Capítulo 44

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Todo era tranquilidad, todo, era paz, ya no sentía frío ni tenía miedo. Al principio no sabía que estaba sucediendo, me encontraba en un lugar que reconocía a la perfección, estaba en el patio de mí casa, dónde crecí y viví felizmente con mi familia. No entendí muy bien por qué estaba aquí o si era algún recuerdo, pero se sentía tan bien que quería quedarme aquí eternamente. Me acerqué al columpio, era cómo si algo me empujara hacia él, recordaba cómo si fuera ayer las veces que papá me columpiaba, era muy feliz. Siempre pedía que me columpiara más y más fuerte, quería alcanzar las nubes, quería fundirme entre ellas y volar cómo los pájaros, siendo libre. En esa tranquilidad me quedé mirando el cielo.

*Llegando al hospital*

— Esta perdiendo mucha sangre —dijo James mientras los paramédicos llegaban con la camilla para tumbar a Emma.

— ¿Qué ha sucedido? —preguntaban a todos los que habían llegado con ella.

— Sálvela —Megan que estaba nerviosa no dejaba de mirar a Emma.

— Ha sido un intento de asesinato —contesta Mijail, se quedaron mirando todos por un momento, pero sin dejar de correr al interior del hospital.

— Tiene el pulso muy débil.

— Seguid presionando las heridas —decía la doctora—. No podéis pasar —se para denegando el acceso a James y Maxwell.

— Tengo que estar con mi hermana.

— Señor, si quiere que salvemos a su hermana déjenos hacer nuestro trabajo —dice seria, James asiente.

*Emma*

Seguía mirando el hermoso cielo en esta hermosa tranquilidad, pero algo dentro de mí sabía que tenía algo pendiente, como si hubiese olvidado lo que tenía que hacer.

— No puedes estar aquí cariño —reconocía esa voz, giré el rostro a un lado, era mi padre.

— ¡Papá! —reaccioné al instante—. Te he echado de menos —le abracé tan fuerte que no quería soltarle.

— Yo también mi pequeña mariposa —hacía tanto que no escuchaba su voz llamándome así—. Pero no puedes quedarte —me mira acariciando mi pelo.

— ¿Qué? ¿Por qué no? No entiendo...

— Solo mírate —señala mi cuerpo, cuando agacho la mirada para ver qué quería decir me quede sorprendida. Tenía varias heridas en mi cuerpo.

— Ni siquiera me había dado cuenta.

— Y por esa razón tienes que despertar.

— Papá no te entiendo —estaba muy confundida.

— Tu padre tiene razón cariño, tienes que despertar —giré hacia atrás, era mi madre.

— Mamá —fui directa a abrazarla—. No me puedo creer que estéis aquí, pero ¿Cómo es posible?

— Cariño, te estás muriendo y eso no puede suceder —me quedé aún más confundida.

— ¿Dónde estoy?

— Estás en el umbral, zona neutral antes de pasar al otro lado.

— Eso no puede ser cierto —reí nerviosa.

— Si no despiertas ahora no habrá marcha atrás —dice papá.

— Aún no es tu hora —una voz desconocida hablaba tras de mí, cuando me giré le vi, sentía que de alguna manera le conocía.

Al final del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora