Capítulo 04

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El aire fresco del día pegaba sobre mis mejillas las cuales ya estaban más rosadas que nada, me seguía preguntado el porqué mis ojos visualizaron aquella escena, además de que estaba siendo él, el protagonista; sus pantalones eran de vestir color negro, tenía unas botas y su camisa color blanca, su cabello se movía en cada paso que dábamos así como las ramas, el olor fresco de la humedad y de la naturaleza.

Pero, volví a la realidad cuando miré los pasillos de la universidad, estábamos en la parte trasera para ser exacta, el trueno se hizo presente y con ello la fuerte lluvia que podía ver en el campus donde estaban la gran parte del área verde.

Jungkook detuvo su paso, aun así, seguía sosteniendo mi mano, pero, seguía estando frío, más de lo que pensé que podría pasar, mi respiración estaba agitada, movía mis labios logrando ver el aire que salía por el mismo frío que se sentía.

Se giró en su mismo punto eje, sin soltarme, sus ojos estaban de color rojo, logrando hacerme temblar un poco por lo que estaba viendo, pues no solo fue por el color, sino también me di cuenta de que su piel se puso más pálida, pero sus venas resaltaba un poco, se vean de color morado.

—¿Por qué no has hablado con los profesores sobre el acoso que te hacen estas estúpidas? —soltó sin más

—Yo... no lo sé— mire hacia abajo— de verdad no lo sé...

Su mano, con los dedos de su mano alzó mi barbilla.

—¿Desde hace cuanto tiempo te han hecho esto? — sus manos, ahora las dos estaban sobre mi rostro, haciendo que mis ojos se conectaran con los suyos, ¿Qué es lo que estaba sintiendo?

—Desde ya hace dos años, desde que entré a esta universidad, ellas se han encargado de mí, solo porqué comenté que sufría de miopía...— sentí mis lagrimas salir —Desde ese día, mis días han sido muy horribles. Me han molestado a tal grado de agredirme; me han golpeado, ensuciado mi uniforme con huevos, harina, golpes en mi cuerpo haciéndome moretones.

Y así fue, todos los días, cada día para mi era un infierno al pisar esta escuela varias veces intenté contraatacar con mi vida. Sin embargo, mis padres y la señora Rosa al verlos no puede. Simplemente cada vez que lo veo y pensar todo lo que han hecho por mí me hace sentir que sería una mal agradecida por lo que pasaría el día que no esté.

—¿Qué te impide hacerlo? Decir la verdad— sus pulgares acariciaron mis mejillas, las cuales ya estaban llenas de lágrimas.

—No lo sé, tal vez sea temor, miedo.

—¿Miedo?

—A lo que lleguen hacer conmigo, que las castiguen, pero después á mi me hagan más daño.

—No lo harán.

—¿Cómo lo sabes?

—Porque yo estaré a tu lado, yo me encargare que cada una de ellas pague por lo que te han hecho durante esos años.

—No te conozco, no por lo que paso el día de ayer significa que yo tenga que estar...

—Tn, te conozco más de lo que puedes llegar a imaginar, sí llegué a este lugar es para poder cuidarte...

Si cargamos con ese peso de la sensación de no haber sido suficientemente protegidos, esto no quiere decir que no haya nada que hacer. Todo lo contrario: hay mucho por hacer. Lo primero, hacernos conscientes de que llevamos ese vacío y que eso nos hace más susceptibles al miedo, a la inseguridad y al ensimismamiento. Se requiere valor para no dejarse consumir por ello, pero se puede lograr.

El sentirse protegido es un sentimiento muy reconfortante. Nace en los primeros años de nuestra vida y depende en gran medida de nuestra madre, o de quien haga sus veces. Es en esas etapas iniciales cuando se nos imprime un sello de protección, o un vacío de esta.

La presencia de la madre o de una figura referencia que se haga cargo de nosotros nos da una sensación de omnipotencia en esas primeras etapas. Como si nada pudiera sucedernos. Claro que puede ocurrirnos cualquier cosa, pero sentimos que no.

Lo mismo sucede, al contrario. Si lo que hay es una ausencia de esa madre, es como si todo el universo fuera amenazante. La sensación, o parte de ella, queda grabada en la manera en la que nos relacionemos con los demás y con el mundo en los años siguientes.

Crecí en un ambiente familiar siendo amada, querida y honesta, pero lo que me ha pasado, no soy capaz de poder decirlo.

—¿Por qué me quieres ayudar?

—Quiero hacerlo, solo quiero hacerlo, déjame ayudarte con todo lo que pueda hacerlo.

—¿Querrás algo a cambio? — no sabía sí debía de preguntar, pero bien dicen que toda acción tiene su consecuencia.

Abrí mis labios al querer responder por no recibir una respuesta de su parte, sus labios, sus labios fue lo que impresionó ante su acción. Sus labios estaban sobre los míos, sus ojos estaban cerrados, pero los míos no, sus manos sostenían mi mejilla.

¿Qué es lo que estaba pasando?

Su tono de piel volvió con claridad, pero, por el mismo impulso empecé a cerrar mis ojos cuando no pude más, mis manos subieron desde su pecho hasta llegar a su cuello, sus manos volvieron a abajar para rodear mi cintura.

No sé cómo paso, pero aquel beso que comenzó siendo tierno subió tan intensidad, no había sido mi primer beso, pero cuando ingresé a la universidad quería enforcarme en mis estudios le di un paro a mi vida amorosa, aunque, debo de admitir que este beso fue mucho a más allá cuando sus dientes fueron a mi labio sangrando un poco, en eso, sentí salía unos tipos colmillos por lo que se detuvo.

—Lo siento...— dijo al separarse de mí con su respiración agitada— pero me emocione un poco...

Lleve uno de mis dedos a mi labio ensangrentado, no sé que me estaba pasando, pero en mi nació una embriagada, no pude más, así que lo atraje hacia mi para besarlo de nuevo. Claro que lo tomé por sorpresa, pero siguió mi acción, era como sí ambos estábamos esperando este momento, no niego que tenía dudas, pero eso fue en vano.

No sé cómo fue que entramos a un salón de clases vacío, cerró la puerta detrás de nosotros, queríamos un poco de privacidad, mi cuerpo fue subido sobre la mesa del escritorio, se acomodo entre mis piernas abriéndolas un poco.

Sentí su mano subió a una de mis piernas desnudas, pasando por mis medias blancas, después de eso, sentí la mejor sensación que jamás había sentido. Nuestras respiraciones estaban agitadas, hasta que nuestras frentes quedaron juntas al jadear.

—No sabes el tiempo que esperé por ti...

—¿Qué has dicho? — mi respiración estaba más que agitada.

Solo me sonrío, para finalmente besarme de nuevo.

Red Blood[Jungkook]+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora