CAPÍTULO XXXIX: FALACIA

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Hank se encontraba pescando en el lago del bosque como era de costumbre, otro día tranquilo sin sufrir ataques de estrés postraumático, nada más que él y la caña de pescar que robó de un campamento. Por momentos pensaba en Anne, en cómo hubiera sido la vida de ambos si Darlene no se hubiera entrometido, Hank pensaba en eso todos los días mientras estuvo en el bosque, pero se forzaba a dejar de hacerlo pues, el hubiera no existe.

Hank nunca pescaba nada, pero le sorprendió que su caña de pescar se enganchara a algo, enseguida comenzó a tirar del hilo para atraer lo que había picado, pero se sorprendió al ver que se trataba de un pez globo, Hank lo tomó de la cola evitando tocar sus venenosas espinas, lo observó fijamente, estaba muy extrañado.

—¿Qué hace un pez tropical en una laguna en medio del bosque? Debo estar soñando.

—Despierte Hank —Le dijo el pez.

Hank se asustó demasiado y soltó al pez, pero este seguía diciéndole que despertara, Hank intentó golpearlo con su caña de pescar pero el pez no se callaba, por más que lo golpeara él le seguía pidiendo que despierte; los ojos de Hank comenzaron a abrirse, aunque todo se veía borroso pudo reconocer algo, el acuario del Doctor James, y dentro ya sólo quedaba el pez globo.

—Al fin recobra el conocimiento Hank. —Le dijo una voz.

—Doc... ¿Doctor James? —Hank estaba aturdido todavía— ¿Qué pasó?

—Nada, simplemente quisiera que me explique una cosa ¿Porqué demonios, sigues vivo?

Al oír eso Hank recordó el enfrentamiento que tuvo con Darlene, ella le reclamó exactamente lo mismo, Hank entonces supo que su vida estaba en peligro, intentó mover sus brazos pero se encontraba atado a una camilla de fuerza. Miró a todos lados y vio a Anne justo frente a él, quien estaba golpeada y retenida con una camisa de fuerza.

—¿Anne? ¡¿Estás bien?! —Preguntó Hank tratando de soltarse de la camilla.

—Estoy bien Hank, no te preocupes por mí. —Le respondió Anne tratando de tranquilizarlo.

—¿Quién te hizo eso? —Hank estaba alterado.

—Fui yo, Hank. —Interrumpió James.

Hank se sorprendió demasiado, pero también terminó por darse cuenta de muchos cosas.

—Así que fuiste tú. —Dijo Hank.

—Es lo que acabo de-

—¡No hablo de eso! —Gritó Hank—. ¡Tú estuviste detrás de todo! No estoy seguro de cómo fue exactamente, pero estoy seguro de esto... ¡TÚ ayudaste a Darlene!

Anne se sorprendió al oír eso, y regresó su vista al Doctor James, quien por no hizo ningún gesto, simplemente caminó a través de la habitación, y se puso frente a su acuario. Hank estaba furioso, pero tenía sentido lo que había dicho, se suponía que James era un profesional, era demasiado ilógico pensar que no notó que Darlene poseyó el cuerpo de Anne.

—Es cierto Hank, yo conocí a la señorita Wendell —Dijo James, mientras observaba al pez de su acuario—. Llevo años intentando dejar este maldito hospital pero no importa cuánto lo intente no se me permite hacerlo pues nadie más quiere encargarse de este infierno para dementes. Mi abuelo, Félix Wendell fundó este hospital, mi padre lo heredó, y después, cuando tuvo 2 hijos, me obligó a mí, el hijo menor a hacerse cargo. Mi padre logró dejar este lugar y se volvió un prestigioso Doctor, tan prestigioso que si él lo decide yo puedo perder mi título, por eso mismo he estado en este lugar sin poder salir, deseando tener una oportunidad algún día para escapar, y ahí fue cuando conocí a la señorita Darlene. Yo estaba en el hospital que está a cargo de mi hermano, el consentido de mi padre, nunca tuve nada contra él, pero siempre se ha negado a ayudarme a salir de este basurero, se queda en la comodidad de su escritorio y deja a su hermano descomponerse aquí. Una vez más mi hermano se negó  ayudarme, diciendo que pondría en peligro su carrera, yo estaba saliendo de su oficina cuando la conocí, a Darlene.

AMOR POS BIPOLARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora