El clima de aquel día era nublado, el viento soplaba con mucha tristeza, y Darlene, observaba las tumbas de la madre de y hermana de Lucy, por momentos sentía una enorme tristeza, lo cual no tenía sentido, pues, ella nunca las conoció, entendió que eran las emociones de Lucy que estaban saliendo, para ocultar eso, decidió ponerse unas gafas, aunque no hubiera sol.
Darlene esperó pacientemente durante un par de horas, sabía que en cualquier momento llegaría a quien tanto esperaba, y así fue, a lo lejos, la figura de 3 personas se hizo presente, Héctor Granty había llegado, junto con 2 policías, que lo custodiaban.
Héctor no dijo nada, se paró frente a las tumbas de su esposa e hija, lloró por un momento y luego se quedó en absoluto silencio, Darlene respetó ese deseo, pero no se movía del sitio, sabía que en algún momento debía decirle algo, y así fue.
—¿Quién eres? —Preguntó Héctor, finalmente.
—¿No es obvio? —Respondió Darlene, sonriendo altaneramente—. Soy Lucyana.
—No. Tú no eres Lucy, tienes una mirada que nunca he visto, ni siquiera en... la chica que me golpeó la última vez que nos vimos, tu mirada es sanguinaria.
—Observador, eres muy observador. —Exclamó Darlene—. Mi nombre es Darlene Wendell.
—¿Darlene? Interesante. —El padre de Lucy también sonrió un poco—. Dime Darlene, ¿Por qué quieres que yo muera? ¿Lucy te lo pidió por que no tiene el valor para hacerlo ella misma?
—Lucy, ha muerto.
Héctor se quedó plasmado.
—¿Qué? —Preguntó—. ¿Lucyana? ¿Muerta?
Darlene afirmó con la cabeza.
—Pero, ella no puede morir, ustedes viven en el mismo cuerpo, no tiene sentido.
—Desde hace 3 años Lucyana Granty Bellatriz no ha vuelto a aparecer, está muerta. Livi también desapareció. —Darlene levantó su mano y puso su dedo índice el su sien derecha—. Ahora, quiero deshacerme de Matilda, creo que la conoces, ella fue la que te dio esa golpiza la última vez que nos vimos.
Héctor no sabía qué decir, simplemente, comenzó a llorar.
—Primero mi hija Alicya, después mi amada Dyana, y ahora... Lucyana también. —Héctor cayó de rodillas al suelo, llorando sin reparo—. ¡Todo esto es mi culpa! Perdí a toda mi familia... Por favor, te lo suplico... —Héctor se arrastró y puso su rostro en las botas de Darlene—. Mátame, termina conmigo.
Darlene observó a Héctor, fascinada por la manera en la que suplicaba piedad.
Héctor lloraba desconsoladamente, uno de los policías iba a levantarlo, pero, ella puso su brazo en señal de que no intervengan, entonces, se agachó y comenzó a hablar.
—Conocí a alguien parecido a ti. —Le decía—. Se odiaba a sí mismo porque creía que lastimó a mucha gente. Cuando lo vi por primera vez, tuve deseos de romperle la cara, porque me recordaba a ti, Héctor. "Si quieres morir, entonces yo misma te mataré", al menos eso era lo que quería gritarle a la cara; pero, me di la oportunidad de conocerlo, y resultó que era un buen chico, lo único que quería era ser perdonado, sentir que no era un monstruo como todos lo llamaban.
Héctor levantó la mirada, y se encontró con que ella estaba llorando.
—Y al final, empaticé con él, porque yo también quería lo mismo. Éramos dos personas que no elegimos ser tachados de monstruos, pero nos trataron tanto así, que terminamos pensando que lo éramos. El día en el que casi te asesino a golpes, me sentí terriblemente mal, no porque te haya lastimado, si no, porque no dejaba de lamentarme, preguntándome si mi única misión en la vida era lastimar a otros, pero, ese chico, Hank, me enseñó que soy más que una herramienta de combate.
—¿Cómo te llamas? —Preguntó Héctor.
—Soy Matilda, Matilda Hawkings Harrison. —Dijo ella, quien lloraba pero a la vez sonreía.
Héctor también le sonrió un poco, ya que, la mirada que tenía ahora Matilda era muy diferente a la del día en el que intentó asesinarlo.
—Matilda, es un placer.
—El placer es mío.
Matilda se puso de pie y ayudó a Héctor a hacer lo mismo, cuando ambos no supieron qué más decirse, Matilda lo abrazó fuertemente.
—Héctor, sé que estás arrepentido de lo que hiciste, pero no puedo salvarte de tu inminente muerte, así que, si de algo sirve, de parte de Lucyana, Anne, Livi y yo, te perdonamos.
Héctor, ya no pudo contenerse más, cayó al suelo y comenzó a llorar, dando las gracias una y otra vez.
Matilda se retiró del sitio, y también soltó un par de lágrimas, ya que ella, ahora mismo hizo algo que nunca pensó, ser una persona que sana, y no que lastima.
Matilda entonces, dejó el control del cuerpo, ya que no necesitaba nada más, decidió que era momento de retirarse para siempre, agradeció a Hank en sus pensamientos, y le deseó a Anne buena suerte, así, Matilda Hawkings Harrison, desapareció para siempre.
Y 2 días después, al amanecer, Héctor Granty murió a través de la inyección de la eutanasia, Darlene no estuvo presente en dicho sitio, ella se encontraba en su departamento, bebiendo a más no poder, sabiendo que, Matilda ya nunca más volvería a aparecer.
Darlene cumplió otro de sus objetivos, ahora, solo una persona se interponía en su camino, era el momento de eliminar a la última entidad que quedaba: Anne.
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AMOR POS BIPOLAR
RomanceHank Hawkings Harrison, es un productor y compositor musical de 21 años, es bastante joven pero ya lleva a cabo su sueño de dedicarse a la música. Después de sobrevivir a un accidente de avión desarrolló Trastorno de Estrés Postraumático (T.E.P.T) y...