CAPÍTULO XXXII: REENCUENTRO

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Hank y Kenneth, ellos eran una amistad que se podría denominar como inesperada pero necesaria, quizás hasta usando la frase "Como anillo al dedo".

Se conocieron cuando ambos eran niños, tenían aproximadamente unos 12 años, Hank había sido inscrito en un internado, mismo que tenía gran prestigio por sus clases de música. Con el reciente divorcio de sus padres y las largas jornadas laborales de su madre, él y sus hermanos eran forzados a estudiar en ese lugar, todo para mantenerlos fuera de casa la mayor cantidad de tiempo posible. Hank siempre trató de ser una persona positiva, mantenerse sonriendo pese a cualquier adversidad y nunca dejar que los demás notaran su tristeza.

Hank no era como sus hermanos, ellos se relacionaban muy bien con los demás, pero Hank no, su personalidad siempre fue tachada de "rara", intentó hacer amigos pero ninguno de sus compañeros era compatible con él y su rareza, a esa edad los niños querían hablar sobre luchas, fútbol o caricaturas, pero Hank no, él quería hablar sobre sus bandas de música preferidas, su extraño fanatismo por los dinosaurios o los documentables de animales que veía en televisión y ninguno de esos temas lo ayudarían a relacionarse con los otros niños; pero no lo necesitaba, después de todo estaba acostumbrado a estar solo, aunque tuviera 2 hermanos mayores, ninguno de ellos pasaba tiempo con él, simplemente se quedaba horas ensayando con su piano y dejando que la música fuera su mejor y única amiga.

Y un día, sin pensarlo ni pedirlo, uno de los otros niños se acercó a Hank, quien se encontraba jugando en su portátil un videojuego que en su tiempo fue criticado.

—¡Oye! ¿Qué estás jugando? —Le preguntó el niño a Hank.

—¡Nada! —Contestó él, cerrando su portátil.

—Reconocería esos sonidos en donde fuera ¿Estabas jugando Minecr..?

—¡No! NO es cierto, cállate —Le replicó, esperando que nadie haya escuchado eso.

—¿Qué? ¿Por qué? ¡Oh! Es cierto, no debemos decir su nombre o nos demandarán por copyright.

—¿De qué estás hablando? —Preguntó Hank, confundido.

—No lo sé. —El niño vio que Hank no quería que nadie sepa lo que estaba jugando — Sabes, a mí también me gusta ese juego, no deberías dejar que lo que piensen los otros niños te impida disfrutar de lo que te gusta.

Hank se mostró conmovido por las palabras de ese chico, pero no pudo responderle pues la siguiente clase comenzó casi de inmediato.

Desde ese día, el otro chico se acercaba a Hank de vez en cuando para preguntarle cosas aleatorias, él no era un desconocido pues Hank sabía que su nombre era Kenneth Trialy, que tocaba el bajo en la clase de música y por sobre todo que sus Riffs era excelentes.

Kenneth casi siempre invitaba a Hank para que jugaran algo o almorzaran juntos, pero Hank siempre se negaba pues no quería aburrirlo. Según Hank lo lo único que tenían en común era ese videojuego, y cuando se acabara ese tema de platica de seguro el chico se aburriría y no le hablaría de nuevo.

Kenneth dejó de insistir en su intención de relacionarse con Hank, pero tuvieron que realizar un trabajo grupal así que se reunieron en el dormitorio de Kenneth después de clases. Hank estaba nervioso, quería que hagan su proyecto rápido para poder retirarse lo antes posible, no quería decir algo aburrido y que Kenneth lo tachara de ser "Raro" como los demás niños.

Quedaron en hacer el proyecto en la habitación de Kenneth ya que Hank no quería que Kenneth viera su cuarto Friki, él imaginó que el cuarto de Kenneth habitación estaría llena de artículos de deportes, películas infantiles, quizás lo más extraño sería un muñeco de cartón tamaño real de John Cena. Para la sorpresa de Hank no fue así, Kenneth era un completo Friki, fan del anime, los videojuegos y los cómics, su cuarto estaba completamente decorado por figuras, posters, libros y mercancía de la cultura Freak, Hank estaba fascinado con las cosas frikis que Kenneth tenía, pero algo que llamó toda su atención fueron sus figuras de dinosaurios. 

AMOR POS BIPOLARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora