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Bajo el sol de la mañana, Luciana iba caminando en dirección hacia la posada... con el lirio blanco entre sus manos. Iba acariciando los pétalos, mientras trataba de dejar su mente a la deriva de la nada... claro, sin éxito alguno. Porque tenía mucho qué considerar, no sólo sobre su día a día, a partir de hoy... sino con respecto a un futuro más lejano donde, otra vez, tendría que valerse por sí misma.

Luego de levantarse de la mesa, con el estómago más que lleno y feliz, y apenas bajar las escaleras de la primera casa del zodiaco, ella se acordó repentinamente que había olvidado la flor blanca que apareció anoche en su casa. Por un segundo creyó que dejarla ahí, no iba a darle ningún problema; pero luego recordó que Gateguard de Aries le dijo que la mantuviese consigo por si otra aparecía.

Mejor no correr riesgos.

Por otro lado, también pensó que la flor, al ser suya, no debería simplemente dejarla en una alcoba para que estuviese marchitándose sola, con lo bonita que era; así que Luciana fue por ella, agotándose en el proceso, por subir las escaleras, temiendo, además, encontrarse con los santos dorados en la alcoba donde ella había estado dormida, e interrumpir una conversación.

Afortunadamente para Luciana, y su misión de recuperar el lirio, ambos hombres estaban en otra alcoba más lejana ya que apenas y se oían unos murmullos inentendibles a lo lejos.

La cosa curiosa de esto fue que, cuando Luciana volvió a entrar a la alcoba y miró a los pies de la cama, notó que el baúl donde habían estado los grilletes rojos mágicos, ya no estaba ahí. Pensó en que dicho baúl estaría en alguna de las otras alcobas en el pasillo.

"Esos grilletes deben ser un secreto", se dijo Luciana, no esperando que alguno de los santos se lo repitiese en la cara.

En silencio, y con cuidado para no hacer ruido, ella tomó el lirio, que todavía estaba a un lado del candelabro con las velas apagadas, y giró sus pies en dirección hacia el pueblo, no dejándose tentar por la curiosidad que le produjo momentáneamente al escuchar al santo de cáncer decir algo parecido a: "esperemos que esto no dure mucho".

Tal vez oyó mal debido a lo poco que pudo entender de la conversación que se llevaba a puertas cerradas en alguna alcoba del templo, sin embargo, Luciana estuvo preocupada por eso ya que, como ella misma sabía, este trabajo no era permanente.

En cuanto Gateguard de Aries pueda volver a su normalidad nocturna, ella sería desechada. ¿Qué haría entonces? Una mujer mayor, sola, sin dinero, ¿cómo podría sobrevivir?

«La prostitución no está en discusión» le dijo a una parte suya que ya comenzaba a sentir el pánico; una parte que ella (haciendo uso de toda su conciencia) debía suprimir para que sus ideas, más sensatas y menos peligrosas, no se esfumasen y sus caminos, por ende, se bloqueasen.

¡Vamos! ¡Podía hacer algo más que simplemente correr en círculos!

Aunque... tampoco es como si ella pudiese exigirle al santo de aries que se hiciese cargo de su trasero hasta la muerte, eso sería una desfachatez. Una vez que su trabajo estuviese hecho, el contacto que ella tendría con Gateguard sería poco menos que cero.

En parte, maldiciendo su moral arraigada que le impedía ser una perfecta desvergonzada con el fin de no perder dinero ni un techo donde dormir, Luciana meditó en todas sus posibilidades.

Volver a la taberna también estaba por completo, fuera de discusión.

«Esto no va a ser fácil» volvió a decirse, manteniendo la mirada fija hacia enfrente.

Tendría que aprovechar este día para comenzar a buscar algo desde ya. No podía sencillamente esperar a que se le echase del Santuario para actuar.

Hasta ahora no tenía opciones precisas. Por mucho que su orgullo y vergüenza le pesasen, hablar con Mateo para que él pueda reservarle algún puesto como camarera en su restaurante, era una prioridad, porque si bien Luciana no tenía la urgencia de comenzar a trabajar desde esta mañana, le vendría bien comenzar en un mes, o dos, como máximo. O por lo menos, ya de plano, tener un futuro empleo asegurado (que no incluyese tener que fornicar con hombres) cuando Gateguard ya no requiriese de su atención.

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