Capítulo 43

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*Emma*

— Espera, Max —me paro.

— ¿Qué pasa? No podemos parar ahora.

— Tengo que buscar a Megan —le miro—. Estaba detrás de mí y por arte de magia ya no estaba.

— ¿Sabes que significa eso? Que se ha marchado, que no quería seguir con esto.

— No, ella no es así —quería seguir caminando, pero paré.

— Emma —me sujeta con fuerza—. No puedo dejar que te vayas, si te pasase algo yo...

— Max... se que le ha ocurrido algo, ella también es madre y sé que ella quería acabar con esto tanto como nosotros —me suelta—. Lo entiendes ¿Verdad? —acaricio su rostro.

— Está bien.

— Tienes que buscar a James, creo que ha pasado algo —tenía una sensación extraña—. No perdamos más tiempo.

Quería buscarla, ahora que me sentía con un poco más de fuerza tenía que saber dónde se había metido. Entré a una sala dónde todo estaba oscuro, era extraño que no hubiera nadie por aquí, no era normal, pero sentí que alguien me dio un golpe en la cabeza.

*James*

Mientras más me resistía más me hacían daño, cómo he podido ser tan estúpido de dejarme coger de esta manera.

— Tus hombres... bueno... ya casi no pueden con los míos —empieza a caminar por el despacho—. Estáis perdiendo.

— Y una mierda.

— Oh... no te enfades, tarde o temprano esto iba a ocurrir —me mira fijamente—. Estoy tan emocionado... ¿Estás preparado para la acción?

— ¿Qué quieres decir? —me dispara en la pierna sorprendiéndome—. !Hijo de puta!

— Shh...verás querido James... tengo una invitada especial... que tiene una cuenta pendiente con tu querida hermana, ahora mismo se enfrentarán cara a cara —mierda, esto no...

— Sí le pasa algo a mi hermana te juro.

— Me juras qué —me apunta en la cabeza con su pistola—. Vamos, quiero que lo veas con tus propios ojos.

Teníamos que actuar, no podía permitir que le pasara algo a mi hermana y mucho menos seguir que mis hombres sigan muriendo. Al salir todos pararon, unos a otros apuntándose con la pistola.

— No hagáis nada —dije con calma a mis hombres.

González que estaba hiperventilando por haber peleado con uno, sé quedo quieto, él tampoco quería arriesgarse y sabía que si no hacíamos caso podríamos morir por imprudentes.

— Quiero que veas cómo tu hermana es asesinada con la misma pistola con la que mate a vuestro padre —es un hijo de puta.

— Sonríe todo lo que quieras, pero esto no va a salir cómo esperas.

— Eso te crees tú.

Avanzamos hacía una mesa, en ella uno de sus hombres colocó un ordenador, en él podía ver a Megan, esa maldita mujer y mi hermana.

Al final del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora