Capítulo Veinticinco

291 31 5
                                    

Al entrar al cuarto, Theo se encontró con el rubio viendo detenidamente su guitarra criolla de color roja. Suspiró con una pequeña sonrisa y se acercó al chico, colocó suavemente una mano en el hombro haciéndolo dar un pequeño salto en el lugar, aquello consiguió que el mayor estallara en carcajadas ganándose un golpe en el hombro por parte del rubio.

-Lo siento, te prometo que no fue con mala intención -se excusó el más alto pasando sobándose el brazo sin dejar de reír.

-¡Idiota! ¡Me asustaste! -gruñó con leve molestia el chico para, posteriormente unirse a las risas del contrario-. Vete al infierno.

-Claro, si me acompañas iré -soltó sin pensar el de ojos grises.

-No me parece un mal plan... -murmuró el ojiceleste con una sonrisa coqueta llamando, aún más, la atención del mayor.

-¿Me acompañarías al infierno? -indagó con curiosidad.

-¿Contigo? A dónde sea... -aseguró el rubio sonriente.

Ambos chicos se quedaron viendo mutuamente a los ojos en un silencio cómplice, Theo estaba haciendo las cosas mal, y lo sabía, pero sus instintos eran mucho más fuertes de lo que él creía. Todo era nuevo y maravilloso para el chico de orbes grises, pero era malo,muy malo. Se obligó a sí mismo a apartar la mirada, mientras soltaba un pequeño suspiro de resignación, a pesar de que Brett se estaba comportando muy mal con él, el castaño no sería igual, aunque se derritiera por el chico frente a él, se iba a contener todo lo que pudiera.

-Bien, ya es tarde, junta tus cosas mientras voy a pedirle el auto a mi hermana para llevarte a tu casa -dijo el menor de los Raeken con una leve sonrisa-. Tus apuntes están dentro de mi mochila, búscalos con confianza...

Sin decir más, o esperar una respuesta, salió de su cuarto dejando al rubio completamente solo. Liam, muy a su pesar, se acercó a la mochila del chico de sus sueños para buscar sus cosas, pero se encontró con algo que no esperaba, una hoja arrugada con un título algo extraño pero conocido para él. "El chico de ojos cielo". El menor sabía que estaba mal leer algo que no era suyo, pero la curiosidad pudo con él, la gran incertidumbre de descubrir quien era el chico por que moría Theo era mucho más fuerte que el rubio.

"Que cosa hermosa

Iniciar el día viendo tus bellos ojos...

Esos ojos de color cielo,

Que cada día me enamoran más.

Es tan difícil para mí,

Tenerte tan cerca y no poder

Decirte todo lo que me haces sentir...

Es tan difícil para mí,

Verte a diario y no poder

Decirte todo lo que me haces sentir...

No sé tu nombre, 

Sólo tu apellido,

Y aquello me enloquece aún más...

Pensar que algún día,

Hermoso chico de ojos cielo,

Tú vas a tener mi apellido.

Ay bello chico de ojos cielo,

¿Algún día notarás 

Que hay un chico junto a tu casillero

Que todos los días se muere por ti?

Es tan difícil para mí,

Tenerte tan cerca y no poder

Decirte todo lo que me haces sentir...

Es tan difícil para mí,

Verte a diario y no poder

Decirte todo lo que me haces sentir..."

Al leer aquella hermosa canción, el menor sintió como sus mejillas se enrojecían al imaginarse a Theodore tocándola en su guitarra. ¿Y para qué negarlo? Leerla le había dado una pequeña esperanza de que, quizás, él podría ser el famoso "chico de ojos cielo". Su sexto sentido lo puso en alerta al oír a lo lejos las pisadas del mayor. Rápidamente devolvió la hoja arrugada a la mochila del contrario y sacó sus apuntes, guardándolos en la suya, justo a tiempo, porque mientras lo hacía, el de ojos grises entró en la habitación. Con todo guardado se levantó del suelo para ver, con algo de pena, al chico frente a él.

-Liam, ¿No trajiste abrigo? -indagó preocupado el castaño. El rubio negó, las palabras no salían de su boca por alguna mística razón-. No te preocupes, yo te presto uno. no quiero que mueras de frío -dijo sonriente mientras caminaba hacia su armario.

-No es... No es necesario. Iremos en auto y no vivo muy lejos... -aseguró el más bajo tratando de no sonar nervioso.

-Me da igual que vivas en la casa de al lado, no voy a dejar que tengas frío. ¡Aquí estás! -vitoreó con alegría sacando un buzo azul de mangas largas que aparentaba ser una camiseta de cuello en V muy bonita. Se acercó al rubio pasándole el abrigo-. Póntelo o no sales de la casa 

Bromeó sonriendo. Al menor no le quedó de otra que obedecer a su compañero. una vez puesto, el menor notó que le queda un poco, bastante, grande. Parecía un niño pequeño dentro de una camiseta cinco taller más del que debería usar.

-Te ves demasiado adorable, pequeño...

Soltó el más alto con una sonrisa, revolviendo levemente el cabello del chico junto a él. El cumplido, sumado al apodo y contando lo que el rubio había leído a escondidas, conseguían que a Liam se le moviera el suelo de una manera descomunal. Ese día había sido casi perfecto para el menor. 

Un Juego De Niños // THIAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora