Capítulo 41

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*Loren*

Habíamos vuelto al apartamento, Kelian se había marchado para hacer sus maletas, quedaríamos en el portal para ir juntos al aeropuerto. Estaba nerviosa, no quería esperar ni un minuto más para marcharme de aquí, mi madre no dejaba de llamarme, pero no quería contestar. Nana había cogido a Lara para ayudarme, pero no sé si eran las palabras de Max o el mal presentimiento que tenía, pero algo no iba bien.

— Nana —miré por la ventana, unos cuantos coches estaban aparcando en la calle, sabía que venían a por mí.

— ¿Sí señora?

— Nana escúchame bien —digo moviendo el sofá—. Quiero que os metáis aquí y no salgáis por nada del mundo, no me importa si es incómodo, pero no podéis salir —dije seriamente.

— Señora —dice nerviosa.

— Por favor, cuida de mi hija —digo entre lágrimas, cogí a mi hija porque sabía que sería la ultima vez que la vería, me grabe en la mente su hermoso rostro—. No hay tiempo.

Terminé de mover el sofá y abrí la trampilla que había debajo, parecía profundo y seguro así que no perdieron el tiempo y se metieron. La volví a cerrar y mientras volvía a colocar el sofá llamé por teléfono a Emma, sé que ella cuidara de mi hija cómo si fuera la propia suya, recé para que me diera tiempo y me cogiera la llamada.

— ¿Loren?

— No hay tiempo Emma, tienes que venir a mi apartamento, sé que esta será la ultima conversación que tengamos.

— No te entiendo.

— Por favor, de madre a madre, cuida de mi hija cómo si fuera de tu propia sangre, sé que contigo tendrá esa vida que yo no pude tener —colgué la llamada, estaba sola y alguien había entrado por la puerta.

Cerraba porque fuera verdad y no se escuchara nada bajo esa trampilla, la vida de mi hija era lo único que me importaba, yo no podía tener otra oportunidad en esta vida, pero sé que lo único bueno que he creado es ella y vivirá una vida plena y feliz.

Mis lagrimas se cortaron al ver a la persona que tenía frente a mí, apuntándome con una pistola, mi padre, mi propio padre junto con otros tres hombres estaban en mi casa.

— ¿Papá? ¿Qué estas haciendo? —digo nerviosa.

— Lo siento, Loren, no tenía otra opción —en su mirada no había miedo, ni resentimiento, no había nada.

— Veo que solo te importa el dinero, no te importa la vida de tu propia hija —me arrodillo.

— ¿Mi hija? —se ríe—. Tú dejaste de ser mi hija cuando preferiste a ese hombre antes que a tu familia —se acerca a mí.

— Mi familia siempre fue él —digo mirándole con asco.

— ¿Dónde está la niña?

— ¿Para qué lo quieres saber? Ella no está aquí —digo nerviosa cerrando los ojos.

— Es una pena, quería que viera como su abuelo mataba a su madre.

— Eres un cobarde y un monstruo.

— Eso me dice tu madre —mira a los hombres que tenía tras de él—. ¿Dónde está Miller?

— No lo sé —entre lágrimas intento no derrumbarme.

— Te lo preguntaré por ultima vez —no dejaba de insistir, poco a poco se acercaba más a mí.

— No... lo... sé.

Al final del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora