Perdió la noción del tiempo cuando ambos cayeron rendidos en la cama, ni se molestó en comenzar a guardar los montones de ropa que los de la Agencia le habían comprado al niño. Ya mañana sería otro dia lleno de preocupaciones porque no tenía idea de cómo seguir con esto.
Aunque sus pocos conocimientos seguro que bastarían, si pudo cuidar de Gin cuando eran pequeños y no se encontraban bajo un techo, esto debería ser extremadamente fácil ya que ahora si contaba con todo lo necesario.
Con todo menos las energías, cuidar del mocoso era agotador.
Iba de un lado a otro sin que nadie pudiera detenerlo, veía todo con un asombro extraordinario y eso provocaba que se tropezara hasta con las hormigas, sus preguntas algunas veces eran complicadas de contestar y cuando no obtenía la respuesta que esperaba o de plano no obtenía nada, se volvía el ser más insistente en la faz de la tierra. Incluso peor que Dazai.
Calmado y tranquilo no siempre eran las palabras que lo definían tomando en cuenta que su personalidad hiperactiva dejaba mucho para resolver, pero, teniendo un niñero mafioso, nada ni nadie le haría daño otra vez ¿cierto?
Sus dudas quizás fueron escuchadas al igual que él escuchó el vidrio roto en la cocina, y al despertar en medio de la madrugada sin el pequeño entre sus brazos, fue inevitable que pudiera volver a conciliar el sueño.
— Jinko, ¿estás ahí?– preguntó en voz alta, su eco resonó por todo el departamento — ¿Todo está bien?
— Jinko se irá de vacaciones por un tiempo con su hermana, ¿verdad, cariño?
La mujer de los shurikens era fácilmente confundible con la oscuridad de la noche, aunque los ligeros brillos en el collar que llevaba hacían que se pudiera distinguir más o menos. Por eso, a duras penas y tratando de no tropezar con ningún mueble, le siguió los pasos.
Fue estúpido de su parte haber dejado la ventana sin seguro, una loca maniática iba detrás de ambos y nunca se le cruzó por la cabeza que pudiera ser capaz de regresar por la revancha tan pronto. Ahora conocía a alguien más insistente que Atsushi.
Y el albino no se encontraba mejor, su expresión aterrorizada junto con los constantes forcejeos y gritos sólo le recordaban que tenía que alcanzarlos lo mas rápido posible antes de que ocurriera una desgracia.
Entonces, aprovechó los tejados para perderse entre las sombras y los callejones, obligándole a mantener un perfil bajo luego de literalmente salirse por la venta de su casa detrás de una asesina ladrona de huérfanos. La mejor parte de todo era que sabía y recordaba que Atsushi mantenía su visión nocturna de tigre, por lo que él si podría verlo aunque todo estuviera completamente a oscuras.
Hasta que la señorita se detuvo en lo que parecía ser un edificio abandonado.
— Hey, no te asustes ¿bien? Te mencioné antes que no quiero hacerte daño– tranquilizó la mayor, aunque no dejaba de tener una mirada filosa y un aroma agresivo — Quédate quietecito, mi niño
— ¿Eres mala?– cuestionó a duras penas, un nudo en su garganta le impedía hablar por el terror — No me agradan l-las personas malas
— No, no, no, yo no soy mala… quiero que vivas feliz, ¿entiendes eso?– volvió a preguntar, su mano delicada y con diversos cortes se posó sobre su cabeza — ¿Lo ves? No pienso dañarte de ninguna manera
— ¿P-Por qué quisiste robarme entonces?– su voz salía débil y temblorosa a ratos — ¿Por qué le hiciste d-daño a Ryu-chan?
— Cariño, él no debe intervenir entre tú y yo– respondió, su mano descendía hasta llegar a su mejilla para limpiar una ligera lágrima — No tiene que estorbarnos, así podremos ser una familia otra vez
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Mini Jinko // SSKK
FanfictionCuando Atsushi se asustó y decidió salir corriendo de la Agencia, nadie nunca le dijo que iba a tener un chico mafioso y emo como niñero. = No romance