Reaccionando veloz, sentándose, Luciana abrió los ojos de golpe, cerrándolos al instante porque una fuerte luz la encegueció por un par de minutos.
Con un poco de dolor, ella volvió a acostarse, sobándose la cara.
—Perdón, olvidaba ya no estarías acostumbrada a esta luz —dijo Haidee, haciendo algo para disminuir ese brillo.
Cuando Luciana volvió a abrir los ojos y vio mejor dónde estaba, soltó un respingo, un páramo imposible la impresionó. Un cielo arriba, y un cielo abajo. Como si un espejo se hubiese puesto en el cielo y ahora hubiese dos cielos iguales.
—¿Te gusta?
Parándose lento y con cuidado, reponiéndose poco a poco del vértigo, ya que no estaba del todo segura que no caería en picada a un suelo rocoso en cualquier momento, Luciana miró al dios esperando encontrarlo vestido con aquella ropa oscura; sin embargo, en lugar de eso, el oneiroi estaba usando una larga túnica griega color verde pasto, afianzada a su hombro derecho dejando ver su desnudo pectoral izquierdo.
—Es... lindo —dijo, refiriéndose a la toga. Se veía cómoda y suave.
—Me refiero al paisaje que elegí para nuestra conversación —se rio mostrando sus dientes; blancos y bien acomodados.
A diferencia de cuando había estado en el mundo de los mortales, él también llevaba el cabello suelto; sin embargo, en su mano derecha, estaba un bastón de oro con grabados curiosos. Y sobre su cabeza, una corona de oro con forma de hojas de árbol.
—Es un poco... extraño, pero es genial —respondió, mirando sus pies desnudos sobre el reflejo del cielo, todavía dudosa de no caer.
—Este solía ser tu lugar favorito, lo visitabas hace tiempo siendo un lindo pajarito.
Cuando él dijo eso, Luciana lo miró otra vez, ya más seria.
—¿Has visitado mis sueños? —preguntó incómoda; y también, un poco temerosa.
—Te he visitado, como a un sinfín de mortales más; incluyendo al santo de aries —dijo con una normalidad que Luciana no encontraba alentadora—. Ven, camina conmigo.
Inhalando profundo, ella accedió a su petición. Andar a su lado, en un paisaje que no tenía un fin, debía ser algo muy sencillo.
—¿Ayudarás a Gateguard? —preguntó, queriendo llegar al punto.
—Sí.
¿Cómo, cómo?
Impactada, Luciana lo miró curiosa, esperando a escuchar lo que él quería como pago por hacerlo. Sin embargo, caminaron un por un buen rato y el oneiroi no hablaba.
—Y... sigues queriendo... ¿a una doncella virgen? —musitó preparándose para lo peor.
—No.
—¿Qué dijiste?
—Dije que no quiero nada de eso —se rio un poco—, quise saber qué tipo de hombres estaban rodeándote a ti y a mi hija, y no me decepcionaron. Sage de Cáncer no cedió a darme a una mujer, y Gateguard de Aries... él es un caso que creí perdido, pero me ha sorprendido. Los tres son humanos de calidad.
Parpadeando confundida y un poco mareada ante el hecho de que él había nombrado a una hija, Luciana no pudo confiarse del todo.
—Entonces... ¿quieres decir que vas a ayudarlo gratis?
—Claro que no —chasqueó la lengua.
—Perdón... pero no entiendo —de nuevo, tenía el corazón en el puño.
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ℭ𝔢𝔯𝔳𝔢𝔷𝔞 ℜ𝔬𝔰𝔞𝔡𝔞 | 🔞
Фанфик『Gateguard x Luciana』Cada noche, Gateguard de Aries visita la misma taberna de Rodorio; ahí, él pide el mismo platillo y el mismo tarro de cerveza, pero de rara vez come o bebe. Luciana, a su edad de 30 años, cree tener sus hormonas bien contenidas...