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Mientras Yosano trataba la herida del maldito suicida en su brazo casi a las tres de la madrugada, Kunikida se hacía cargo de cuidar al niño en todo momento, sin pestañear o respirar.

La última vez que rompió sus horarios de sueño saludables fue en la universidad, no recordaba lo horrible que era querer dormir y no poder porque existía una responsabilidad mucho mayor.

Pero una calificación daba igual, Atsushi no era lo mismo. No podía comparar a su niño con un número en una hoja de papel.

Cerraba los ojos por unos segundos y las peores suposiciones en su mente tomaban fuerza poco a poco, para hacerle abrir los párpados otra vez. Agradecía tener esos pensamientos, de mínimo le ayudaban a mantenerse despierto y alerta.

Ranpo acabó dormido en el sillón de al lado sin poder evitarlo, luego de comerse una bolsa de papitas y otra de galletas dio por hecho que hasta aquí concluyó su día. Ya mañana le dejaría todo en manos a su yo del futuro, obvio que se preocupaba, pero ahorita ya no.

— ¿Y Tanizaki-kun?– preguntó el suicida saliendo del consultorio acomodando su abrigo — Venía a disculparme por lo de hace rato

— Se fue, dijo que Naomi tenía clases mañana y una maqueta pendiente...– se permitió suspirar frente al otro — Dijo que iría a ayudarla y esas cosas

— Ya veo– respondió tomando asiento en una silla a su lado — ¿Ya me dirás que pasó y por qué Atsushi-kun está así de chiquito?

— Estábamos en la misión que nos encomendaron, y todo parecía ir bien pero él escuchó ruidos entre unas cajas o algo así y una nube de polvo nos distrajo a todos y... y después quise acercarme pero se... s-se veía tan asustado cuando intenté ayudarlo y se desmayó del miedo supongo...

Dazai guardó silencio por unos momentos en señal de respeto a la angustia del rubio, le acababa de hablar con ese tono dolido y quebradizo que sólo había usado unas dos veces. La verdad no se esperaba algo como esto, en especial esa confesión de esa manera.

Suspiraron al mismo tiempo observando al pequeño albino durmiendo nuevamente en el sillón, Osamu no pudo evitar recordar lo que escuchó ese día.

"Bueno, dormir en en suelo es un tanto familiar para mí... puedes quedarte en la cama si gustas Kenji-kun, no tengo ningún problema con eso".

Eso era verdad, dormir en el suelo para Atsushi nunca fue gran problema a pesar de lo incómodo que era a veces. Cuando lo dijo durante esa pijamada que organizaron, un pequeño silencio se formó entre todos, viendo cómo el chico mantenía su sonrisa a pesar de sus palabras.

No llegaba a comprender del todo su maravilloso y cruel método para seguir teniendo esa actitud tan llamativa y alegre. Le pasó de todo cuando era pequeño, seguramente lo averiguaría más tarde cuando despertara.

— Los gatitos duermen mucho ¿eh?– susurró acostándose arriba del escritorio, sus manos jugaban por debajo de la mesa — Descansa un rato Kunikida-kun, yo me hago cargo en este turno

— No quiero descansar, no lo necesito– denegó rápidamente tallando sus ojos por el evidente sueño — No me perdonaría si algo le pasara mientras yo estoy dormido

— Y él no te perdonaría si descuidas tanto tu salud– debatió el castaño — "¿Cómo pudiste hacer eso Kunikida-san? No puedes hacerlo con la excusa de querer protegerme"... ya sabes lo que diría

— Si, supongo– soltó una ligera risa al aire, recargando su cabeza en el respaldo de su silla — Fue agotador perseguir a un tigre por toda la ciudad

— Y mañana lo será aún más, así que prepárate para ser padre primerizo de un niño al que nunca le demostraron cariño de manera correcta

— No se bromea con eso, idiota

Mini Jinko // SSKKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora