Capítulo 13

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Lo que pensé que podría ser grave resultó ser solamente un resfriado, Tara se había contagiado porque uno de sus compañeros también estaba así, es normal que los niños se pongan enfermos entre ellos, siempre están jugando, tocando todo y al final no se puede evitar. Al salir del hospital Max nos llevó a casa para que no tuviera que ir en un taxi, no podía negarme ante su insistencia y la verdad no tenía ganas de discutir con él, se me hizo extraño que me estuviera acompañando para estar al pendiente de Tara, me hace pensar que de verdad le interesa estar presente en la vida de su hija, pero no me puedo fiar. Cuando empezaba a llevarse a Tara para que conociera a su hermana me daba miedo de que le pudiera pasar algo o que alguien le hiciera algo, después de asegurarme bien me di cuenta de que no había nada de malo, salvo por Loren, sé que esa mujer no soporta la presencia de mi hija, por eso le puse una condición a Max, que no estuviera ella cuando se llevara a la niña. Me había tomado algunos días libres hasta que Tara volviera a encontrarse mejor para llevarla a la escuela, echaba de menos quedarme en casa sin tener que ir al trabajo, cuidar de mis hijos y tomarme mi tiempo libre, pero a veces temía que mi ausencia causara estragos en el trabajo, cuando volví así fue. Al parecer mi semana al margen fue suficiente para que varios clientes hicieran algunas quejas sobre porque no asistía a las reuniones, dejando entender que por eso no les gusta hacer negocios con mujeres, a veces se me olvidaba que vivimos en un mundo dónde a la mujer se le cuestiona su ausencia y no se le valora, un mundo dónde los hombres se creen superiores. Hoy iba a ser un día importante, vamos a firmar un contrato con una de las empresas más importantes del país y quería ir elegante, quería que todo saliera bien porque significaría mucho para nosotros este gran avance para la empresa.
 
  — Veo que estás lista —Tyler me dice desde la puerta del vestidor.
  — Sí, hoy tengo que estar perfecta —le miro sonriendo—. Hoy va a ser un buen día, ya verás.
  — Te veo muy positiva —me coge de la cintura pegándome a él.
  — Hay que ser positivos todos los días o si no nos va a comer la negatividad.
  — Cierto —me da un suave beso en los labios.
 
  Me aparté para coger mi bolso del sillón, era hora de ir a trabajar y de dar todo lo bueno que tengo que ofrecer, antes de llegar quería pasarme a por un café cerca de la empresa, los hacen geniales y no podía resistirme a sus galletas de chocolate blanco, Tyler iba en otro de los coches para preparar los documentos de la reunión de hoy. Cuando pasé a la cafetería me di cuenta de que todo el mundo me estaba mirando, supongo que ahora que he vuelto a los medios es normal que la mayoría me reconozca, mientras esperaba que el hombre que tenía delante fuera atendido por la camarera recibí una llamada de Tamy.
 
  — Hola —dije contenta.
  — Emma, te voy a decir una cosa, pero primero quiero que me prometas que no harás ninguna locura —fruncí el ceño.
  — ¿Qué pasa? —avancé a pedir—. Dame un momento. Hola, café late y una galleta —señalé la que quería.
  — Esto es más importante que una galleta, Emma —mientras la escuchaba pagué a la chica.
  — A ver, que sucede...
  — ¿Cuál?
  — El Daysun —como no. Me acerqué a un hombre que la estaba leyendo.
  — ¿Me permite un momento? —cuando cogí la revista vi lo que me temía.
 
  Al parecer no íbamos mal encaminados, pues sabemos por algunas de nuestras fuentes que la asesoría de la señorita Emma Davis no es de fiar, pues nos han podido confirmar que hay irregularidades en las cuentas. No nos es de extrañar que sus clientes no sepan nada de lo que está pasando o ¿Es que no tienen ni idea de a quien han contratado? Llevarse el dinero de sus clientes no habla muy bien de una empresa como la suya. No podemos esperarnos menos, pues viendo con las personas que le rodean no es un modelo a seguir.
 
  — Pero esto es mentira —dije casi gritando, todo el mundo se me quedó viendo.
  — Lo sé cielo, pero ahora vas a tener grandes problemas.
  — Joder, luego hablamos estoy recibiendo una llamada.
  — Claro.
 
  Pensé que hoy iba a ser un gran día, pero parece que el universo solo quiere verme en lo peor.
 
  — ¿Qué pasa Tyler?
  — Tienes que venir a la oficina ya —sabía por su voz que no era nada bueno.
  — Estoy en cinco minutos.
 
  Salí corriendo de la cafetería con las miradas puestas en mí mientras me montaba en mi coche, podía imaginarme que cosas horribles estaban diciendo y pensando sobre mí, una vez más esa maldita revista no para de destruir mi reputación. A los pocos minutos dejé el coche en el garaje y subí en el ascensor hasta mi despacho, tenía que saber cuáles serían las consecuencias de todo esto. Mario, Tyler, James e incluso Mijail estaban esperándome, tenía el corazón a mil y mis piernas me temblaban de nervios, entré a mi despacho mientras ellos me seguían.
 

Al final del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora