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Jadeaba fuertemente, había requerido un gran esfuerzo para regresar a ese maldito lugar y todavía no comprendía cuál era la necesidad de complicar las cosas.

Cuando justo había encontrado al ideal... maldición, el disparo en su abdomen realmente le estaba molestando ahora. No fue culpa del mafioso, fue culpa de su estúpido descuido al momento de querer husmear por otros rumbos.

Bueno, si culpaba al chico azabache de las puntas blancas.

Todo hubiera salido de maravilla si no se pusiera la capa de héroe en el instante menos indicado, tan hijo de perra como para intervenir en un asunto de una magnitud que no comprendería ni muerto. Un único trabajo que no tendría que haber abandonado, todo para que al final no sirviera de absolutamente nada.

Entonces azotó la puerta del laboratorio escuchando el pequeño grito de terror proveniente de la sala principal, un ruidito tan absurdo que le alegró de cierta forma. Bueno, al menos no estaba tras las rejas haciéndose tatuajes igual que un delincuente como esperaba que fuera.

— Ezreal, ven y ayúdame o te arranco la lengua– amenazó de inmediato — Maldita sea, empiezo a perder la paciencia

— Tienes que ten... ¡no me jodas, te estás desangrando!– gritó asustado, quitándose las gafas de protección y tirando todo al suelo de la mesa de enfrente — Acuéstate ahí, no te muevas o yo te arranco la lengua

— Buena suerte con eso– se burló, haciéndole caso de todas formas — No es grave, llevo así todo el camino de vuelta y mira, sorpresa, sigo viva

— No por mucho, ¿crees que estudié medicina tantos años como para no saber cuándo alguien está a minutos de desmayarse por pérdida de sangre?– cuestionó buscando el botiquín entre tantos papeles en su mesa — Mentirosa, ni siquiera vienes con el mocoso que tanto querías

— ¡Porque un idiota se atravesó, no tengo la culpa de que tenga niñeras las putas 24 horas del día!– respondió alterada, seguido de un quejido lastimero por el dolor — No fue culpa mía, prometo que nunca fue culpa mía

— Te estás desviando– susurró esta vez, acercándose a tratar la herida — No dejas de hacerlo... yo pensé que ya habrías entendido con lo que sucedió

— No me importa... Ez, realmente me importa muy poco para tener en cuenta lo que tú piensas o quieres, haces un trabajo y yo hago el resto, es suficiente para continuar sin que las demás personas lo sepan...

— Ahri, sé mejor que nadie que lo extrañas ¿si?

— Cierra la boca, no tengo idea de quién hablas

— ¿Entonces me evitarás el tema nuevamente?

La chica no respondió, en cambio sacó un shuriken y se puso a jugar con él, mientras el rubio se encargaba de sacar la bala de su abdomen. Ese simple silencio le hizo comprender otra vez que ella no estaba lista para esto, que sencillamente todo lo que quería era llenar ese vacío emocional con otra persona.

Una persona que no era parecido a su pequeño, pero que le traía recuerdos y sólo necesitaba de eso para confundirlo. Ya habían tratado de hablar sobre ello, pero nunca llegaron a entenderse ni de chiste. Todo lo que podía hacer por ella era apoyarla, así le siguiera tratando como un imbécil inútil, estaría siempre a su lado.

Sabía que ya no le quedaba nadie para hacerle compañía ahora.

_ _ [ ☆ ] _ _

Akutagawa siempre supo que esto no iba a ser una tarea fácil, desde que se enteró en un primer lugar su primer pensamiento había sido "Estos idiotas no tienen ni idea de con quién tratan". Y si, el universo le dio toda la razón a los pocos días.

Mini Jinko // SSKKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora