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Yosano lo definió cómo fiebre psicógena, una condición que produce el mismo efecto que la fiebre normal, sin embargo, no se debe a una causa de salud sino a una emocional. Se puede presentar calor intenso, sudoración excesiva y dolor de cabeza.

Al sentirse en peligro y haber vivido lo que sucedió la noche anterior, sonaba lógico que Atsushi pudiera desarrollar esto, ya que el concepto de "amar" para su edad era sumamente distorsionado. Él no conocía lo que era el cariño, pero otras personas usaban ese término para hacerle daño en varias ocasiones.

"Lo hago porque te quiero" y seguido de ello venían los maltratos de los que rara vez se acordaba. Su mente se había esforzado en bloquear todo aquello que le hiciera llorar otra vez, y ojalá se quedara así.

Un par de medicamentos y unas horas de descanso bastaron para que el pequeño se recuperara, aunque al despertar Akutagawa se había ido, sabía que ya no estaba solo.

Talló sus ojos con el dorso de su mano y bostezó, primero escuchando la discusión que se llevaba a cabo afuera del consultorio. Le dieron nervios de pensar en qué estaba haciendo allí con tantos instrumentos médicos a los lados, entonces quiso salir.

— Ya lo acabo de explicar, ¿por qué diablos son tan lentos?– se quejó Kunikida — Duerme mucho por su habilidad, y me ha dicho incontables veces que en un entorno seguro él se siente seguro y sus sentidos dejan de estar tan alterados

— ¿Por qué te cuenta cosas así y a mí no?– cuestionó Dazai cruzándose de brazos, aparentemente ofendido — Sólo creí que a los gatos les gustaba mucho dormir

— Eres demasiado idiota– suspiró el de lentes — Ranpo-san, retomando lo de la investigación creo que ir sin pedirle permiso al presidente debe ser una enorme equivocación

— Me dejó a cargo por el resto del día– respondió mordiendo el palito de su paleta — No se mueran bajo mi mandato, y si yo digo que lo hagan me tienen que hacer caso hasta que él regrese

— Ay no, el dictador Caramelito ya volvió– se burló la doctora alzando sus hombros — En fin, váyanse a la misión y si consiguen traer al idiota después me lo dejan a mí, tengo buenas herramientas e instrumental de tortura

— Hey, hey, hey, no pienso dejar a Jinko aquí, va a colapsar de tanto ruido– se interpuso rápidamente el único mafioso del lugar — Denme opciones para dejarlo, este no es un lugar saludable para él

— ¿Y por qué no lo sería?– preguntó Ranpo abriendo una nueva paleta — Dime tus razones y como presidente de reemplazo te daré mis soluciones

— Bien, el ruido lo estresa, tanta gente lo agobia, a ustedes se les pierde con dar tres parpadeos, ninguno sabe cuidarlo bien, ya tienen trabajo pendiente, si su líder no está aquí no puedo confiar en que vayan a darle una buena estadía, y por último pero no menos importante, no va a querer alejarse de mí

— ¿Cómo sabes tanto?– preguntó Tanizaki

— Pues porque lo he estado cuidando a pesar de todos las peleas que hemos tenido antes, no puedo creer que en su vida ustedes no hayan cuidado de un niño y que no sean capaces ni de poner agua a hervir porque se les quema con todo y la cacerola

— Eso es verdad– agregó Kyouka, casi mirando fijamente al suicida que fingía no escuchar nada — Pero creo que tengo una idea

— Y yo la apruebo– dijo sonriente el detective — Sólo tengan cuidado de no meterse en los asuntos de los abuelitos, con eso bastará

— ¿Cuáles abuelitos? ¿Ahora qué droga le metiste a esos dulces?– interrogó confundido el azabache — No importa, Kyouka, hay que preparar todo para que Dazai-san y yo podamos irnos

Mini Jinko // SSKKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora