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Recaía en sus hombros el peso de la crianza responsable, sobre todo teniendo en cuenta que nadie comprendía hasta ahora el sentimiento de apego que Atsushi le tenía. ¿Se trataba de una emoción oculta que el mayor había conseguido esconder? ¿Admiración quizá?

No lo sabía él ni alguien más, la respuesta se quedó vagando entre las demás y probablemente lo mejor era preocuparse por adaptar un departamento frío y casi vacío a las necesidades de un niño pequeño. El albino decía tener alrededor de unos 7 u 8 años, ya que no sabía con exactitud su fecha de nacimiento y no le dijeron en el orfanato.

Entonces, se encontraba moviendo muebles y escondiendo las armas que tenía a simple vista, Kunikida le quitaría la custodia apenas ver un cuchillo de mantequilla en la mesa.

— Ryu-chan, ¿qué es esto?– preguntó el niño que observaba cada rincón de la sala — ¿Es una estrella un poco rara, no crees?

— No es una estrella, y no la toques tampoco o puedes hacerte daño– respondió dejando lo que estaba haciendo para correr a quitarle el shuriken de la mano — Es filoso, por favor no toques nada que sea filoso

— ¿Por qué tienes cosas filosas en tu casa?– siguió insistiendo, era la actividad favorita del Atsushi mayor también — ¿Haces cosas peligrosas tú también cómo la señorita que te atacó?

— Digamos que mi trabajo implica hacer que los niños no toquen esta clase de cosas y defenderme con esto, pero sólo hago las cosas que mi jefe me indica– explicó asegurándose de esconder el arma sin que el menor le viera — Tú eres pequeño aún, no juegues con esto, punto final

— Mmmm... ¿tú con qué juegas entonces?– cuestionó tomando asiento en el sofá, poniendo un cojín en sus piernas para abrazarlo — ¿Tienes libros de terror?

— ¿Terror? ¿No prefieres algo más lindo y colorido?– le contradijo mientras seguía limpiando la casa de objetos y armas — Creo que algún cuento de animalitos sería mejor para ti ¿no?

— Pero esos aburren, no tienen mucho sentido y los animales no hablan como dicen esos libros– se quejó balanceando sus pies de adelante hacia atrás — ¿Por qué no tienes libros de terror?

— ¿Por qué haces tantas preguntas?

— ¿Por qué me das tan pocas respuestas?

— ¿No quieres salir a...?

— Si, si quiero

_ _ [ ☆ ] _ _

Siempre supo que Atsushi era extremadamente curioso de niño, sus historias de la infancia se basaban en las investigaciones que hacía y las observaciones que tenía de todo mundo, porque, según sus palabras, él mismo era todo lo que tenía y le quedaba.

Jamás esperó llegar a salir de esas oscuras paredes heladas, para el pequeño albino conocer lo que era un simple amanecer o una noche estrellada al aire libre sonaba como una completa fantasía que sólo podía imaginar. Así que por eso su mirada era brillante y llena de ilusión, ver el mundo con sus propios ojos era increíble.

Honestamente, Akutagawa no le prestaba la atención suficiente cuando se encontraba junto a su compañero siendo mayor, pero ahora que veía sus ojitos bicolores contemplando su alrededor con tanta alegría... tenía que valorar más los momentos como estos.

— Y esa de allí se llama orquídea– señaló la flor en el parque — La mayoría de orquídeas necesitan estar en un lugar bien iluminado pero donde no reciban sol directo

— ¿Sabes mucho de plantas y flores, no?– cuestionó desde la banca, no tenía ganas de seguir caminando por allí luego de que esa loca le dejara un molesto dolor en el hombro — ¿Cómo sabes tanto?

Mini Jinko // SSKKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora