CAPÍTULO XXX: ENSOM EREMIT

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¿Cuánto tiempo he estado en este bosque? ¿Días? ¿Semanas? ¿Meses? Puede que hasta años, ya no lo sé, y tampoco es que me importe, desde esa noche en la que escapé del hospital y terminé en esa cueva nunca salí del bosque, no es porque esté perdido o no lo intentara, claro que lo hice, intenté ir a la carretera varias veces, pero siempre que lo hacía los ataques de estrés, ansiedad y alucinaciones se hacían presentes casi al instante. Por otro lado aquí en el bosque estaba completamente tranquilo, creo que lo único que necesitaba era un poco de naturaleza, nada más que eso.

Eran los pensamientos de Hank, que se encontraba sentado en el borde de una gran roca mientras pescaba en la laguna del bosque, hablaba consigo mismo para no sentirse tan solo,  ya habían pasado casi 4 años desde la noche en la que salió del hospital y terminó en el bosque, ahora lucía completamente diferente, tenía una abundante barba, ojeras, cabello largo y varias cicatrices en sus brazos, clara señal de lo difícil que era vivir a la intemperie, como si fuera un animal salvaje.

Era época de otoño, así que llevaba encima prendas muy abrigadoras, era ropa que le robó a un leñador de la zona, la forma en la que se vestía y su apariencia física dejaban en claro que se había convertido en un ermitaño del bosque.

Hank iba a pescar a Diario, casi nunca atrapaba nada pero le relajaba sentarse en la orilla mientras sostenía una caña de pesca y se sumergiría en sus recuerdos.

¿Cómo fue que acabó así?
Pues verás mi estimado lector...

Después de que Hank logró quedarse dormido en esa cueva que lo protegía de la lluvia el tiempo siguió su curso ya la noche, por más tormentosa y oscura que era, se vio finalizada por el sol por el Este. Hank despertó y se sintió decepcionado al darse cuenta que lo que le ocurrió si fue real y no una pesadilla, pero no era tiempo de lamentarse, salió de la cueva y comenzó a caminar aleatoriamente en busca de la carretera, no tardó mucho en encontrarla, pero no pudo hacer nada más que eso, en cuanto intentó salir del bosque un ataque de estrés y ansiedad lo hizo regresar al hábitat selvática, corrió hasta que los ruidos de su cabeza se calmaron y su cuerpo pudo relajarse.

Hank estaba muy confundido y asustado, trató de salir varias veces del bosque pero en cada una de ellas el estrés postraumático que padecía se hacía presente, no importaba cuanto lo intentara ni qué tanto se mentalizara, su subconsciente simplemente rechazaba la idea de abandonar el bosque. Hank estuvo varias horas forzándose a salir del bosque en vano hasta que su hambre pudo más que sus deseos de salir, prefirió buscar algo de comida y seguir intentando después.

Hank se adentró en el bosque en busca de frutas u hongos que fueran comestibles, pero no encontraba nada, caminó un largo rato dejando un rastro de tela que lo ayudaría a volver a la carretera, luego de vagabundear por un rato en busca de comida escuchó algo que le pareció alentador: ¡Voces! ¡Voces reales! ¡No imaginarias!

Fue hasta el origen del sonido y encontró a un grupo de jóvenes no mayores que él que estaban nadando en el lago, Hank consideró pedirles ayuda, pero ¿De qué serviría? Ahora mismo lucía como un psicópata, y la ropa del hospital rasgada y sucia no ayudaba en nada, de seguro lo verían y huirían, o peor, llamarían a la policía y enviarían a prisión o al manicomio ¡No podía permitir eso!

Esperó a que el grupo de jóvenes saliera del lago y comenzó a seguirlos, ellos lo llevaron hasta un campamento que no estaba muy lejos del lago, los jóvenes eran campistas y eso significaba muchas cosas: tiendas de campaña, herramientas y comida ¡mucha comida!

Hank esperó pacientemente una oportunidad para poder quitarles una parte de sus pertenencias, pero tenía que ir con cuidado, como cualquier campista con sentido común de seguro alguno de ellos llevaba un arma.

AMOR POS BIPOLARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora