opongo a ello.

Este hombre huele tan bien que me hace imaginar cosas no aptas para todo el mundo, su mano estaba posada en mi cintura pegándome a él, es tan caballeroso.


— Cuéntame ¿Cómo es que no vas con ellos a la reunión? —le pregunté algo intrigada, es obvio que no le hace mucha gracia estar presente.

— Es... una buena pregunta —sonríe—. No me interesa ese tipo de reuniones, además, cuando ellos están ahí dentro es una buena oportunidad para estar a solas contigo ¿no crees? —me sonrojo.

— Tienes razón —dije cautivada.

— Aun así, me pica la curiosidad... ¿Tú sabes qué están planeando? —fruncí el ceño.

— ¿No lo sabes? —estaba confundida.

— No.

— Pensaba que estabas al tanto de todo lo que habla tu padre con Fabrizio.

— Mi padre se guarda muchas cosas importantes.

— Bueno... en ese caso, quizás no debería de contarte nada —agacho la cabeza—. Quizás no quiere involucrarte.

Al final del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora