Un Juego De Niños // THIAM

Capítulo Veinticuatro

Theo bajó al primer piso, e ignorando a los amigos de su hermana, salió por la puerta de entrada con clara pereza. Divisó a su amigo a unos metros, parecía nervioso, estaba un poco sudado y caminaba de un lado hacia otro mientras hablaba solo. El castaño suspiró bajo con una leve sonrisa, parecía algo muy importante lo que el pecoso quería decirle.

-Oye, ¿Ya terminaste o quieres que te deje solo un rato más? -indagó con burla el de ojos claros.

-¿Me estás espiando? -cuestionó con leve molestia el pelinegro acercándose a su amigo-. En serio, tienes una seria obsesión por la siesta.

-No, sólo salí estabas ahí enloqueciendo junto a tu camioneta. Y no es una obsesión, es sólo que me ayuda a ser mejor persona -aseguró Raeken sonriente. Suspiró-. Stiles, ¿Está todo bien?

-¿Por qué no lo estaría? -preguntó con voz temblorosa mientras jugaba con sus manos.

-No lo sé, tú me pediste que saliera porque tenías algo importante que decirme... ¿Estás bien? 

Usualmente Theo lo dejaría pasar, le serviría un café y se pondrían a hablar, pero tenía dos grandes problemas, el primero eran los amigos de Tara, y el segundos es que en su cuarto tenía secuestrado al chico con el que salía su mejor amigo. Suspiró bajo colando una de sus manos en el hombro del de ojos cafés, creyendo que eso ayudaría, pero pareciera que su tacto lo empeoraba todo.

-No te hago pasar porque mi hermana trajo a sus amigos, y Nolan me desagrada en demasía, de hecho, estoy huyendo de él.

Bromeó para calmar el ambiente pero parecía que nada funcionaba. Su amigo estaba sin palabras, algo poco común en el charlatán de Stiles, que había que rogarle a veces para que cerrara su boca.

-Amigo, ¿Qué tienes? Me estás preocu...

Antes de poder terminar la frase, sintió como unos ásperos labios finos chocaban con los suyos. No correspondió, pero tampoco se apartó, no hizo nada, el shock se había apoderado de él por completo, y todas las "bromas" que Brett le hacía a diario sobre que Stiles estaba enamorado de él, parecían ser totalmente ciertas. Cuando el pelinegro rompió el beso, Theo seguía en la misma posición, casi sin respirar, sin poder hablar, sin poder moverse. Esperaba que su amigo le explicara que diablos estaba sucediendo, porque su cerebro no podía comprenderlo.

-Theo, estoy enamorado de ti...

Y esas palabras habían terminado con la poca cordura que le quedaba al pobre chico. No quería lastimar a su amigo, y se sentía culpable por no poder corresponder sus sentimientos, Stiles era atractivo, muy atractivo, pero el corazón de Raeken ya tenía un dueño, y tristemente era Liam, el chico con el que salía su mejor amigo de toda la vida. El castaño estaba por hablar, pero el de ojos cafés se adelantó.

-No quiero que te sientas mal, tampoco espero que sientas lo mismo, sé que a ti te gusta alguien más, y creo saber quien es. Sólo quería decírtelo, poder sacarlo de mí, porque es muy difícil estar a tu lado guardando éste sentimiento por tanto tiempo, además se siente bien decirlo en voz alta. Aún podemos ser amigos si tú quieres.

Era mucha información para la cabeza del de ojos grises, no podía creer que fuera cierto, no entendía porque Stiles se lo decía en ese momento, como si esa fuera la última oportunidad de serle sincero o moriría. El menor de los Raeken abrazó a su amigo con una sonrisa, intentando controlar su confusión y leve incomodidad.

-Claro que sí, siempre seremos amigos, Stiles... -murmuró con dulzura mientras se separaba de su amigo-. Me encantaría poder corresponderte, eres muy atractivo y una excelente persona, pero... 

Suspiró bajo, clavó su mirada en los ojos marrones del contrario, estaban cristalizados. Eso rompió el corazón del castaño, pasó suavemente su mano por la mejilla del pelinegro con suavidad para, posteriormente, depositar un suave beso en su frente. Se alejó lentamente con una pequeña sonrisa cargada de tristeza.

-Lo siento... -murmuró bajo el castaño.

-No te preocupes, lo entiendo.

Stiles se dio la vuelta y caminó hacia su camioneta, no volteó a ver a Theo ni por un segundo, únicamente se concentró en subirse a su vehículo y salir de allí lo más rápido posible. El ojigris, al ya no ver a su amigo, entró nuevamente a su casa, ignorando a todo aquel que se le cruce, hasta que llegó a su cuarto. Antes de entrar tomó una bocanada de aire, a medida que el oxígeno de sus pulmones salía de su cuerpo, los nervios y el shock del momento vivido minutos atrás, se iban. Pero ahora le tocaba la parte más difícil, confrontar a Liam.