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Era impresionante ver que Atsushi se había quedado dormido otra vez, además, fue tan sólo con sentirse protegido. Era cierto para muchos que el albino siempre era propenso a hacer eso, pero Akutagawa apenas lo comprendió ahora.

Quizás por eso se quedaba dormido luego de todas esas misiones, no solamente era porque estuviera cansado, sino que también era en gran parte por sentir que estaba a salvo.

Aún no entendía cómo es que tantas cosas se le pasaron por alto y apenas hoy se deba cuenta de ellas.

Tuvo que sostener la cabecita del pequeño para que no se diera contra el piso, aunque ya estuviera casi recostado ahí. Suspiró regresándole la mirada al presidente, esta situación no era su mayor problemática y se acabaría metiendo en discusiones innecesarias con sus subordinados por haberse ido en plena misión.

Lo peor era que su hermana le estaría esperando con mucha impaciencia en el punto de entrega, y a pesar de que iba a estar acompañada por el imbécil de Tachihara, eso no quitaba que se pondría furiosa con él.

Los gritos todavía no paraban adentro de la oficina, seguían sin darse cuenta de la gravedad del asunto. ¡Es que de verdad el cerebro se les quedaba en Monterrey cada que entraban en crisis, porque estaba a nada de entrar, patear la mesa, lanzarlos por la ventana y hacerse cargo de todo él mismo!

Y si, Dazai incluido.

— Oiga, tengo cosas que hacer y realmente me encantaría quedarme a descubrir por qué pasó todo esto y en que le afecta a Jinko, pero... e-es que...– dijo con un tono de dolor — Usted sabe que Mori-san suele ser un poco... u-un poco...

— Relájate muchacho, tienes tus propios asuntos, te entiendo completamente– le ayudó a evitar el pánico — Además, esto debería ser asunto de mis empleados, pero me temo que hoy te dimos una mala impresión

— Sin ofender, sabía que eran malos, pero no tanto– bromeó haciendo sonreír un poco al mayor — A-Ahh... ¿le dejo a Jinko o d-dónde debería...?

— Oh, claro... puedes pasar a dejarlo adentro en mi oficina

— ¿No es más fácil que se lo dé a usted?

— Ehhh... si, pero no

Akutagawa no hizo más que esconder su leve sonrisa, comprendía que le sucedía lo mismo a Yukichi. Por algo se mostró tan impasible desde que vio al niño, ambos compartían esa debilidad por los pequeños.

No podía culparlo siendo sincero, siempre tuvo esa necesidad por cuidar la inocencia que él había perdido antes. Y... ahora que lo pensaba un poco... ¿habría manera de que Atsushi se quedara de esa forma para que tuviera una infancia más... un poco menos...?

— ¡Pues te mueres tú antes que yo con tanta maldita azúcar que te metes a diario, ni que fueras Dazai con la cafeína cada dos días!

— ¡Pues ojalá yo me muriera ant...!

— ¿¡Se pueden callar de una vez!?– interrumpió finalmente, su paciencia se agotaba y seguramente la de Gin también aunque no estuviera allí — ¡Si se les ocurre seguir discutiendo así les traeré a Kouyou-san, ella si les pondrá un alto!

— No, no, no, ya me callo– accedió el suicida sin rechistar — Oigan, si les conviene dejar de gritar

— Habla por ti– murmuró la doctora — Eeeeh... Atsushi ¿dónde está?

— Durmiendo porque ciertas personas no pudieron haber sido más ruidosas que el tráfico en plena carretera principal– les regañó Fukuzawa con discreción — Entonces cierren la boca y que esta discusión sumamente ridícula no vuelva a ocurrir ¿entendieron?

Mini Jinko // SSKKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora