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Un nuevo día conlleva nuevas ganas de querer permanecer dormido entre las cobijas ignorando por completo todo alrededor.

Kyouka le picó la mejilla para comprobar que seguía respirando, pudo ver que hacía una mueca de disgusto por ser molestado, él solito tomó la almohada y la aplastó contra su cabeza queriendo que lo dejaran en paz.

Entonces salió, no quería despertarlo porque el señorito estaba delicado de salud y no podían ni respirar cerca suyo o se ponía de malas.

— ¿Sigue durmiendo?– cuestionó el presidente

— Está más tieso que un pan al aire libre durante el verano– contestó acompañando a Kenji en el escritorio — Quiero una dona rellena de fresa

Todo el mundo desayunaba con tranquilidad dentro de la Agencia, Ranpo consiguió donas glaseadas, algunas con relleno, y el presidente pidió tanto café como fuera posible para sobrellevar lo sucedido anoche. Una taza no era suficiente, Yosano llevaba unos 4 litros y Dazai otros 3.

Pero estaba bien, al menos podrían disfrutar de los días de descanso que sus líderes les dieron debido al altercado tan reciente.

Mori cruzó la puerta mientras Elise dejaba los expedientes en la mesa, Fukuzawa y Chuuya se acercaron a verlos intrigados por el final que le dieron a la loca de anoche en el hospital psiquiátrico.

— ¿Y Atsushi-kun dónde está?– preguntó Dazai

— Se quedó abajo hablando con ella, la obligarán a tomar terapia por lo que queda del año y luego procesarán sus cargos– respondió el mayor, aceptando el café que la pequeña le había llevado — Y el chico cómplice creo que se dio a la fuga

— Tal vez se pasaron con el método del chasquido– mencionó Chuuya — ¿No le rompí ningún hueso, verdad?

— Para tu suerte o desgracia, pues no

— Bueno, yo sólo estoy entendiendo que nos deben unas vacaciones por semejante problema causado por una loquita que no aceptó la muerte de su hermano– dijo Ranpo sentando en el escritorio, jugaba con la canica de su botella — Y que los tigres son muy emocionales, eso también

— Que te muerden el brazo porque te confunden y están muy desorientados

— Que comen muchísimo más de lo que comería un niño normal de su edad

— Que te pueden causar un ataque de ansiedad porque se te pierden de vista por estar viendo la hora

— Que te ponen apodos sumamente lindos sólo porque se les antoja

— Que tienen muchas pesadillas y no les gusta dormir completamente a oscuras

— Y que me toca pagarles las vacaciones por todo lo que causó mi versión chiquita

Voltearon a ver al albino en el marco de la puerta, encontrándose con Atsushi, el que no recordaba nada de lo que hizo siendo un niño y que recién había tenido una conversación sobre temas un poco delicados con la persona que lo convirtió en eso.

Suspiró cansado tallando sus ojos, luego se dejó caer en la silla más cercana y tomar la taza de café que Tanizaki le dejó. Todo el mundo se quedó en silencio y se le hizo raro, pero no le tomó tanta importancia.

Apenas iba a beber un sorbo cuando Akutagawa le asustó desde atrás cubriéndole los ojos.

— ¡Ay, hijo de toda tu re mil...!– contuvo su insulto por miedo a que Kunikida lo regañara — ¡No hagas eso que me matas del susto, tonto!

— Ese era el punto– respondió casi sonriendo, los demás de plano ya se estaban carcajeando — Buenos días, maldito pulgoso

— Al menos me saludas– se quejó sin quitarle la mirada, lo veía un tanto... raro — Oye, t-tienes... emmm...

Mini Jinko // SSKKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora